
Recorrido por las rutas sanmartinianas
Tras los pasos del Libertador
Por Fernando Neira
En 1817 el general José de San Martín ideó y comandó el cruce de la cordillera de los Andes, una de las epopeyas más notables de la historia de la humanidad.
Hoy quienes pretendan revivir parte de esa travesía y sean amantes del turismo aventura pueden hacerlo.
En este último tiempo comencé a interesarme más de lo normal en la historia argentina. Quizás influenciado por la lectura de ciertos nuevos libros que ofrecen una retrospectiva distinta y entretenida respecto de la tradicional de la escuela primaria y secundaria.
Así fue que durante el transcurso del año pasado decidí que mis próximas vacaciones tendrían como destino la provincia Mendoza, la región de Cuyo que gobernó José de San Martín en 1814.
La idea central del viaje consistía en recorrer aquellos lugares inhóspitos que leía en los libros de historia. Llegó el momento de conocer el paraje “El Plumerillo”, donde el general creó el campo de instrucción y la escuela de las tropas sanmartinianas. El sitio en el que noveles reclutas se transformarían en aguerridos soldados de la patria, hoy convertido en una plaza más.
La llegada al Cristo Redentor en Alta montaña, ubicado a más de cuatro mil metros de altura, se convierte en un inequívoco testigo de las dificultades que debieron ser salvadas por San Martín para convertir su sueño de libertad en una realidad cierta y tangible.
Llegué al primer monumento a la paz del mundo con mucho frío y con un intenso dolor de cabeza producto del apunamiento. Sin perder de vista que ascendí en verano, en una camioneta Mercedes Benz último modelo y abrigado como para ir al polo sur. San Martín y su tropa hicieron el mismo trayecto, pero cargando en mulas cientos de kilos de armamentos y sin ningún camino de tierra pre - establecido.
Para lograr esta hazaña el Libertador realizó numerosos reconocimientos, desde el valle de Uspallata hasta los caminos más relevantes de San Juan. Esta evaluación lo llevó a establecer una combinación de rutas que le permitieran cumplir con las premisas de la campaña: tomar objetivos principales y secundarios, inducir a la población a adherirse a la causa de la independencia y dar una sola y gran batalla al poder realista en Chile.
Cada vez que bajaba del micro y pisaba con respeto esas tierras recordaba a todos esos hombres que dieron su vida por perseguir un ideal, el coronel Las Heras, el brigadier Soler, el capitán Fray Luis Beltrán, Ramón Freyre, y tantos otros que me hacían sentir insignificante.
Ya de regreso al hotel, mientras agotado por la excursión diaria admiraba la inmensidad del Cordón del Plata, el guía del grupo interrumpió el silencio para contarme que una vez lo detuvieron por invadir propiedad privada al querer escalar el volcán Tupungato. Ese cerro denominado por los huarpes como “Mirador de las estrellas”, de apenas 159 metros menos que el Aconcagua quedó dentro del paquete de hectáreas que durante la presidencia de Carlos Menem fueron vendidas a inversores privados.
El consejo que debo darles a aquellos que quieran hacer este recorrido es que tengan cuidado con la información que brindan los carteles que colocó la Secretaría de Turismo acerca de las rutas sanmartinianas, para no mal informarse y evitar peleas con los guías turísticos que se contradicen con los indicadores.
Si no se irán de Mendoza convencidos de que el prócer visitó la casa de Molina Pico en Guaymallén, aunque nunca estuvo allí; que la provincia sufrió un atentado que destruyó gran parte de la ciudad en 1561 y no en 1861 o que San Martín para cruzar la cordillera pasó por el puente de Picheuta, a pesar de que éste fue construido varias décadas después.Al consultarle por estos horrores históricos en los carteles a la subsecretaria de Turismo, Mariana Juri, me contestó que “Tuvieron poco tiempo para confeccionarlos”. Y claro, comparado con el tiempo que le llevó al general San Martín cruzar los Andes, seguro que es poco tiempo.