28.2.07

Terratenientes

Por Juan Gelman

Parece increíble: uno de los terratenientes más grandes del mundo es el Pentágono. Según cifras oficiales de 2005, sus 737 bases militares en todo el mundo más las que posee en territorio propio ocupan una superficie de 2.202.735 hectáreas. Tales datos figuran en el Base Structure Report (BSR, por sus siglas en inglés, www.defenselink.mil, 2005), un inventario anual del Departamento de Defensa de EE.UU. que registra la proliferación de tales bases a partir del 2002. El colonialismo, antes, consistía en la ocupación militar permanente de países enteros. Ya no.
El historiador Chalmers Johnson señala en Nemesis: The Last Days of the American Republic (Metropolitan Books, 2007) que las cifras del BSR no incluyen las 106 guarniciones estadounidenses instaladas en Irak y Afganistán desde mayo del 2005 ni las construidas en Israel, Qatar, Kirguizistán y Uzbekistán. Tampoco las 20 que las fuerzas norteamericanas comparten con tropas locales en Turquía, de propiedad del gobierno de Ankara, pero bases norteamericanas al fin.
Ni la mayoría de las que en Gran Bretaña se dedican al espionaje de las comunicaciones mundiales: su valor total asciende a 5000 millones de dólares y están convenientemente disfrazadas de bases de la Royal Air Force. O la enorme base Camp Bondsteel de Kosovo, edificada en 1999 por una subsidiaria de la Halliburton que aún se ocupa de su mantenimiento. “Si la cuenta fuera honesta –subraya el autor–, la dimensión real de nuestro imperio militar probablemente ascendería a unas mil bases en el extranjero, pero nadie –tal vez ni siquiera el Pentágono– conoce su número exacto.”
Un velo espeso envuelve operaciones como el desplazamiento de armamento nuclear y Johnson cita a una autoridad en la materia, el columnista de temas militares de Los Angeles Times, William Arkine, quien escribió que la Casa Blanca viola las obligaciones impuestas por los tratados de los que es Estado Parte: “EE.UU. ha estado mintiendo a muchos de sus aliados más cercanos, incluso a la OTAN, sobre sus designios nucleares. Decenas de miles de armas nucleares, centenares de bases y docenas de buques y submarinos existen en un mundo secreto especial, sin justificación militar racional y menos con fines de contención”. La construcción de un imperio ofrece éste y otros detalles.
EE.UU. ha desplegado silenciosamente unos cinco mil efectivos en las fronteras de Jordania con Irak y Siria, lo cual no impide al rey jordano Abdullah II declarar que no hay tropas ni bases norteamericanas en el país. Antes de la retirada de Arabia Saudita en el 2003, la Casa Blanca negó con pertinacia que mantenía una flota de bombarderos
B-52 –reconocibles a simple vista por su gran tamaño– estacionados en Jeddah, frente al Mar Rojo. “Mientras los burócratas militares sigan implantando la cultura del secreto para protegerse a sí mismos –propone Johnson–, nadie sabrá la verdadera latitud de nuestra red mundial de bases, y menos que nadie los representantes elegidos por el pueblo estadounidense.” Nemesis, el libro del que se extraen estas citas, es el último de una trilogía que desnuda prolijamente las entrañas de las políticas de W. Bush y sus acólitos. Su autor es un personaje particular.
Historiador y catedrático brillante, reconocido no sólo en EE.UU., Chalmers Johnson sirvió como teniente en la Marina a principios de los ’50 y fue consultor de la CIA en el período 1967-1973. Se ocupaba de la URSS y demás países del “socialismo real”: “Fui un soldado de la Guerra Fría –afirmó en una entrevista que concedió a TomDispatch.com, sitio del Nation Institute de Nueva York (19-2-07)–. Nunca tuve la menor duda. Creía que la Unión Soviética era una verdadera amenaza. Lo sigo pensando”. Y también confesó: “El problema es que yo sabía demasiado del movimiento comunista internacional y no lo suficiente acerca del gobierno de EE.UU. y su Departamento de Defensa... mirando hacia atrás, ojalá hubiera acompañado el movimiento contra la guerra (de Vietnam). Con toda su ingenuidad y turbulencia, tenía razón y la política estadounidense estaba equivocada”.
Cifras siempre del Pentágono indican que posee 32.327 cuarteles, hangares, hospitales y otros edificios en sus bases del extranjero y que alquila además 16.527 instalaciones. Durante el año fiscal 2005-06, casi 200.000 uniformados y un número igual de empleados y funcionarios civiles del Pentágono fueron desplegados en esos verdaderos enclaves en territorio ajeno y se contrató a más de 80.000 nacionales de diferentes países, un medio millón de personas en total para ser breves. Chalmers Johnson pensaba que el colapso de la Unión Soviética en 1991 tornaba inútil la alta concentración de tropas estadounidenses en Alemania, Italia, Japón y Corea del Sur. El estudio de la realidad le mostró otra cosa: a fines de los ’90 y dos años antes de los atentados del 11/9, “los neoconservadores desplegaron su grandiosa teoría de que la ‘única superpotencia’ debía adoptar abiertamente una postura imperialista, incluyendo las operaciones militares preventivas y unilaterales, la imposición de la democracia en el extranjero a punta de pistola, la neutralización de cualquier país o bloque de países que podrían desafiar la supremacía militar de EE.UU. y la visión de un Medio Oriente ‘democrático’ que nos abastecería de todo el petróleo que quisiéramos”. Parece que no es fácil.
Unión Europea


