15.5.09

Táctica y estrategia

Por Fernando Neira (*)


Al igual que algunos técnicos del fútbol argentino que especulan hasta minutos antes del inicio del partido para develar las formaciones de sus equipos, los políticos de turno hicieron lo propio para oficializar las listas de los candidatos para los comicios parlamentarios del 28 de junio.

Esta actitud, reprochable por cierto por la falta de internas y el exceso de billeteras, le dio a los medios de comunicación la posibilidad de derrochar millones de bits para tejer todo tipo de hipótesis acerca de quién entraba y quién se quedaba afuera, y no tanto para debatir otros puntos importantes.Desde que estalló el bipartidismo en la Argentina a comienzos de la última década, fue tal el deterioro de las instituciones partidarias clásicas, que en la mayoría de los casos los votantes se están viendo obligados a elegir “personalidades” o “caras conocidas” dentro del abanico político. En algunas ocasiones funcionarios con una basta trayectoria política, buena o mala, y en otros sólo por un reconocimiento mediático en otras áreas. Pero en ambas opciones basándose en las experiencias previas de estos personajes y no tanto en la estructura y el recorrido histórico del frente por el cual se presentan a la elección.


No es nuevo el hecho de que los políticos de raza recurran a figuras del espectáculo o del deporte para captar votos. Basta sólo con recordar algunos ejemplos resonantes como el de Ramón Ortega en Tucumán o Carlos Reutemann en Santa Fe, que surgieron bajo el padrinazgo del ex presidente Carlos Menem. Para estás elecciones de término medio se han barajado cientos de nombres, que fueron desde la actriz Nacha Guevara, (que irá tercera en la lista oficialista en la provincia de Buenos Aires), hasta la Tigresa Acuña, que ocupará el cuarto lugar en la boleta de concejales del PJ en el partido de Tres de Febrero.


Estas estrategias no suelen ser otra cosa que manotazos de ahogados, ya que son contados los casos donde estás figuritas externas a la política trascienden como grandes funcionarios. Si bien suelen tener previamente una buena aceptación en el votante, la relación que establecen suele ser epidérmica o muy superficial. Pero al momento de escucharlos debatir conceptos o de rascar un poco más en profundidad, las diferencias salen a la luz. A quién no se le erizó la piel cuando la vedette Moria Casán dijo que adoraba a Juan Domingo Perón porque el general “era un enamorado de Adolf Hitler y Benito Mussollini”.


Los medios masivos son los que les dan espacio y fogonean este tipo de discusiones sin sentido que no hacen más que alejar a la gente de la vida política. Habrá que preguntarse por qué aquellos candidatos racionales que quieren debatir ideas o proyectos concretos no aparecen tanto en pantalla, y cuál es verdaderamente la franja de aceptación de la sociedad que los consume. Y a prepararse porque el partido recién comienza.


(*) Artículo publicado en la revista política Cuarto Intermedio (www.cuartointermedio.com.ar)

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