22.7.07

20 AÑOS DE TEA

SE ENTREGARON LAS DISTINCIONES ´AL MAESTRO CON CARIÑO´


LA CEREMONIA REALIZADA EN EL COMPLEJO "LA PLAZA" FUE EL INICIO DE LAS CELEBRACIONES POR LOS 20 AÑOS DE LA ESCUELA DE PERIODISMO.



Por Carlos Ferreira



El pasado martes 17, en la sala Pablo Picasso del Paseo La Plaza, homenajeamos una vez más a maestras y maestros del periodismo, de la comunicación, del arte, de la vida. Fue una noche distinta a pesar de que se trataba de la vigésima entrega de lo que Carlos Ulanovsky, uno de los fundadores de TEA, llamó “Al maestro con cariño”. La clásica entrega de la manzanita, antiguo símbolo del agradecimiento a quienes nos enseñaron ideas, conceptos y actitudes que nos acompañaron para siempre, fue, también, una forma de premiar a TEA. Porque la escuela cumple 20 años de existencia y tiene por costumbre ejercer el goce de dar, de reconocer a otros como una forma de ir reconociéndonos en ellos.

Fui el encargado de abrir la apertura de la entrega. Las palabras pronunciadas fueron:"Hace dos décadas, para ser exactos un 6 de abril de 1987, en el auditorio de SEGBA, Jorge Manzur y Adrián Paenza dieron la primera charla de lo que hoy es la materia Introducción al Periodismo y la Información. Al día siguiente nos tocó iniciar las clases por grupo. Julio Bárbaro nos había prestado una vieja casona en la calle Salta 327.

Durante meses, los fundadores, Juan José Panno, Carlos Ulanovsky, Osvaldo Pepe, Carlos Ares y quien escribe estas lineas nos reunimos por las mañanas en ese lugar. Carlitos da Silva y su esposa, el entrañable matrimonio que cuidaba la casa y que heredamos junto con el lugar, nos servían un café cargado –y nunca pudimos saber cargado de qué- y unos mates que eran un poco mejores. Desarrollamos el plan de trabajo, recibíamos a los muchachos y muchachas que se acercaban a pedir informes y nos preguntábamos qué hacer cuando llegaran lo que para nosotros iban a ser treinta o cuarenta alumnos. Finalmente llegaron 120, que dividimos en cuatro comisiones.

La fría noche del martes 7, a las ocho en punto, cada uno de nosotros entró a su respectiva aula. Hasta hoy, ninguno recuerda una sola palabra de lo que dijo frente a esas 30 miradas que parecían esperarlo todo de nosotros. Juan José Panno, a los cinco minutos de clase se sacó el saco. Un alumno, muy respetuoso, le preguntó si acostumbraba a desabrigarse cuando hacía frio. Hoy, Panno sigue confesando que ni siquiera se había dado cuenta de lo que había hecho. Cuando escuchó la observación se puso el saco y admitió que los nervios le habían jugado una mala pasada y que, efectivamente tenía frio.

En lo que a mi respecta, para poder sostenerme parado decidí apoyar la espalda en el pizarrón, pero aún así sentí que era poco sustento para mis nervios, de manera que manché prolijamente la pared recién pintada apoyando la suela del zapato derecho en una actitud supuestamente canchera. Lo que no advertí es que así di la hora y cuarto de clase, para mal de mi único apoyo, la pierna izquierda, que, irremediablemente, se había dormido como un bebé. Cuando terminó esa primera parte nos reunimos en un pequeño cuarto que oficiaba de sala de profesores. Roberto Fernández, que actualmente sigue siendo profesor de la escuela, llegó demudado. Se tranquilizó cuando vio en nosotros todo tipo de palideces. Alguien dijo entonces:“Yo ya dije todo lo que sé” y los demás asentimos. Sobrevivimos a un cafecito más de Da Silva y diez minutos después volvimos a las aulas. Y no nos fuimos más hasta hoy. Es decir: seguimos aprendiendo, seguimos enseñando este querido oficio con la misma alegría.

Seguramente no todos los que pasan por las aulas de TEA serán periodistas, pero nos gusta pensar que saldrán de aquí siendo lectores más atentos, más críticos, más observadores, más comprometidos con la realidad que los rodea y, por eso, mejores personas, mejores ciudadanos a partir del uso de las heramientas del oficio. TEA cumple veinte años y parece increíble. Hemos acompañado dos décadas del país que fueron de una intensidad como acaso sólo los argentinos podamos comprender. Pero la tarea está siendo cumplida: siguen saliendo de nuestras aulas muchachos y muchachas que inician el camino que nosotros empezamos a recorrer en los años 60. Lo hicimos, lo seguimos haciendo, con ética, pasión y trabajo.


Los Maestros reconocidos:


En esta oportunidad recibieron manzana y diploma Eduardo Aliverti, Jorge Boccanera, Juan Carlos Camaño, Norma Dumas, Julio Ricardo, María Moreno, Alberto Morlachetti, Carlos Pacheco, Osvaldo Pepe, Enrique Pinti, Marisa Ramón Badía, Daniel Vilá, Arturo Peña Lillo y Horacio Salgán (estos dos últimos ausentes con aviso).Al acto asistieron también un centenar de maestros reconocidos en las 19 entregas anteriores de esta distinción otorgada por TEA y Deportea a figuras del periodismo, del arte, de la comunicación y de la vida.

Fue una cálida ceremonia de reencuentro con referentes del periodismo y la cultura, entre ellos Eduardo Ferro, Rogelio García Lupo, Roberto Cossa, Lita Stantic, Luis Farinello, Ricardo Halac, Clara Zappettini, Juan Carlos Cernandas Lamadrid, María Ester Gilio, Isidoro Gilbert y Graciela Mancuso.

Ana Villarreal, secretaria de derechos humanos de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (Utpba), fue la encargada de recibir una de las manzanas que, desde 1997, la escuela otorga para recordar a los periodistas desaparecidos.El coreógrafo y director Ricky Pashkus entregó el reconocimiento a Pinti; César Salgán recibió en nombre de su padre, y Jorge Gurbanov, editor de Ediciones Continente, lo hizo en nombre de Peña Lillo.Además, durante el acto tocó la orquesta típica de tango Cerda Negra.

Se fue un tipo extraordinario

Su documento de identidad decía que mi viejo nació un 25 de agosto de 1933, aunque en realidad su cumpleaños era el 23 de agosto, se ve que ...