2.8.07

Romea y Julieto

Debería darse por confirmado que el llamado kirchnerismo fue concebido por Montescos y Capuletos –es decir, por presuntos contrarios– en medio del último gran tumulto nacional.

Por Edi Zunino

“¡Cómo enseña a brillar a las antorchas! En el rostro de la noche es cual la joya que en la oreja de una etíope destella... No se hizo para el mundo tal belleza. Esa dama se distingue de las otras como de los cuervos la blanca paloma.” Romeo Montesco (En Romeo y Julieta, de William Shakespeare.)

“Que no tenga dudas el país, que se viene un gobierno mucho mejor del que me tocó llevar a mi adelante, que se viene la profundización del cambio. Cristina será el nuevo amanecer de la Patria”. Néstor Kirchner (En la Casa Rosada, 20 de julio de 2007.)

“¡Sí, está amaneciendo! ¡Huye, corre, vete! Es la alondra la que tanto desentona con su canto tan chillón y disonante. (...) ¡Vamos, márchate, que la luz ya se acerca!” Julieta Capuleto (En Romeo y Julieta, de William Shakespeare.)

“A usted, Presidente, los argentinos no lo van a olvidar. Lo único que espero, y permítanme un ejercicio de egoísmo personal –porque todos somos un poco egoístas-, espero que no lo extrañen demasiado”. Cristina Fernández de Kirchner (En el Teatro Argentino de La Plata, 19 de julio de 2007.)

Debería darse por confirmado que el llamado kirchnerismo fue concebido por Montescos y Capuletos –es decir, por presuntos contrarios– en medio del último gran tumulto nacional. Ahí está para comprobarlo una extensa fila de ex montoneros, ex menemistas, ex duhaldistas, ex cavallistas, ex frepasistas, ex piqueteros, ex radicales y otros ex que, abdicando prolijamente de sus pasados políticos, buscan convertir en un éxito rutilante la estrategia que debería convertir a la actual Primera Dama en presidenta y al Presidente, en novedosa primera dama. Al cabo del reciente viaje de Cristina K a España, el historiador y a la vez subdirector de Relaciones Internacionales del diario El País, Miguel Angel Bastenier, acaba de definir la movida en los siguientes términos: “Mejor Kirchner-Fernández que Kirchner y Cia o que el kirchnerismo, para lo que es un poco pronto, aunque exista un evidente afán de que todo esto acabe en un kirchnerato.
Cristina Elizabeth Fernández de Kirchner, senadora, 54 años bien llevados con ayuda de la ciencia, es la primera piedra de un intento de ocupación a largo plazo de la jefatura del Estado por un matrimonio político, que puede llegar a rivalizar con otra pareja histórica, la del coronel Juan Domingo Perón y su esposa, la ex actriz y pasionaria de los descamisados, Eva Duarte”.
En síntesis, y más allá de algunas albricias públicas expresadas por la dirigencia hispana, lo cierto es que la visión eternizadora de los K ya trascendió las fronteras. Y promete convertirse pronto en materia de debate en más de un foro académico internacional. A Cristina se la ve un tanto crispada a la hora de explicar el experimento. Desde el lanzamiento de su candidatura en un teatro de La Plata hasta su estreno en la Madre Patria, debió entretenerse en aclaraciones como las que siguen: u “De aquí en más, soy Cristina Fernández o Cristina a secas”. u “Todo lo que soy me lo gané en elecciones”. u “Yo no quiero heredar nada de Evita ni de Kirchner”.
Es complejo el dilema de la señora. Como el joven Romeo al enterarse de que la hermosa Julieta era una Capuleto, a nuestra ya madura Romea parece erizársele la piel cuando alguien “descubre” que su amado Julieto –un “hombre poco común, aunque no un héroe”, según ella misma– es un Kirchner, con quien está casada desde 1975 y a quien casi seguro deberá aceptarle el bastón de mando el próximo 10 de diciembre.
El dislate no parece tener otra válvula de escape posible que el desarrollo, más temprano que tarde, de dos alas coincidentes y a la vez competitivas en el seno del Frente para la Victoria: algo así como un “nestorismo” por un lado y un “cristinismo” por el otro, polos que hace rato vienen insinuándose, aunque sin conflicto, acaso para ir abriéndole espacio a su nominación.
El problema de la política es que aquello que se actúa a paso de comedia en las alturas del poder, suele traducirse como tragedia cuanto más se llega a la base de la pirámide. Lo que por arriba “se dice”, por abajo “se hace” sin medir costos o consecuencias Traduzcamos: cuando Cristina niega su parte de Kirchner, está avisándole a un montón de kirchneristas que su tiempo en la función pública va llegando a su fin. De hecho, en el Teatro Argentino de La Plata lo hizo sin demasiados rodeos al criticar al propio entorno de su esposo porque ninguno de esos caballeros hubiera dado el paso al costado que él dio, habiendo podido quedarse otros cuatro años. Traduzcamos un poquito más: si Cristina dijo lo correcto, ¿por qué sería de esperar que la mayoría de los candidatos a futuros ex ministros o ex secretarios se vaya a casa sólo dando las gracias? El armado de las listas legislativas para las elecciones de octubre estará signado por esas tensiones. Se pregunta el editorialista español M. A. Bastenier, ya citado más arriba: “¿Qué queda de aquel peronismo en la actual versión de Cristina Fernández? ¿Una socialdemocracia europeizante en un conventillo?” Romea y Julieto. Versión sureña de la obra de William Shakespeare. No se la pierda. Está para alquilar balcones.

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Su documento de identidad decía que mi viejo nació un 25 de agosto de 1933, aunque en realidad su cumpleaños era el 23 de agosto, se ve que ...