23.2.07

Panorama de las elecciones nacionales

La era del pingüino no corre peligro

Por Fernando Neira

El presidente Néstor Kirchner goza del más tranquilo amanecer electoral que se haya visto desde el regreso de la democracia. Incluso más placentero que el de Carlos Menem en ambas elecciones -1989 y 1995-. Repasemos. El riojano no nos olvidemos que tuvo que lidiar con ciertos condicionamientos internos y externos de los que carece actualmente el santacruceño. Por ejemplo Eduardo Duhalde siempre le jugó un contrapeso importante a Menem en la puja justicialista por el electorado bonaerense. Hoy parece ser que Kirchner no tiene alguien de calibre similar que le haga sombra en el mayor distrito electoral del país, es más su candidato –Daniel Scioli- parece ser el favorito en las encuestas.
La oposición es sin duda uno de los protagonistas excluyentes para que se de esta situación de parsimonia kirchnerista. Recordando la reelección menemista en 1995, si bien la obtuvo con más del 50 por ciento de los votos, el FREPASO con la dupla José Bordón y Carlos “Chacho” Álvarez sacaron el 30 por ciento, una cifra hoy impensada para cualquier sector de la oposición más optimista.
El justicialismo por su parte hoy se encuentra con algunos sectores en estado de fuga y esto le juega –aunque les parezca mentira - a favor al presidente. Algunos de estos políticos de la diáspora se asimilaron a la propuesta del ex ministro de Economía, Roberto Lavagna otros pasaron a responder al presidente de Boca Mauricio Macri, pero en ninguno de los casos no dejan de ser minorías dentro del partido y por lo tanto no arrastran ni por casualidad al resto del partido a restarle apoyo al oficialismo. Por lo tanto esto le permite a Kirchner hacer y deshacer con cierta voluntad y sin considerar estrictamente lo que diga su partido político.

Roberto Lavagna habló en estos días de que el oficialismo está intentando “destruir tanto al peronismo como al radicalismo”. ¿Esto que significa? Conformar una fuerza política superpoderosa y eliminar todo tipo de oposición firme. Esta declaración tiene parte de realidad y me parece muy interesante. Aunque difiero en que Kirchner y compañía sean los únicos responsables de debilitar la oposición, a mi criterio los principales responsables del debilitamiento de la oposición es la propia oposición y la falta de renovación idónea de sus propios integrantes.
Coincido también con Lavagna en que el gobierno actúa con un cierto grado de “Populismo superficial”, porque en reiteradas editoriales hemos dado cuenta de los golpes de efecto que utilizan para ocultar ciertas mañas de la vieja política. AFJP, medicina prepaga, pago de deuda etc.
Córdoba es un buen ejemplo respecto a esta postura de Kirchner frente a las elecciones, en este caso en las sierras. Los diarios de la provincia gastan litros de tinta hablando de los posibles candidatos juecistas y delasotistas para las próximas elecciones y de las posibles alianzas y traspasos. ¿Saben cuál fue la postura oficial respecto a esto?. Hasta pasada las elecciones nacionales Kirchner no va a pronunciarse públicamente a favor de ninguno de los dos candidatos porque quiere contar con el apoyo de los dos frentes. Si no cómo se explica que al oficialismo no les haya siquiera molestado que el actual intendente Luis Juez –algunos dicen delfín kirchnerista- se haya reunido hace pocos días con Domingo Cavallo, uno de los supuesto enemigos de la política económica que ellos dicen combatir.

Esta autonomía que tiene el presidente le permite también entre otras cosas, en el hipotético caso que se postule Cristina Fernández como presidenta, poner como vice a un no peronista como el gobernador mendocino Julio Cobos.

Volviendo al origen, lo que me preocupa es la falta de actividad de la sociedad, el conformismo o la indiferencia frente a lo que sucede. Seguramente esta actitud es producto de una percepción favorable de las cosas. El pensar “si está todo bien para qué me voy a calentar”. Pero ¿a qué les recuerda esta indiferencia masiva que hoy agobia a la sociedad?, ¿que fue lo que nos pasó la última vez que nos sentimos y nos comportamos de esta manera como sociedad?, y seguramente se les vendrá a la mente la cacerola en la mano. No planteo que la gestión de Kirchner sea igual a la de Menem ni mucho menos, simplemente digo que nos mantengamos alertas.

El presidente por su parte sabe que de acá a un tiempo considerable cuenta con una economía sustentable y con una oposición fragmentada y débil. Elisa Carrió la semana pasada criticó con dureza tanto a Lavagna como a Macri. Macri afianzo su alianza con Blumberg y se alejó de esta manera de Lavagna. Mientras que Macri sigue con la incertidumbre de presentarse para las elecciones a Jefe de Gobierno, donde realmente tiene chances o jugarse a hacer una gran elección nacional y quedar al menos con el papel de principal opositor a nivel nacional.

