5.9.06

¿Por qué y por quién marcha Blumberg?

Por Fernando Neira

Como no podía ser de otra manera, hoy trataré un tema que ocupa el primer lugar en la agenda política y mediática de esta semana. Los lectores fieles de Babilonia Periodística ya deben imaginar de qué se trata y, en caso de no ser así, les develaré el misterio de entrada: analizaré la marcha que encabezó este último jueves el ingeniero Juan Carlos Blumberg en la Plaza de Mayo.

Los medios masivos hicieron una gran cobertura, todos los canales de aire y algunos de cable transmitieron en directo el discurso del padre de Axel, el joven que fuera víctima de un secuestro seguido de muerte a manos de la banda delictiva del Oso Peralta.
Pese a los kilómetros de tinta y las horas en el eter, el gran debate radicó en saber si los concurrentes habían sido 40 o 70 mil, como si la cantidad incidiera en el fondo del problema.
Cualquiera de las dos cifras no deja de ser importante, una señal de alerta para el gobierno del presidente Nestor Kirchner, mucho más si se recuerdan algunas declaraciones que podríamos calificar como intimidatorios por parte del oficialista y actual Subsecretario de Tierras para el Hábitat Social, Luis D´Elia.
Pero quizás, resulte más interesante rever cómo estaba compuesta esa multitud que, y en esto todos coinciden, mermó su número de asistentes en comparación con la marcha inicial de mediados de 2004 y que pregonaba otro tipo de cuestiones. El gobierno afirmó que celebraba “que aquello que había comenzado como una convocatoria masiva de independientes, pasó a ser una mínima expresión de derechistas”. Puede se que esta vez tengan un poco de razón en lo que se refiere a este punto.

Ahora bien, la composición, ustedes la habrán visto, gente mayor, sin grandes preocupaciones económicas, ex militares, algunos ciudadanos que sufrieron la desgracia de la perdida de un ser querido a manos de delincuentes (algo que se incrementó en los últimos tiempos y que repudiamos). Sin embargo, paradójicamente compartieron el espacio junto con ex miembros de la policía bonaerense exonerados por graves irregularidades, todo esto dicho por el propio Ministro de Seguridad, León Arslanián. ¿Por qué digo paradójicamente? Debido a que esos mismos uniformados que se suman a las marchas de Blumberg, están implicados en los mismos delitos que exasperan a la gente que alega movilizarse en contra de la inseguridad.

En los años 70 donde realmente la censura era censura y donde los dictadores eran dictadores, la estrategia de los tiranos de turno era fomentar la sensación de inseguridad para que la ciudadanía les convalidara su accionar represivo.
La derecha criolla e internacional cabalga sobre el miedo de la gente y, sin dudas, encontró en el petitorio de Blumberg una vía para captar la atención de la opinión pública. Yendo directamente a los beneficiados, para ser más concretos y citar algunos ejemplos: la dupla Ricardo López Murphy y Mauricio Macri, quienes ya no saben como ganarse el voto de sectores sociales, especialmente del interior, donde no alcanza con la popularidad que brinda la presidencia del club Boca Juniors. También son beneficiados, el ex comisario Luis Abelardo Patti y Cecilia Pando que aprovechan la marcha para cargar contra la política de derechos humanos que lleva adelante el presidente Néstor Kirchner.

Ahora volviendo a la composición de la marcha, y a la legitimidad o no de los reclamos, yo cubrí las dos primeras marchas, la inicial de 150 mil personas y la del 2005. Y les contaré una pequeña anécdota que refleja un poco el prefil de los concurrentes, mientras caminaba por la avenida Callao a dos cuadras del Congreso de la Nación un padre le comentaba a su hijo: “Ves lo que es una marcha con gente en serio, mirá la calidad de las personas, esto no tiene nada que ver con los cortes piqueteros y los neumáticos quemados”. Por supuesto que nada tiene que ver.

Y por qué antes les nombré la palabra legitimidad, porque parece ser que hay quienes nacen en determinados sectores sociales y que por ello se hacen acreedores al derecho de reclamar, de defenderse, de exigir cosas -no importa si son concretas u abastractas- y otra porción de la ciudadanía que nace SIN derecho a nada y, cuando protestan, los definen con alguna figura del Código Penal como el corte de calles.
En el primer escalón del ranking de las preocupaciones más importantes de los marchantes y con un 60%, se encuentra el tema de la Seguridad y en segundo lugar, con un 30 %, aparece la problemática de las calles en mal estado. No surgen asuntos vinculados con la educación, el hambre ni, mucho menos, con la creciente desigualdad y la distribución de la riqueza.

Y Blumberg, que sólo focaliza en la criminalización de la pobreza, pretende solucionar el problema –que es real, que existe con mayor gravedad que lo que gobierno nacional reconoce y en esto el padre de Axel tiene razón- construyendo cárceles y reduciendo la edad de imputabilidad de los menores. Es un error, incluso electoralmente hablando, va a tener que ampliar un poco el espectro si quiere consolidarse como candidato en las próximas elecciones legislativas o presidenciales.

En su discurso del jueves tocó el tema de la urbanización de las villas de emergencia, mientras atónitos algunos por debajo del escenario se preguntaban ¿qué eran los barrios de emergencia?

Todos sabemos que los políticos que son fuertes en un tema puntual, no las suelen ir muy bien en las urnas, aunque ese tema sea algo tan urgente de solucionar como la seguridad. Pero no hay que olvidarse que para unos la Seguridad es una cosa y para otros es otra, para algunos la Policía y la Justicia representan una cosa y para otros otra totalmente distinta.

Mientras Juan Carlos Blumberg sigue insistiendo en que no será candidato, los diarios de mayor tirada del país el día sábado lo ubicaron en un lugar de privilegio en las portadas. “La gente me pide que haga política, y me pide que sea presidente” fueron algunos de los títulos más resonantes. Quiénes son los que lo quieren en la política, y quiénes lo quieren como presidente, espero que después de esta columna ya se lo imaginen.

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