23.3.06

Las crónicas de Neira

Por Fernando Neira

Si por el título de la nota piensan que van a encontrarse con fábulas de brujas y roperos mágicos que conducen a un mundo fantástico, debo decirles que, en parte, están equivocados. Si aún no se desilusionaron y dejaron de leer la crónica paso a contarles que a continuación intentaré contarles por qué permaneció cerrado Babilonia Periodística por casi un mes, al menos lo considero necesario por respeto a los fieles lectores del sitio que preguntaban por mail cuándo se volvía a poner en funcionamiento.
Se podría decir que cumplí con uno de mis tantos sueños de adolescente: me fui a recorrer el Sur argentino. Una buena porción de la Patagonia.
El sábado 25 de febrero comenzó concretamente el viaje, junto con mi novia (gran organizadora y excelente copiloto, al margen de otras cualidades). Después de recorrer gran parte de la ruta 5, de pasar por el extenuante camino denominado “Conquista del desierto” en La Pampa, finalmente llegamos a la capital Neuquina.
Por su ubicación geográfica es un lugar de parada casi obligada para los viajantes que desean ir a los centros turísticos que están más al sur de la provincia. Sabiendo de esta necesidad, los comerciantes y hoteleros se aprovechan económicamente e insinúan a los viajeros que no se les ocurra quedarse a conocer un poco más esa ciudad con 220 mil habitantes a la vera de los ríos Limay y Neuquén, de gran crecimiento en los últimos años.
Debido a un pequeño percance con el alternador del querido VW Gol la estadía en la capital se extendió hasta el lunes, así que optamos por conocer un poco más, la costanera, el centro comercial y aprovechamos para ver una exposición del artista plástico León Ferrari en el Museo Nacional de Bellas Artes. Superado este inconveniente técnico (Gracias al señor Sánchez, el Borges de los alternadores) continuamos el trayecto hacia Junín de los Andes.
También este lugar es conocido como la “Patagonia Originaria”, ya que es un lugar ancestral de la Cultura Mapuche y en donde el hombre aún no ha irrumpido en contra de su belleza natural y agreste. El mini centro turístico es el lugar elegido por los visitantes que desean recorrer el Parque Nacional Lanín. 60 Kilómetros separan a la ciudad del volcán homónimo, cuya cumbre es tan ansiada por cientos de alpinistas que en todas las épocas del año se lanzan a la aventura.
Está de más decir que la adrenalina de ascender una montaña es enorme, pero nosotros esta vez preferimos hacer algo más tranquilo dentro del parque y nos dedicamos a recorrer otro tipo de circuitos, como por ejemplo a navegar por los lagos Huechulafquen y Epulafquen, este último lindero del volcán Achen Niyeu a centímetros de la Cordillera (que en lengua Mapuche significa: que está caliente). Es uno de los pocos a los cuales se los considera activos, ya que hace apenas 400 años estaba en erupción. Y la huella que dejo fue impresionante y muy visible, desintegró todo la vegetación que tenía por delante y conformó un escorial de lava de 6 kilómetros de largo y 3 de ancho hasta hundirse en un lago transparente de paredes totalmente perpendiculares de 200 metros de profundidad.

RECUADRO: MAPUCHES
Según me contaron la identidad del pueblo milenario Mapuche surge de la relación con el WAJ MAPU (territorio). Es el rol de las CE (personas) ser guardianes, encargados de mantener el equilibrio entre los distintos Newen (fuerzas o energías).
Cada Mapuche tiene un Kvpan (origen familiar) y un Tvwvn (origen territorial). Así cada persona es única porque posee una ascendencia de sangre, de territorio, de espiritualidad y de energías que le son propios. Ya dijimos que el Tvwvn es el origen territorial del cual provienen, el espacio natural les da una característica determinada, la cual establece la Identidad Territorial.