La contaminación causa tres veces más muertes que los accidentes de tráfico


La contaminación atmosférica ha pasado de ser un problema de concienciación social a requerir de una acción inmediata, no sólo del ciudadano de a pie, si no de gobiernos y grandes potencias. El agravamiento de esta situación incide en la aparición de enfermedades respiratorias, vasculares y cánceres.
Un reciente
estudio de la Comisión Europea calcula que la contaminación atmosférica provoca en la Unión Europea unas 350.000 muertes anuales, 16.000 de ellas en España. En nuestro país fallecen 3 veces más personas a causa de la contaminación atmosférica que por los accidentes de tráfico y casi 11 veces más que en accidente laboral.
Según el último informe de
Ecologistas en Acción sobre la calidad del aire en Madrid durante el 2006 y de acuerdo con los datos publicados por la red de medición de la contaminación atmosférica del Ayuntamiento de Madrid, la calidad del aire de la ciudad ha empeorado significativamente en el año 2006 batiendo varios “records” de contaminación.
Ecologistas en Acción denuncia que la principal fuente de contaminación de Madrid es el tráfico rodado, y no el polvo Sahariano, como el Ayuntamiento de Madrid afirma, llegando el de contaminación a provocar, según el estudio europeo APHEIS 3 (desarrollado en 26 ciudades europeas) 83 muertes al año en la ciudad de Madrid.
Las actuales obras de la M-30, lejos de contribuir en la mejora de la salud de la capital, generarán un mayor flujo de tráfico con su incidencia directa en el aumento de contaminación. Por todo ello, urge a Madrid llevar a cabo por fin un plan de mejora de la calidad aire encaminado a reducir los niveles de contaminación atmosférica por debajo de los límites establecidos, reduciendo el uso del coche y potenciando el uso del transporte público.
Varias son ya las ciudades europeas que han llevado a cabo acciones en este sentido: peaje de entrada al centro de Londres, circulación en días alternos de coches con matrículas pares e impares en ciudades del norte de Italia, abono de transportes gratuito para ciudadanos que entregan la matrícula de su coche en ciudades belgas, regulación restrictiva del aparcamiento en muchas ciudades, etc.


Se fue un tipo extraordinario

Su documento de identidad decía que mi viejo nació un 25 de agosto de 1933, aunque en realidad su cumpleaños era el 23 de agosto, se ve que ...