16.1.06

La Semana Trágica

Por Osvaldo Bayer, especial para Babilonia Periodística

La íntima alegría: no hay olvido para aquellos hechos donde se trató de apagar el Derecho a balazo limpio en vez de aplicar los argumentos de la razón. La Semana Trágica de enero del ’19. Otro aniversario más, sí, cuántos años. Cuántos muertos por lo justo. No vamos a discutir ahora si fueron mil o seiscientos los obreros muertos. Lo triste, lo trágico es que se tergiversó todo, se hizo valer como siempre o, como casi siempre, la historia oficial. No eran ni “perturbadores extranjeros” ni “rusos” ni “terroristas” como los medios oficiales y del poder trataron de disfrazar el crimen. Eran obreros que querían tener los derechos de la dignidad y de la vida: las sagradas ocho horas de trabajo. Los panaderos y los yeseros ya habían conseguido –por su lucha– las ocho horas en 1898, los metalúrgicos, en 1919, todavía trabajaban nueve horas por día. Por eso la huelga y por el lugar de trabajo para los despedidos. Dignidad y Justicia. La respuesta del poder fue bala y más bala. Con los uniformados de siempre. Esta vez ya con la ayuda de los muchachos del barrio Norte, las guardias blancas, la llamada después “Liga Patriótica Argentina”. Salieron a matar “anarquistas, rusos, judíos y enemigos de la Patria”. Las calles de Buenos Aires quedaron teñidas de sangre obrera.Pero el mismo gobierno represor tuvo que reconocer la injusticia y días después se les dio a los obreros lo que pedían. ¿Por qué entonces tanta violencia desde el poder? ¿Por qué además de los muertos, los 1500 obreros presos? La firma del ministro del Interior en las cláusulas de la solución del conflicto deja en claro que la razón estaba del lado obrero. Eso sí, esa razón se había pagado con sangre de los explotados. Pero luego de la matanza pasó a ser un tema del cual no se habla. Cuando muchos años después tratamos de que los terrenos donde había comenzado el drama –los de los establecimientos Vasena, que habían sido demolidos– pasaran a llamarse “Parque Mártires de la Semana Trágica”, justamente el dirigente Augusto Vandor se opuso y propuso llamarla “Plaza Martín Fierro”. Nombre que hoy lleva. Claro, del pasado no se habla porque estaban involucrados Yrigoyen, los radicales, el ejército y personajes de la “guardia blanca” que luego pasaron a ser próceres: Manuel Carlés, el Perito Moreno, el cura Miguel D’Andrea e, infaltable, el estanciero Martínez de Hoz, hijo de aquel presidente de la Sociedad Rural que recibió de Roca 2.500.000 hectáreas de la tierra donde vivían antes los pampas y los ranqueles, bisabuelo del murciélago que luego fue ministro de Economía de la dictadura de la desaparición de personas. Toda una estirpe familiar heredera del autollamado “liberalismo positivista” del roquismo.Bien, esta semana se recordó a los obreros mártires de las ocho horas de trabajo. Entre las organizaciones que propiciaron el acto estaban la Federación Libertaria Argentina, la FORA –la más antigua de las organizaciones obreras– y la Biblioteca José Ingenieros. El culto de la utopía a través de la dignidad.

Memoria: Rodolfo Walsh

AUTOBIOGRAFÍA (*)