Mientras tanto, el tiempo pasa y juega a favor de Kirchner.
PERIODISMO Y CRÓNICA HISTÓRICA

REIVINDICACIÓN DEL PERIODISMO

Por Soledad Gallego Díaz

JOHN PILGER, UN REPORTERO INCÓMODO Y CRÍTICO, REÚNE EN ESTA ANTOLOGÍA 21 GRANDES TEXTOS PERIODÍSTICOS UNIDOS POR UN MISMO CONCEPTO DEL OFICIO. UNOS TEXTOS QUE PONEN EN EVIDENCIA LA ENORME CAPACIDAD DE SUBVERSIÓN DEL PERIODISMO CUANDO CAPTA CORRECTAMENTE EL SIGNIFICADO DE LOS HECHOS.

Cuando los periodistas "normalizan lo impensable para el público general" cometen uno de sus peores errores. Lo lamentable es que a menudo hacemos ese trabajo sin apenas saber hasta qué punto estamos en el borde de ese entramado propagandístico. Pero también es verdad que cuando un periodista es capaz de captar correctamente el significado de los hechos y trasladarlo a sus conciudadanos, entonces brilla como nunca su contribución al "noble empeño humano de no dejarse engañar".
Muchos se preguntan hoy día si el periodismo corre peligro de desaparecer. Si lo hace, es probable que no sea porque hayan cambiado sus soportes o porque triunfe internet, sino porque haya caído precisamente en manos de esa "normalización", de la propaganda y del espectáculo. Es posible que en medio de la gran crisis actual, que obliga a las grandes empresas de comunicación a cambiar su modelo de negocio, se produzcan grandes agujeros a través de los que, finalmente, esos poderes de la propaganda consigan su gran triunfo.
Es posible que jamás el periodismo haya sido tan vulnerable a esa amenaza. Pero también es más evidente que nunca la capacidad de subversión y de resistencia del periodismo que predica lo contrario y que conserva el espíritu de desobediencia. Esto es lo que piensa John Pilger y el motivo por el que ha elaborado esta magnífica antología de grandes trabajos periodísticos: como acicate para los profesionales, exigencia para los ciudadanos y, quizás, orgullosa reivindicación del oficio.
Pilger es un periodista australiano famoso por sus feroces críticas a los que considera periodistas pusilánimes, un polemista de la escuela de Noam Chomsky que provoca ronchas en los medios tradicionales. Pero todo el mundo, incluso esos medios, reconoce que es un reportero excepcional, uno de los que denunció el apoyo encubierto y cínico que proporcionaron muchos gobiernos occidentales al régimen camboyano de Pol Pot.
¡Basta de mentiras! es en ese sentido una lectura energética y provechosa. Los 21 artículos que recoge coinciden en una cosa: predican la desobediencia, la lucha tenaz y desconfiada frente a todos los poderes. La primera divisa de todos ellos es, probablemente, la que le enseñó a Pilger la gran reportera norteamericana Martha Gellhorn: "Nunca creas a los gobiernos, a ninguno, ni una palabra de lo que digan, observa con desconfianza todo lo que hagan".
El subtítulo del libro puede resultar engañoso. El periodismo de investigación que está cambiando el mundo. Es cierto que algunos de los reportajes incluidos pertenecen a ese género, por ejemplo el excepcional trabajo del equipo Insight de The Sunday Times que consiguió que la empresa fabricante de la talidomida terminara por indemnizar correctamente a sus víctimas. Un trabajo fruto, dice Pilger, no sólo de la excelencia periodística sino, sobre todo, de la voluntad moral de los integrantes de aquel equipo, dispuestos a pasar por encima de la verdad legal. Años más tarde uno de ellos, Phillip Knightley, escribe: "En las facultades de periodismo se cita aquel escándalo como ejemplo del mejor periodismo combativo pero el caso habla también de los fracasos del periodismo. El director del equipo, Bruce Pagem, nos preguntó: "¿Qué excusas podemos ofrecer por habernos mantenido al margen de todo este maldito asunto hasta que prácticamente fue demasiado tarde?". Una pregunta que debería abrumar hoy a muchos periodistas respecto a Irak y Guantánamo.
Sin embargo, el subtítulo es engañoso porque buena parte del contenido de la antología no responde a trabajos de investigación, sino a lo que constituye la primera y más clásica raíz del periodismo: el puro testimonio (ir, ver y contar), algo que sigue conservando un impresionante valor subversivo. Brilla como un auténtico diamante el trabajo actual de la periodista israelí Amira Hass, empeñada en dejar testimonio directo de los terribles efectos de la política de su país entre la población palestina. (Algún día Israel reconocerá que Hass merece ser incluida en la lista de héroes judíos).
Testimonios directos como el de la profesora Jo Wilding, testigo presencial del asedio de Faluya (Irak). Como el extraordinario de Wilfred Burchett en 1945, nada dispuesto a creer la verdad oficial según la cual, un mes después del bombardeo, en Hiroshima no pasaba nada. The New York Times tituló en primera: "Ninguna radioactividad en las ruinas de Hiroshima". Pero Burchett llegó a la ciudad y escribió en el Daily Express: "Martes, 16 de septiembre. Hiroshima. Escribo esto como advertencia para el mundo.
Treinta días después de que la primera bomba atómica destruyera la ciudad, la gente sigue muriendo de modo misterioso y horrible, personas que no resultaron heridas por el cataclismo, debido a algo desconocido que sólo puedo describir como peste atómica".
PERIODISMO QUE HACE HISTORIA

