5.4.11

El antimodelo


En tiempos de jeques, magnates rusos y banca privada, los Empacadores, ganadores del Superbowl, son la única franquicia sin fines de lucro en la NFL, la liga más millonaria del deporte mundial.


Por Ezequiel Fernández Moores


Ciento once millones de personas estaban esa noche ante la TV. Récord absoluto en la historia de Estados Unidos. La transmisión mostró el homenaje previo a Ronald Reagan. Enfocó en sus palcos a George Bush y Condoleezza Rice. Y apuntó varias veces al palco del patrón millonario del equipo derrotado. No pudo hacer lo mismo con el del ganador. Los Green Bay Packers, los Empacadores de Green Bay, flamantes campeones del fútbol americano, carecen de un dueño único. Son propiedad de 112.000 ciudadanos del estado de Wisconsin. Joe Buck y Troy Ackman omitieron el dato en su trasmisión por Fox. Hay que decirlo: la National Football League (NFL), la liga más millonaria del deporte mundial, coronó campeón a la única franquicia sin fines de lucro en el deporte de elite de Estados Unidos. En tiempos de jeques, magnates rusos y banca privada, el sistema de los Empacadores es el antimodelo.

Cada vez son más los equipos del fútbol europeo que tienen un millonario detrás de ellos. Hasta el modesto Birmingham City, que el domingo pasado le ganó al Arsenal la final de la Carling Cup inglesa, su segundo título en 163 años de historia, tiene como patrón a Carson Yeung, un millonario de Hong Kong que usa al equipo para hacer negocios en China. Un ex ministro tailandés procesado por la justicia ganó fortunas al vender el Manchester City de Carlitos Tevez a un brazo inversor del emirato de Abu Dhabi. El emirato de Qatar quiere copiarlo ofreciendo 2400 millones de dólares por el Manchester United, propiedad del magnate estadounidense Malcolm Glazer.

La TV mostró también este domingo los festejos eufóricos en su palco del empresario indio Ahsan Ali Syed, de 36 años, nuevo patrón del club español Racing de Santander. Lo compró por 30 millones de euros, un vuelto para su fortuna de 8000 millones de euros. Syed siguió los pasos del jeque Ben Nasser al Thani, otro aristócrata petrolero del Golfo Pérsico, sobrino del emir de Qatar, nuevo patrón del Málaga. La poderosa Juventus de Italia, que este lunes anunció pérdidas por 40 millones de euros, precisa 150 millones para pagar deudas y fichar refuerzos. La familia Agnelli, mecenas histórico, avisó que sólo aportará 50. La "Vecchia Signora" no podrá recurrir a otro de sus principales accionistas, la firma Lafico. Su dueño es Muammar Khadafy.

Los millonarios patrones de la NFL se ganaron un crudo retrato en Un domingo cualquiera , el film de Oliver Stone sobre la violencia y los negocios del fútbol americano. Charlton Heston hace allí de dueño arrogante del equipo que dirige Al Pacino. El Charlton Heston real es hoy Dave Snyder. El millonario dueño de los Washington Redskins demandó en 2009 a una abuela de 72 años, hincha del equipo desde 1962, porque no pudo pagar el abono, víctima de la recesión económica. Snyder y sus colegas fueron forzados en 2009 por el Congreso de Estados Unidos a modificar reglamentos para atenuar la violencia del juego. Dos semanas atrás, Dave Duerson, bicampeón del Super Bowl, economista y representante sindical de los jugadores, se mató de un tiro en el pecho. Tenía 50 años y sufría encefalopatía traumática crónica (CTE), una enfermedad progresiva que mata las células del cerebro y que parece haberse expandido en la NFL. Es la contracara del gran show. La transmisión del último Super Bowl se deleitó exhibiendo al estadio de los Cowboys de Dallas, el más lujoso del mundo, que costó 1200 millones de dólares y albergó a más de 103.000 espectadores. Unos 1250, que habían pagado un promedio de 900 dólares por su boleto, se enteraron media hora antes del partido de que no tenían asiento. La NFL lo sabía desde mucho antes. No quiso hacerlo público. El negocio ante todo.