Me llaman Rodolfo Walsh. Cuando chico, ese nombre no terminaba de convencerme: pensaba que no me serviría, por ejemplo, para ser presidente de la República. Mucho después descubrí que podía pronunciarse como dos yambos aliterados, y eso me gustó.
Nací en Choele-Choel, que quiere decir "corazón de palo". Me ha sido reprochado por varias mujeres.
Mi vocación se despertó tempranamente: a los ocho años decidí ser aviador. Por una de esas confusiones, el que la cumplió fue mi hermano. Supongo que a partir de ahí me quedé sin vocación y tuve muchos oficios. El más espectacular: limpiador de ventanas; el más humillante: lavacopas; el más burgués: comerciante de antiguedades; el más secreto: criptógrafo en Cuba.
Mi padre era mayordomo de estancia, un transculturado al que los peones mestizos de Río Negro llamaban Huelche. Tuvo tercer grado, pero sabía bolear avestruces y dejar el molde en la cancha de bochas. Su coraje físico sigue pareciéndome casi mitológico. Hablaba con los caballos. Uno lo mató, en 1947, y otro nos dejó como única herencia. Este se llamaba "Mar Negro", y marcaba dieciséis segundos en los trescientos: mucho caballo para ese campo. Pero esta ya era zona de la desgracia, provincia de Buenos Aires.
Tengo una hermana monja y dos hijas laicas.
Mi madre vivió en medio de cosas que no amaba: el campo, la pobreza. En su implacable resistencia resultó más valerosa, y durable, que mi padre. El mayor disgusto que le causo es no haber terminado mi profesorado en letras.
Mis primeros esfuerzos literarios fueron satíricos, cuartetas alusivas a maestros y celadores de sexto grado. Cuando a los diecisiete años dejé el Nacional y entré en una oficina, la inspiración seguía viva, pero había perfeccionado el método: ahora armaba sigilosos acrósticos.
La idea más perturbadora de mi adolescencia fue ese chiste idiota de Rilke: Si usted piensa que puede vivir sin escribir, no debe escribir. Mi noviazgo con una muchacha que escribía incomparablemente mejor que yo me redujo a silencio durante cinco años. Mi primer libro fueron tres novelas cortas en el género policial, del que hoy abomino. Lo hice en un mes, sin pensar en la literatura, aunque sí en la diversión y el dinero. Me callé durante cuatro años más, porque no me consideraba a la altura de nadie. Operación masacre cambió mi vida. Haciéndola, comprendí que, además de mis perplejidades íntimas, existía un amenazante mundo exterior. Me fui a Cuba, asistí al nacimiento de un orden nuevo, contradictorio, a veces épico, a veces fastidioso. Volví, completé un nuevo silencio de seis años.
En 1964 decidí que de todos mis oficios terrestres, el violento oficio de escritor era el que más me convenía. Pero no veo en eso una determinación mística. En realidad, he sido traído y llevado por los tiempos; podría haber sido cualquier cosa, aun ahora hay momentos en que me siento disponible para cualquier aventura, para empezar de nuevo, como tantas veces.
En la hipótesis de seguir escribiendo, lo que más necesito es una cuota generosa de tiempo. Soy lento, he tardado quince años en pasar del mero nacionalismo a la izquierda; lustros en aprender a armar un cuento, a sentir la respiración de un texto; sé que me falta mucho para poder decir instantáneamente lo que quiero, en su forma óptima; pienso que la literatura es, entre otras cosas, un avance laborioso a través de la propia estupidez.
(*) Texto extraído del libro “Periodistas desaparecidos”.

(**) Periodista y escritor. Fue desaparecido el 25 de marzo de 1977.
El FMI del fútbol argentino

Por Fernando Neira - Leandro de la Torre - Fernando Horowitz

“Al Capone en Chicago, mercader en Damasco, gitanito en Jeréz, confesor de la reina, banderillero en Cádiz, comunista en Las Vegas, Casanova en Venecia, fotógrafo en Playboy, pero si me dan a elegir entre todas las vidas, yo escojo la del pirata....”, así canta el español Joaquín Sabina en su tema El Pirata Cojo y que tan bien le cuadra al encargado de manejar la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), el septuagenario Julio Grondona.
Con mano dura o favoritismo según la ocasión, mueve los hilos de la pelota desde hace 26 años en los que, además de abundar los dirigentes deportivos que se convirtieron en ejecutivos de la señal televisiva TyC Sports y viceversa, se manejaron presupuestos varias veces millonarios en representación de clubes cada vez más pobres.

