28.5.18

El rol del periodismo en la Babel digital

El exceso de datos en las redes sociales hipnotiza y desinforma. Pero muchos lectores, alertados por la manipulación de la opinión pública, vuelven de a poco a las fuentes y eligen pagar por contenido de calidad.

Por María Eugenia Estenssoro (*)


Nunca en la historia de la humanidad, los seres humanos tuvimos tanta información al alcance de la mano como ahora. Con un clic o dos, las bibliotecas del mundo, todos los diarios, películas, documentales, programas de radio y televisión del planeta se despliegan instantáneamente (y casi siempre gratuitamente), en la pantalla de nuestro celular, computadora o televisor.
¿Qué diría Borges, frente a esta infinita biblioteca digital? “Yo, que me figuraba el Paraíso bajo la especie de una biblioteca…”, escribió en su "Poema de los Dones".
Sin embargo, este Edén tecnológiconoticias falsas y textos apócrifos y anónimos que se replican por millones en las redes sociales.
 tiene un lado B, acechado por
Son habituales las campañas políticas orquestadas por trolls para manipular a la opinión pública, como ocurrió con el Brexit en Inglaterra y el triunfo electoral de Trump en Estados Unidos. Este lado B se parece más a la Torre de Babel que al Paraíso.
Cuenta el Génesis que los hombres, en su afán por ser como dioses, construyeron una torre de ladrillos para llegar al Cielo. Por desafiarlo, Dios los condenó a hablar en lenguas incomprensibles entre ellos.
Jorge Luis Borges retoma este mito y crea “La Biblioteca de Babel”, que contiene todo el conocimiento humano. Pero los hombres pronto descubren que los lomos de los libros no coinciden con su contenido y que la mayoría, escritos en letras y en código, están plagados de incoherencias (toda similitud con la realidad es una simple coinciencia).
En este siglo XXI saturado de información, los ciudadanos corren el riesgo de estar cada vez más desinformados. Por eso, el periodismo de calidad vuelve a recobrar gran relevancia.
The New York Times, uno de los diarios más prestigiosos del mundo, tomó la delantera. Hace unos años, cuando las redacciones se achicaban por la pérdida de lectores frente a la competencia de Facebook e Internet, contrató a cientos de técnólogos para apuntalar con innovación e inteligencia artificial la tarea de de los periodistas.
Frente a las diatribas que el presidente Donald Trump descarga a diario contra la prensa independiente, el periódico neoyorquino lanzó una campaña publicitaria revalorizando el rol del periodismo como custodio de la verdad. Sus suscriptores pagos llegaron a 2 millones.
En la Argentina, este proceso ya comenzó. Un joven periodista de la nueva generación, Agustino Fontevecchia, del diario Perfil, expresó con claridad los desafíos de la prensa.
Ante el dilema de las noticias falsas y el hecho de que Google y Facebook concentran el 80% de la publicidad en la web, pero no se hacen cargo de la veracidad de la información que circula por sus redes, escribió: “Las fake news (noticias falsas) son una especie de cáncer de la web que nacen como consecuencia de los modelos de negocios de Google y Facebook… Para hacerle frente, entonces, lo que necesitamos son mejores medios profesionales que inspiren confianza y seriedad, que se ganen a la audiencia con coberturas corajudas y objetivas, aprovechando tanto la tecnología como las históricas técnicas periodísticas”.
En Europa y Estados Unidos, los gobiernos y los poderes Legislativo y Judicial están evaluando que las leyes antimonopolio y de responsabilidad editorial se apliquen a los gigantes tecnológicos.
Se estima que, en unos años, gran parte de la tarea de recolección y distribución de datos se hará con robots de inteligencia artificial. Las compañías Narrative Science y Audience Insights ya usan bots para escribir noticias deportivas y financieras.
“Ahora nadie necesita que le cuenten lo que pasa porque eso ya se lo cuentan de forma directa gracias a Internet y las tecnologías digitales”, explicó Juan Luis Cebrián, el presidente del grupo PRISA y uno de los fundadores del diario El País de Madrid. Con 18 millones de usuarios únicos en España y Latinoamérica, el editor es muy optimista. “Hay tanta confusión en las redes sociales, que la sociedad y los lectores aprenderán a elegir entre los medios vituperantes y los medios rigurosos.”
¿Qué es el rigor periodístico? Chequear la idoneidad de las fuentes, consultar a todas las partes involucradas, investigar al poder cueste lo que cueste, defender la democracia y las libertades individuales. “Lo que le queda al periodismo profesional, en un mundo inundado de información. es la reputación profesional y la calidad del análisis,” asegura Manuel Castells, especialista en redes sociales.
La prensa es una profesión protegida por la Constitución, por ser garante del derecho a la información y la libertad de expresión de los ciudadanos. Por eso no podemos dejar que se convierta en una mercancía, o en una herramienta más del marketing político y los negocios.
En medio de la convergencia tecnológica, muchas empresas periodísticas se están fusionando con compañías de telecomunicaciones, proveedores de Internet o de comercio electrónico.
Fernando Ruiz, un especialista en medios y democracia, señaló recientemente que el “periodismo puede llegar a ser un subproducto de las grandes empresas de e-commerce”. Eso sería, realmente, una mala noticia, no sólo para los periodistas sino para la democracia.
Jeff Bezos, el fundador de Amazon, la mayor empresa de comercio electrónico del mundo, compró The Washington Post en 2013 y demostró lo contrario: que el buen periodismo puede ser rentable.
El diario que denunció los casos Watergate y The Pentagon Papers, inmortalizado en las películas “Los Hombres del Presidente” y “The Post”, languidecía en medio de la turbulencia digital. Bezos lo modernizó tecnológicamente, contrató más periodistas y alentó a los editores a enfocarse en captar lectores que pagaran por información de calidad. El diario alcanzó un millón de suscriptores, superando a The New York Times en Estados Unidos.
El periodismo serio está ganando adeptos. En Argentina también. Muchos ciudadanos están volviendo a las fuentes. Quieren comprender de qué se trata. No quieren extraviarse en la hipnotizante Babel informativa. Buscan editores y periodistas confiables que los ayuden a a discernir qué es mentira y qué es verdad.
* María Eugenia Estenssoro es periodista y ex senadora nacional.
Artículo publicado en el diario Clarín. 

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