Solo a 45 kilómetros de la poca difundida ciudad de Junín se encuentra la imponente y publicitada San Martín de los Andes, a orillas del lago Lacar. Les quiero confesar que a principios de 2005 cuando se empezó a gestar con mayor seriedad la concreción del viaje, el destino que más me interesaba y del cual esperaba que me deslumbre más era este y lamentablemente debo decirles que no me devolvió todo lo que esperaba. Es cierto todo lo que se dice acerca de San Martín, que tiene paisajes preciosos, un centro cívico muy completo donde todo es perfecto, la gente es linda, rubia y de ojos claros, las 4x4 son nuevas, las cabañas son preciosas y conforman una armonía arquitectónica, etc. Y quizás por esto no me llenó del todo, pero al fin y al cabo, no es culpa de la ciudad que la hayan pinamarizado al extremo.
Por suerte planificamos con anterioridad parar a 2 kilómetros del centro, la distancia suficiente como para que la ciudad vuelva a ser lo que fue hace algunos años, el “lugar de los sentidos”. Acampamos en el camping Playa Catritre y la estadía fue genial, armamos la carpa a orillas del Lacar, nos metimos al agua, tomamos sol y cocinamos con un anafe portátil con vista al lago al mejor estilo Gourmet. Obviando que no llevamos la suficiente ropa de abrigo para la noche, se podría decir que la experiencia fue totalmente positiva.
La próxima parada fue Villa La Angostura pero antes nos esperaba una ruta bastante intensa, conocida como “Circuito de 7 lagos”. La primera parte del recorrido, la cual era comprendida por los lagos Machónico, Villariño y Falkner, se hace fácilmente gracias al buen estado de los caminos. En cambio el trayecto del Escondido, Espejo y Correntoso se hace más dificultoso por el ripio y la estreches de los caminos, pero no por ello menos impactante que los anteriores.
Llegó el turno de Villa La Angostura, y es difícil empezar a describir su belleza, es una ciudad de bosques y cumbres nevadas que junto a su característica arquitectura de montaña realzan un espíritu de aldea aún vigente.
La Villa es refinada, moderna, acogedora, y se distingue de otras localidades cordilleranas por haber encontrado una armónica convivencia entre la naturaleza y el hombre. Por la temporada del año en la que fuimos no pudimos apreciar una de las principales atracciones de esta ciudad, el centro de ski Cerro Bayo, aunque nos dimos el lujo de alojarnos en una cabaña a orillas de ahí, desde donde podíamos vislumbrar su gran inmensidad.
El Bosque de Arrayanes se merece realmente un capítulo aparte, simplemente porque es un lugar mágico y único en el mundo, al cual se llega caminando por un sendero de 12 kilómetros por la península de Quetrihue o vía catamarán. Ahí se pueden encontrar ejemplares de hasta 60 metros de altura, imagínense un arbusto (lo que realmente es) del tamaño del obelisco. Por supuesto sumé un testimonio más a la investigación que años atrás hice junto a un par de colegas periodistas respecto a los plagios de Walt Disney en sus películas Bambi y Blancanieves.
Mientras recorríamos el bosque encantado acompañados por la guía que nos explicaba las característica de las milenarias araucarias, los cipreses, los coihues y de los propios arrayanes, reflexionaba en cuanta vida y cuanta historia pasó por este lugar. Con solo pensar que mientras se fundaba el Imperio Romano, cuando creó Roma o cuando cayó Roma, estos árboles ya permanecían ahí, casi inmutables, duros y estoicos al paso del tiempo. Tan vivos.
A continuación tuvimos un regreso a nuestra adolescencia más precoz, llegamos a San Carlos de Bariloche. En mi caso la encontré igual que cuando fui de viaje de egresados en el `99, los boliches estaban iguales, ByPass, Cerebro, Grisu, etc. y el centro cívico con los ladris que llevan a sus perros San Bernardo para que los turistas se fotografíen, todo igual. El clima mucho no acompaño en nuestra estadía en “la cumbre de la Patagonia” pero igualmente no nos impidió recorrerla. Es bastante romántico hacer el denominado circuito chico y punto panorámico con algunas gotas deslizándose por el parabrisas.
Llegó el turno de El Bolsón, una ciudad hippona y fumanchera como pocas. Está ubicada entre el espacio que deja el cerro Piltiquitrón (seguramente les cause gracia el nombre) y la imponente Cordillera de los Andes. Es un lugar completamente lleno de paz, con un microclima ideal para el cultivo de frutillas, guindas, cerezas y demás que incluso uno pude ir comiendo a medida que transitan las calles. La feria artesanal es una de las más populares del país, y para un negado de las artesanías como yo, debo reconocer que he visto verdaderas obras de arte recorriéndola.
Una mañana nos levantamos temprano y emprendimos la escalada del Cerrito Amigo o de la Cruz, ubicado a dos kilómetros del centro y a unos 1400 metros de altura. Según decían, al llegar a la cima ofrecía una hermosa vista de toda la comarca del paralelo 42. Fue muy agotador el ascenso pero valió la pena.
