Me gusta pensar que es cierto ese proverbio que
dice algo así como que “los frutos no caen lejos del árbol”.
Hoy mi mamá estaría
cumpliendo 80 años, y como casi todos los días, hoy no es la excepción, se me atraviesa algún
recuerdo, una frase, una imagen.
Les decía que me gusta
pensar en eso del fruto, porque me ilusiona que algunas de esas actitudes se puedan
ven reflejadas en mí o en las personas que me rodean y la conocieron. En los abrazos cariñosos y repentinos de mi
hijo, en la bondad de mis hermanas, en la humildad y voluntad inquebrantable de
mi viejo. Mi mamá se mantiene viva en esas costumbres heredadas, en el ponerse
en el lugar del otro, en la solidaridad, en predicar con el ejemplo, en los
sabores de determinadas comidas, en la porcelana de su querida vajilla que le
costó sudor y lágrimas. En las flores de las orquídeas, en los cientos de
carpetitas que tejiste para las personas que vos querías. En los comentarios de
sus amigas y vecinos que la recuerdan como lo que era: una excelente persona.
Por otro lado, y con el diario del lunes, pienso
que te hubiese costado mucho transitar este momento de mierda.. No habría
tapabocas que alcance para vos. Si no te callaba nadie, siempre decías lo que
pensabas no importaba a quién ni dónde, te salía la tanada de adentro. No
sabías de distancias sociales, tus salidas a comprar una pavadita podían durar
horas, ya que en el recorrido te parabas a hablar con Dios y María Santísima.
Ni hablar de las escapaditas al Bingo, imagínate 5 meses sin bingo?? Te volvés
a morir Dorita..
En su momento tuve sentimientos egoístas por no
tenerte más acá cerquita, de que no puedas haber compartido más cosas con tus
nietos, de que no hayamos podido tomar más mates juntos cuando volvía del
laburo, qué me preguntaras cómo me fue, que me acomodaras el cuello de la
camisa.. De saber que si me levantaba temprano (Costumbre heredada que no a
muchos le agrada jaja), vos ya ibas a estar despierta para acompañarme mientras
leía el diario en la cocina. Me quedé con ganas de que compartieras más con la
nueva y hermosa familia que armé. Todo eso me hizo tener mucha bronca cuando te
fuiste así tan repentinamente hace ya más de un año y medio.
Pero con el tiempo empecé a entender qué no hay
nada que entender. Que a veces las cosas pasan y listo, que tenemos que
acostumbrarnos a convivir con el dolor y con las ausencias físicas. Que a veces
el destino es irónico y mal parido. Y la forma de cicatrizar en parte esa
herida indeleble, es tratando de parecerme a vos, como te prometí mientras te acompañaba
en ese último y literal aliento. Espero estar a la altura, o lo más cerca posible,
de tamaña tarea Ma.
Te extraño,
Fer. 24 de agosto de 2020.