25.5.09

Más Solá que Felipe


Por Fernando Neira (*)



El ex gobernador de la provincia de Buenos Aires designado por Eduardo Duhalde durante su mandato presidencial y actual candidato a diputado por la fuerza Unión-Pro, Felipe Solá, está cada vez más relegado de los actos de campaña de su propio partido.


A mediados del año pasado Solá decidió que lo mejor para el futuro de su carrera política era romper los lazos que mantenía con el matrimonio Kirchner a partir del las diferencias que se hicieron publicas en el conflicto con cierto sector agropecuario. Con su voto negativo en el tratamiento de la resolución 125, se ganó el mote de “traidor” por parte de algunos funcionarios kirchneristas como Carlos Kunkel. Esta postura contraria a los intereses del Gobierno de turno lo alejó del oficialismo y comenzó a ser visto con buenos ojos por una oposición necesitada de una importante pata justicialista disidente que traccione votos. Así fue que al poco tiempo comenzó a frecuentar reuniones junto al el líder del Pro, Mauricio Macri y a su aliado político-capitalista, Francisco De Narváez.


La historia del armado de las listas es historia conocida, y podría resumirse con la frase billetera mata galán, y no precisamente porque Felipe sea sólo una cara bonita. Aquel 9 de mayo por la noche, previo a la oficialización de las nóminas, el ex gobernador no sólo accedió a no encabezar la boleta, sino que también debió ceder ante las presiones del colombiano y no pudo colocar a un hombre de su riñón, como Jorge Sarghini, en los puestos de vanguardia. Y el ex presidente del Banco Provincia, que en 2007 había criticado duramente a De Narváez durante la campaña por la gobernación, se quedó afuera de la composición. Luego fue el turno de que resignara también el lugar de su esposa, María Helena Chávez, por cuestionamientos internos y externos.


A partir de ahí la relación entre Solá y De Narváez nunca progresó, y más allá de que los asesores de imagen del Pro intenten disimular las fisuras, la relación entre ellos es casi nula. Por su parte Macri, que había dicho que no iba a destinar tiempo de su gestión para hacer campaña, la semana pasada acompañó al propietario de Multimedios América a una caminata proselitista por la localidad bonaerense de Lomas de Zamora. Estas son señales que Solá seguramente interpreta y analiza, ya está claro que para De Narváez es más rentable popularmente hacer campaña con el ex presidente de Boca que con él.


Lo cierto es que Solá no aparece en casi ninguna foto, y esto de alguna manera puede debilitar al propio partido y, sin quererlo, alimentar al oficialismo. Que desde la otra vereda ve como los egos de los que se jactan de ser la “oposición renovadora” se posan por encima de las esperanzas de un buen resultado electoral.
(*) Artículo publicado en el sitio Cuarto Intermedio (www.cuartointermedio.com.ar)
El simulador

Por Fernando Neira (*)

A diferencia de lo que algunos medios interpretaron acerca del cambio del modo de hacer campaña del líder del Partido Justicialista, Néstor Kirchner, a partir de la imitación que hicieron de su persona en el programa televisivo conducido por Marcelo Tinelli, las razones de la mutación del candidato por la provincia de Buenos Aires seguramente no sean tan superfluas como lo quieren hacer parecer.

Si bien hoy hay muchos personajes de la política que carecen de seriedad y rozan lo ridículo, caer en una conclusión tan precaria suena cuanto menos simplista.La primera señal clara de cambio que esgrimió el ex presidente de la Nación se notó la semana pasada durante el discurso del lanzamiento de la campaña del Frente para la Victoria en el Teatro Argentino de La Plata, donde utilizó un tono de voz sereno y sin sobresaltos, algo bastante inusual en sus oratorias, y donde escogió utilizar palabras conciliadoras en lugar de las descalificadoras. Tanto Kirchner, como sus colaboradores más cercanos, están muy pendientes de todas las encuestas que circulan por los medios, de las propias y las ajenas, y en los últimos sondeos notaron que aquella victoria holgada que otrora conseguían en la provincia de Buenos Aires ya no es tan cómoda.

Más allá del color y los intereses de las distintas mediciones, ninguna de ellas da como ganadora a la formula oficial encabezada por el santacruceño y Daniel Scioli por más de 4 o 5 puntos promedio por sobre su perseguidor inmediato, el polémico Francisco De Narváez del Pro. Si bien en el entorno del kirchnersimo saben que es difícil que cedan el liderazgo en las encuestas en el corto plazo que resta para la realización de los comicios parlamentarios, de consolidarse estos pronósticos el oficialismo perdería con la renovación de funcionarios entre 5 o 6 diputados en la cámara baja y pondrían en riesgo la mayoría propia que ostentan. En un primer momento y alertados de una baja considerable en la popularidad de la gestión del Gobierno, los K determinaron que lo mejor sería adelantar las elecciones de octubre para el 28 de junio para no seguir cayendo, y ahora, entre otras medidas estratégicas, optaron por atenuar el tono ofensivo de la campaña. Saben que en un futuro no muy lejano posiblemente necesiten de recomponer algunas alianzas parlamentarias para debatir leyes, más precisamente a partir de diciembre, cuando la renovación de los diputados y senadores se haga efectiva en las cámaras.

Hay algo claro en épocas electorales, y es que un político en campaña es capaz de todo, ya sea de la oposición o del oficialismo. De contestar preguntas con frases hechas y eslóganes utópicos vacíos de contenido, de decir lo que el común de la gente quiere escuchar a pesar de no estar convencido de poder cumplirlo, y sobre todas las cosas, de simular lo que no es.

(*) Artículo publicado en el sitio Cuarto Intermedio (www.cuartointermedio.com.ar)

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