Buenos Vecinos
A mediados del año pasado y como parte del denominado Proyecto Goal mediante el cual brinda sostén económico a países del tercer mundo, la Federación Internacional de Fútbol y Asociados (FIFA) le donó medio millón de dólares a la AFA para crear un centro de mediano rendimiento deportivo.
Popularmente conocido como Don Julio, el titular del organismo que rige el fútbol nacional invirtió ese dinero en el parque bonaerense de Villa Domínico. Aunque no se conocen las razones de su determinación, si se sabe que su amigo e intendente de Avellaneda, Baldomero Cacho Álvarez de Olivera, quedó más que agradecido con esta obra que se levantó en su municipio.
Por una cuestión de cercanía, está a sólo unas pocas cuadras, el club que más aprovecha este predio es Arsenal de Sarandí, institución fundada en 1957 por el propio Grondona y que ahora lidera su hijo mayor, Julio Ricardo.
No sólo la elección del lugar resulta llamativa, también lo fue la decisión de la FIFA de incluir a nuestro país en la lista de naciones beneficiarias junto a Mozambique, Islas Vírgenes, Chipre, Turkmenistán, Mongolia y Mauritania, estados en los que el desarrollo del deporte de la número cinco ni siquiera puede calificarse como incipiente.

Sin embargo, pese a que el fútbol criollo se encuentra consolidado y tiene instalaciones de primer nivel, la FIFA -a través de su mandamás, el suizo Joseph Blatter- giró el dinero a las arcas de la calle Viamonte 1366.

Agencia de colocaciones
De profesión contador, Jorge Antico es un personaje de esos que puede definirse como de trabajador en ambos lados del mostrador. Luego de una década como dirigente de Lanús, dejó la vicepresidencia del club para sumarse como sub-gerente operativo de Torneos y Competencias (TyC), empresa que posee hasta 2.014 los redituables derechos televisivos del fútbol argentino.
Además de cobrar un sueldo por su labor en la compañía propiedad de Carlos Ávila, Antico también se desempeña como asesor de la AFA. Nada de esto debería sorprender, se trata de la misma persona que en los años noventa era uno de los responsables del control que ejercía la AFA sobre las señales de cable, entre ellas TyC.
En una comparación literaria, podríamos decir que Antico cayó en una tentación similar a la de Pantalecuya, protagonista de la obra del escritor peruano Mario Vargas Llosa, Pantaleón y las Visitadoras, que terminó enamorado de una de las prostitutas cuya labor debía controlar.
La tarde del 30 de junio de 2004, el ex presidente de Gimnasia y Esgrima de La Plata, Héctor Domínguez, dejó sus cargos de tesorero y miembro del Comité Ejecutivo de la AFA, para abocarse a su compañía de ómnibus Río de la Plata. El esfuerzo del dirigente tripero no fue suficiente, la transportista sufrió una crisis financiera que la puso al borde de la quiebra y ahora volvió a frecuentar los pasillos del edificio de Viamonte 1366 en su nuevo rol de asesor de Don Julio.
Ex número uno de Los Andes, Armando Tedesco, fue otro de los dirigentes que ocupó importantes cargos en TyC. Esta doble experiencia fue vital para integrar el Comité Ejecutivo de la AFA. Sus colegas recuerdan que “conciliaba los intereses contrapuestos pero, ante una situación terminal, siempre tiraba a favor de TyC”.
Según el Sistema de Antecedentes Comerciales Nosis, Banfield adeuda al fisco 277 mil pesos y le trabaron 29 embargos. Desde 1998 lo preside Carlos Atilio Portell, vinculado a la firma textil Nanque S.A. que le provee la indumentaria a la institución sureña.
Al titular de Banfield y a Nanque, el banco Lloyds los calificó como deudores irrecuperables. Esto no impidió que, en junio de 2004, Portell fuera designado tesorero de la AFA.
Con cada compra de una camiseta argentina, un vaso con el escudo de la AFA o cualquier otro producto relacionado con la selección nacional, la empresa Puntogol se lleva un porcentaje de la transacción. Dueña de la licencia oficial, en sus inicios esta firma fue regenteada por el actual titular del Banco Central y funcionario menemnista, Martín Redrado.
Encargada de elaborar e importar las prendas, la multinacional ISL cayó en bancarrota en 2001 y motivó el alejamiento del alguna vez considerado como un Golden Boy de las finanzas. El negocio recuperó su rentabilidad de la mano de cuatro hombres del círculo íntimo de Don Julio: su hijo y presidente de Arsenal, Julio Ricardo; el hoy titular de Independiente y ejecutivo del mercado asegurador, Julio Comparada; el hijo del sindicalista gastronómico Luis Barrionuevo, Alejandro y un tal Eduardo Martino que oficia como cara visible de este emprendimiento montado en la torre Blue Sky, un edificio construido en sociedad por el mismo Grondona y el cuñado de Carlos Menem, el ex diputado y ahora embajador, Emir Yoma.
El destino volvió a cruzar las vidas, y negocios, de Don Julio y su tocayo Comparada ya que el titular de los rojos de Avellaneda encabeza El Surco, una aseguradora con sede comercial en la porteña avenida Belgrano 522 y a la que la AFA le contrató la póliza de seguro por los espectadores que concurren a todo estadio del territorio nacional. Tal como consta en su balance, la prima anual trepa a los cinco millones de pesos.