LA TRIBU DESDICHADA

Por Manuel Leguineche

LAS GUERRAS DEL SIGLO XX HAN SIDO CONTADAS A TRAVÉS DE LA PRENSA ESCRITA Y DE LA RADIO HASTA LA 2ª GUERRA MUNDIAL, DESPUÉS LA TELEVISIÓN SE INCORPORÓ EN VIETNAM A LA COBERTURA PERIODÍSTICA Y, POR ÚLTIMO, LA GUERRA EN LA EX YUGOSLAVIA O EN IRAK HAN SIDO TRANSMITIDAS DE MANERA VIRTUAL. NO OBSTANTE, LOS PERIODISTAS HONESTOS SIGUEN ASPIRANDO A SER TESTIGOS DE PRIMERA FILA.

La tribu desdichada. Apartaos de mi camino, miserables borrachos", era la frase con la que el general Kitchener obsequiaba a los corresponsales de guerra en Sudán, tal y como recoge Philip Knightley en su libro La primera baja. Los soldados venían a ser algo así como los corresponsales de guerra, mal avenidos y borrachos.
Hace falta mucha vocación para aguantar un ritmo tan infernal y un desprecio tan profundo. Pero el periodismo de investigación no ha cedido y sigue dando disgustos a los generales, a los patrones de las grandes empresas y a los altos funcionarios. Hace falta mucho cuajo para resistir día a día tantas dificultades. Conocimos las que sufrieron (y gozaron) Woodward y Bernstein en el curso de su trabajo en el Watergate.
Pero ése es sólo un emblema del oficio. Hay otros muchos casos en los que la persecución de la noticia y la identificación de los culpables o de los responsables fue voraz e indeclinable. En todos esos casos triunfó el periodismo de investigación.Estos periodistas son los que fueron llamados el siglo pasado muckrakers, o sea, los que hozan en la basura. Para acceder con éxito a este tipo de periodismo se necesita entre otras cosas tiempo, persistencia y dinero.
En los países en los que no ha triunfado el periodismo de investigación, resulta una tarea imposible, y hay otro dato: una sociedad impermeable al secreto, que huye de las fuentes. Nada se puede hacer con ese tipo de individuos que no sueltan prenda. Pero se trata de no abandonar su presa que es lo que hace del periodismo un arte y una búsqueda de la verdad.
"Cuando llega una guerra la primera víctima es la verdad", dijo una vez el senador norteamericano Hiram Johnson. El servicio de prensa fue hasta que llegó William Howard Russell una emanación de los ejércitos.
"Apartaos de mi camino". Privados de las fuentes del conocimiento, los corresponsales debieron batirse contra los guardianes del tesoro: ni una palabra salía de sus labios que contuviera algún secreto. Se trataba de abrir la Caja de Pandora y descubrir relaciones nuevas. Russell -que está enterrado en la londinense catedral de San Pablo, bajo una placa que reza: "El primero y más grande de los corresponsales de guerra"- rompió con ese esquema de sumisión a las autoridades militares. Se puso a informar por su cuenta, a moverse en mula por el frente hasta donde le dejaban, a informar con veracidad in situ.
Su brillante crónica de la carga de la Brigada Ligera en The Times del 14 de noviembre de 1854 llevó la consternación a la opinión pública británica. La verdad era una píldora amarga y Russell, el primer testigo incómodo. Se llamó a sí mismo "el mísero padre de una tribu desdichada". Russell estaba, a pesar de todo, hecho de la madera de los héroes que gustaban a los militares, patriotas antes que reporteros.
La Primera Guerra Mundial fue todavía tiempo de la Galaxia Gutenberg. La Segunda Guerra Mundial traería la hegemonía de la radio; Vietnam, de la televisión, y el Golfo o Kosovo, de la realidad virtual. Martha Gellhorn, tercera esposa de Hemingway y una de las mejores corresponsales de todos los tiempos, afirmó que Vietnam había sido la última guerra de los enviados especiales.
Ella misma fue expulsada de Vietnam a mediados de los sesenta por sus investigaciones sobre abusos y casos de corrupción. Otro testigo incómodo.Churchill aseguró que después de las guerras atómicas vendrían las guerras atomizadas, eso es lo que puede estar pasando ahora en Congo, Irak, Darfur y tantos otros puntos negros que empiezan o se desarrollan donde siempre, en Oriente Próximo. Ahora, y no sólo ahora, van todos los periodistas juntos y les dejan algo de libertad para disimular, con cuentagotas.