La mayoría de los centros turísticos suelen tener un slogan que los diferencia. Creo que en el caso de Lago Puelo, en la provincia de Chubut, entendí muy bien de que hablaban cuando decían que era “el refugio de la naturaleza”.
El hecho de que esté ubicada a sólo 190 metros sobre el nivel del mar permite que las temperaturas medias del invierno no sean rigurosas y que los 32 grados que puedan registrarse en verano la conviertan en “él” balneario de la comarca andina. Imagínense una gran pileta, con aguas súper calmas y turquesas a orillas de un valle de origen glaciario estrecho y alargado con vista al imponente cerro Tres Picos, perfecto.
Pensábamos que ya habíamos visto todo, pero la naturaleza nos tenía guardada una sorpresita en la ciudad de El Hoyo, también en Chubut y a sólo 14 kilómetros de El Bolsón sobre la ruta 40. Al llegar pasamos como de costumbre por la casa de informes turísticos para preguntar que se podía visitar en el lugar, y con mucha amabilidad, como era habitual que nos atiendan, nos recomendaron que vayamos a La Catarata.
“Está a 2 kilómetros de acá” nos dijo la chica, pero no aclaró un pequeño detalle, después de ese trayecto que se hacía cómodamente con el auto por calles de ripio, había que bajar del vehículo y ascender 1000 metros por un sendero de montaña de dificultad Media. Pero una vez ahí no nos íbamos a echar para atrás y emprendimos la aventura.
Tras 40 minutos de subir por el cerro y de pasar por un mirador que permite ver la totalidad de la ciudad y sus chacras de frutas finas, llegamos a la famosa cascada. Un torrente de agua caía desde 80 metros de altura entre los recodos de las piedras y formaba un manto de espuma blanca que nos mojaba tibiamente. Realmente encantador.
Era la hora de emprender el largo regreso a casa. En principio planeamos dos alternativas: volver por el mismo lugar o cruzar a lo ancho la Patagonia y llegar bordeando el Atlántico. Finalmente optamos por la segunda opción pero con una pequeña variación.
Estando en El Bolsón regresamos hacia Bariloche por la increíble ruta 40 y ahí nos subimos al Tren Patagónico, con auto incluido, con destino a Viedma (Previa compra de chocolates claro). Fueron poco más de 900 kilómetros de un viaje distinto. Imagínense tomarse un tren al pie de la Cordillera de los Andes y bajarse al otro día a orillas del mar, realmente es una inversión en los sentidos.
Pero la verdad que no todo fue tan mágico ahí arriba, si bien el ferrocarril contaba con restaurante, cine, cómodos asientos, el viaje en sí resultó un poco tedioso gracias a varios desperfectos técnicos que nos retrasaron bastante en cada estación olvidada en el tiempo, como por ejemplo que se prendiera fuego una de las dos máquinas. Pero sin dudas que el saldo de atravesar a lo ancho la provincia de Río Negro es positivo.
Una vez llegados a la capital rionegrina pasamos por la Secretaría de Turismo y pedimos información acerca de El Cóndor, un balneario ubicado a 30 kilómetros de Viedma que nos recomendó un porteño radicado en Bariloche. Realmente valió la pena hacerle caso, nos encontramos con más de lo que esperábamos. El haber ido fuera de temporada por un lado nos complicó un poco porque muchos comercios permanecían cerrados, pero la gran ventaja fue que teníamos casi la totalidad de la villa a nuestra disposición.
Las playas parecían grandes desiertos, y por algunos sectores llegaba a tener hasta 7 cuadras de largo hasta llegar al agua, sobre todo cerca de la desembocadura del Río Negro en la costa del Atlántico. La cantidad de habitantes fijos no debe ser mayor a los mil, hay solamente 4 lugares para comer y dos hoteles, con estos datos se darán una idea de la paz que reina en ese lugar que se postula a ser una alternativa peligrosa para Las Grutas.
Imaginamos que gran parte de las personas que residen en El Cóndor deben tener como oficio la albañilería, porque en la zona se están construyendo casas como si fuesen pasteles. Las construcciones poseen un nivel arquitectónico moderno que denotan cierto poder adquisitivo de los propietarios. Según pudimos averiguar durante nuestra estadía, las propiedades suelen ser de los acaudalados habitantes de Viedma que construyen ahí sus hogares de fin de semana.
Y desde el lugar “donde nació la Patagonia” emprendimos el camino a casa por la ruta 3, y tras 10 horas de viaje y casi mil kilómetros de recorrido llegamos al Gran Buenos Aires, con sus olores, el transito y todo lo que ya la mayoría conoce.
Después de todo sacamos dos conclusiones importantes en cuanto a la organización de los viajes en general, la primera es que a uno casi siempre le terminan agradando más los sitios menos promocionados turísticamente que los más populares. Y la otra es que cuando hay un lugar para visitar cuyo camino de acceso es dificultoso y hay que esmerarse para llegar, seguramente el esfuerzo valdrá la pena.
Fin.-


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