Fundado en 1919 por empleados de la Indian Packaging Company, el equipo de los Empacadores quedó al borde de la quiebra en 1923. Más de cien mil hinchas pusieron dinero de su bolsillo para salvarlo y mantenerlo como uno de los equipos más antiguos, populares y regulares, con 13 títulos (cuatro Super Bowls más nueve ligas previas). Sus accionistas no reciben dividendos. Ni siquiera boletos gratis para ir al estadio. Sólo un papel que dice que son codueños del equipo. Eligen un comité ejecutivo de siete miembros y un manager general (Ted Thompson) que ejecuta las decisiones, por impopulares que sean, como cuando en 2008 echó al ídolo Brett Favre para darle espacio al entonces inexperto Aaron Rodgers, figura del último Super Bowl. El sesenta por ciento de la recaudación de los negocios dentro del estadio va para obras de caridad. La cerveza es la más barata en la NFL. Tiene boletería vendida por dos décadas en el estadio para 73.000 espectadores y cuando cae nieve sus hinchas van a limpiar el campo.

"Como equipo que tiene por dueño a una comunidad sabemos que jamás habríamos podido ganar el Super Bowl sin el apoyo de los hinchas." El comunicado de los jugadores Brady Poppinga y Jason Spitz, firmado también por otros cinco ex miembros del equipo, usó la conquista del Super Bowl como excusa. Salió en defensa de los trabajadores que marchan desde hace semanas por las calles de Wisconsin. La protesta, una de las movilizaciones gremiales más fuertes en Estados Unidos en las últimas décadas, se incrementó horas después de la conquista del Super Bowl. El gobernador republicano Scott Walker declaró febrero "el mes de los Packers". Y luego convocó a la Guardia Nacional para imponer un nuevo presupuesto que recortará históricos derechos laborales. La tensión alcanzó un pico este martes, bajo la amenaza de una huelga general.

De tradición demócrata, progresista y de fuertes sindicatos, Wisconsin tiene uno de los gremios de empleados públicos más grandes y poderosos de Estados Unidos, con 170.000 afiliados. El índice de desocupación y el déficit están por debajo de la media en Estados Unidos, pero el republicano Walker, dicen los analistas, busca una demostración de fuerza para convenios colectivos de trabajo. El salario medio semanal de un empleado sindicalizado es de 917 dólares. El de un no sindicalizado es de 717. Los reclamos fueron iniciados por estudiantes y docentes de la Universidad de Wisconsin, centro de duras protestas anti-Vietnam en los 60. "Es un honor para mí defender a las familias trabajadoras de mi comunidad", se sumó Charles Woodson, él sí una de las principales figuras de los Empacadores. "Shut up and play" (Cállate y juega), le respondieron los defensores del recorte. Woodson integra el sindicato de jugadores. Comparado con los salarios de docentes y empleados de salud, los jugadores ganan millones, aunque viven veinte años menos que la media en Estados Unidos y sufren la tasa más alta de lesiones.

Los jugadores libran estos días su propia batalla. La NFL, que distribuye sus ganancias en partes iguales entre los equipos, es un negocio de 9000 millones de dólares. Los dueños de los clubes ganan 4000 millones anuales de la TV y recibieron 6000 millones de fondos públicos para construir sus estadios. Quieren agrandar la torta y amenazan con un lockout patronal si el sindicato no acepta el nuevo contrato laboral. El periodista estadounidense Dave Zirin, autor de numerosos artículos sobre el fenómeno de los Empacadores y las protestas de Wisconsin, fue invitado hace unos días por la radio WORL-FM para hablar de su último libro sobre los patrones del deporte en Estados Unidos. No pudo hacerlo. Le recordaron que el dueño de la radio, Rich DeVos, es también patrón de los Orlando Magic, de la NBA. Y que él (Zirin) se había preguntado irónico en su libro si acaso los hinchas de los Magic apoyaban las invasiones a Irak y Afganistán porque DeVos tiene fuertes vínculos con Blackwater, la compañía privada de mercenarios que ejerció controles militares en ambos países. Zirin fue vetado. Igual que el antimodelo de los Empacadores. Ninguna otra franquicia podría imitarlos. Está prohibida la participación de equipos sin fines de lucro. Lo establecen los reglamentos de la NFL.

Se fue un tipo extraordinario

Su documento de identidad decía que mi viejo nació un 25 de agosto de 1933, aunque en realidad su cumpleaños era el 23 de agosto, se ve que ...