Entrevista a Alejandro Dolina
“Es preferible resistir la tentación de sospecharse genial”
Por Fernando Neira

Por momentos indescifrable. Capaz de combinar elegancia con gustos populares, y, por sobre todas las cosas, un hombre que no improvisa el pensamiento. Bienvenidos al mundo de este verdadero cazador de fábulas.

Entró a la confitería del hotel pasadas las nueve de la noche, con las manos dentro de los bolsillos de su sobretodo negro, y con un visible gesto de malestar por el frío y la lluvia reinante de la noche porteña. A pesar de este inconveniente climático respondió distendido y amable a todas las inquietudes con su simpleza característica.
Desde hace unos pocos meses Alejandro Dolina decidió cambiar el lugar de emisión de su programa de radio “La venganza será terrible”, que sale al aire de lunes a viernes por Continental (AM 590) a la medianoche.
Abandonó la bodega del mítico café Tortoni para mudarse al amplio auditorio del recuperado hotel Bauen. “Con esta simple variante edilicia estoy colaborando con los trabajadores que mantienen esta inmensa y ampulosa estructura, y que para muchos de ellos es su única fuente de ingreso”. El hotel está ubicado en Callao 360 y consta de 20 pisos con 270 habitaciones y desde hace más de un año una treintena de ex empleados conformaron la cooperativa Buenos Aires Una Empresa Nacional (BAUEN) para afrontar la quiebra y mantener su fuente de trabajo.
Actualmente Dolina está atravesando uno de sus mejores momentos profesionales. Su último libro “Bar del Infierno” fue el más vendido en la Feria del libro, incluso superando al muy publicitado e infelizmente popular “Código Da Vinci” de Dan Brown. Es sabido que el autor de “Crónicas del ángel gris” es un personaje que por su naturaleza convoca multitudes de varias generaciones, será por eso que el día de la presentación oficial en el predio Rural de Palermo más de 4 mil personas se hicieron presentes para escucharlo.
Jorge Luis Borges decía que el infierno y el paraíso le parecían desproporcionados, y que los actos de los hombres no merecían tanto. ¿Qué es lo tan terrible que sucede en tu Bar del infierno? le pregunto. “Es un lugar incesante, un gran laberinto y nuestro destino es extraviarnos en sus encrucijadas. Pero lo peor de todo es, sin dudas, que no se puede salir de él, porque afuera no existe.”
A pesar de que su documento de identidad dice otra cosa, nació el 20 de mayo de 1949 en Morse, un pueblito de la provincia de Buenos Aires. Desde pequeño la muerte le produjo una enorme angustia y aún mantiene ese sentimiento que no ha mermado. “Siento que la muerte es una ofensa cósmica, si yo hubiera hecho el mundo nadie se moriría”, arriesga mientras bebe un sorbo de Coca Cola Ligths.
Cuando Dolina se ríe lo hace fuerte y sin mesura, su rostro devela por si solo las reiteradas operaciones estéticas que se hizo en los últimos tiempos, hasta pareciera que la comisura de los labios fuera a romperse por momentos. Cuentan, incluso, que en el baño de su casa hay tantos cosméticos como en el camarín de una top model.
Mientras aguardaba la llegada del entrevistado en la confitería del hotel un grupo de señoras muy coquetas charlaban en la mesa contigua. Al advertir que iban a escuchar el programa de radio, les pregunté qué era lo que más les atraía de Dolina. Con una revista “Caras” en la mano una de las mujeres de unos 50 años me contestó “su intelecto, su personalidad”. Entonces le repregunté si las operaciones que se hizo fueron innecesarias, “por supuesto, si con la labia que tiene en lo que menos nos fijamos las chicas es en su aspecto físico”, contestó algo efusiva.