Hay quienes prefieren estas guerras masificadas en las que se les controla mejor a los de la tribu. Las mismas ruedas de prensa, las mismas declaraciones, la misma rutina, y llegarás a la conclusión de que desde donde mejor se informa es desde Washington. Algunas de las mejores exclusivas han nacido allí, no en el ardor de la batalla ni en las trincheras, son guerras que se desarrollan en los despachos.
Sin embargo, los lectores necesitan descripciones dramáticas y un material así, caliente, no se logra desde los hoteles, sobre los miradores de la guerra o sobre la base de los partes oficiales que el ejército entrega en forma de observaciones de un testigo ocular. Hay que arriesgar, acercarse a primera línea. Más lejos, la foto no vale. Más cerca puede ser una traición a la patria. El periodismo confundido con el espionaje. Nada hay que hacer que dañe al ejército propio. Para ellos, el periodista debe ser antes un patriota que un cronista civil por libre. Cualquier cosa que diga o escriba servirá como información para el enemigo. Ya dijo Napoleón que prefería el control de los periódicos a una división en combate.
Un historiador escribió que, debido a los propagandistas del Estado Mayor y a los empeñados en ignorar las derrotas, "no hubo periodo más ignominioso en la historia del periodismo que los cuatro años de la Gran Guerra". En 1917, en la batalla de Somme, cayeron divisiones enteras. Los aliados perdieron 600.000 hombres en una sola batalla. Los diarios se olvidaron de la noticia por temor a un colapso de la moral de combate, a una crisis en el alistamiento de reclutas o a un levantamiento general que se vislumbraba en el horizonte. No sólo es que sufriera la verdad, sino que los periódicos se transformaron en aparatos de propaganda.
En las trincheras españolas de 1936 se inició un debate a cara de perro sobre objetividad y compromiso. Los corresponsales acreditados en el bando de la República fueron por lo general abanderados de la causa, lo mismo que los del bando franquista. Eran más los destinados a tomar partido que los defensores de la vía descriptiva, distanciada, que contaba los hechos sin editorializarlos. "¡A la mierda con la objetividad, gritó Martha Gellhorn, aquí lo que está en juego es la derrota del fascismo!".
Este debate no ha terminado aún, porque las dos escuelas de pensamiento compiten ásperamente. Hemingway fue un mal corresponsal de guerra: cuando la República se derrumbaba en todos los frentes, anunciaba en sus periódicos canadienses su inminente victoria. El corazón le pudo a la cabeza.Hoy las líneas morales se entrecruzan. Las guerras son un batiburrillo de violencia y crueldad si es que se le puede llamar guerra a una sarracina como en Irak. Hay pocas guerras entre naciones, son más entre vecinos, entre partidos, ya no hay reglas del juego, tampoco se venden más periódicos, eso quedó en el conflicto de Vietnam, por ejemplo, en el My Lai, de Seymour Hersh. Hoy se utilizan otrasvías, el libro reportaje con revelaciones de un político presente; documentales de autor, Michael Moor, etcétera. Y con frecuencia estos choques duran mientras dura el dinero para sufragarlos.
Alguien dijo cuando se reunieron miles de periodistas en el frente de Kosovo que aquello parecía el Tour y no le faltaba razón. Las guerras son ruedas de prensa sucesivas. Peter Arnett se salió de la pista al intentar, como en otros tiempos, contar la guerra secreta de Laos. Hay poco espacio para las exclusivas, si es que queda alguno. Hay cosas del género rearme nuclear de Corea del Norte o Irán, pero merece más la pena ocuparse del cambio climático. La guerra nunca pasará de moda, pero habrá grados. ¿Vuelven las guerras atómicas? ¿Y otra vez con el equilibrio del terror?

Se fue un tipo extraordinario

Su documento de identidad decía que mi viejo nació un 25 de agosto de 1933, aunque en realidad su cumpleaños era el 23 de agosto, se ve que ...