Dolina es un confeso peronista de vieja ultranza y cree que dicha característica es la culpable del desprecio que muestran ciertos círculos intelectuales que no toleran su lealtad con la figura del general Juan Perón. “Ojo, yo soy peronista y no justicialista. No estoy pendiente de quién entra o quién sale de las filas del pejotismo. Lo máximo que hice por el partido fue cebar algún que otro mate en una Unidad Básica”, aclara.
A pesar de esta salvedad considera al presidente Néstor Kirchner como “una buena noticia dentro del infierno en el que se vive en el país”. Repentinamente se detiene en el relato y desde la mesa en que estábamos charlando, un tanto alejada del resto, observa con cierta incomodidad, o vergüenza quizás, como el mozo echa por la fuerza a una nena que mendigaba por las mesas de la confitería del hotel recuperado por los trabajadores, mientras que un joven pianista interpretaba una pieza de Chopin.
Se lo pudo ver presente en el acto de lanzamiento de la campaña a senadora de Cristina Fernández de Kirchner, aunque explica que fue “sólo para visitar a algunos viejos amigos que le habían pedido su asistencia”. Califica de valiosa la participación de la primera dama y de Hilda “Chiche” Duhalde en la política actual, aunque no le parece “correcta” la forma tan personalizada que tienen de actuar.
Dolina no se considera un precursor en la forma de hacer radio. “No me parece que haya hecho escuela con mi estilo. Sí es así habría que hacer algo al respecto, para impedirlo claro (risas). Yo no creo, no lo percibo, ni creo que sea bueno tampoco, cada uno debe buscar su camino. Aunque sé que hay algunos elementos que antes no existían en el medio y yo los he puesto de moda, o los he popularizado”. Y concluye, reflexionando: “siempre es preferible resistir la tentación de sospecharse genial”.
Se siente ajeno a la conformación actual del medio radial porque siente que “se editorializa todo el tiempo” y se diferencia del resto explicando que en su programa “intentan ir por un camino relacionado con lo narrativo y lo humildemente artístico o teatral”.
Dolina supo atravesar también momentos malos que amenazaron con eclipsar su carrera. A comienzos de la década pasada sufrió un fuerte desengaño amoroso que se pudo ver reflejado en su exitosísima creación “Lo que me costó el amor de Laura”. “En esa obra me gasté toda la guita que tenía, que no era tanta, tampoco”, cuenta. “Algunos de sus amigos dicen que lo que le costó el amor de Laura fue: dos casas, un auto, una quinta...”, le comento (Risas). “Y está muy bien gastado, ahí es donde lo gastan no sólo los hombres sensibles, sino los hombres tontos como yo, que son una desgracia para sus familias”.
Faltan 20 minutos para que comience el programa y le propongo dar una vuelta a la manzana, para observar como es su conexión con la ciudad y la gente. Sorprendido por la propuesta y, un poco molesto quizás, aceptó la oferta. El panorama de ese día inestable era angustioso, algún que otro cartonero haciendo su trabajo y no mucho más en la típica esquina porteña de las avenidas Callao y Corrientes.
“La ciudad está perdiendo carácter y misterio. Los criterios edilicios de estos tiempos no toman en cuenta en absoluto ni la belleza, ni la historia, ni una cantidad de cosas que deberían considerarse. Uno tiene derecho a la belleza, pero la ciudad se queda sin árboles, sin jardines, sin misterio”, reflexiona con un gesto de resignación frente al paisaje desolador del lluvioso jueves por la noche.
Ya de regreso al auditorio y apremiados por el tiempo, saludó y firmó ejemplares a cuanta persona se le acercó. Derrochando tranquilidad gracias a su experiencia, subió al escenario sin rituales previos para comenzar, al igual que desde hace 20 años, “La venganza será terrible”.

Se fue un tipo extraordinario

Su documento de identidad decía que mi viejo nació un 25 de agosto de 1933, aunque en realidad su cumpleaños era el 23 de agosto, se ve que ...