27.7.09

Negocios, ideología y libertad de expresión



Por Jorge Búsico





Alejandro Apo llegó el martes al edificio de Radio Continental en la calle Rivadavia, y en la puerta lo esperaban los directivos junto a un escribano. Ni le dieron chance de despedirse de sus múltiples oyentes. Lo despidieron ahí mismo. Cualquiera que haya trabajado en radio sabe que existe un código inquebrantable: el último programa es sagrado. Es el más importante para anunciar el fin del ciclo y despedirse de la audiencia. La ruptura de este código pone en evidencia una desvinculación conflictiva.
A los medios que lo llamaron, Apo les contó que el despido se debió a una cuestión económica, pero sus amigos y colaboradores más cercanos creen que la verdadera razón pasa por su postura a favor de algunas políticas del actual gobierno, especialmente en lo que hace a la nueva Ley de Radiodifusión, por la que se manifestó firme y públicamente.
Hay varios datos que lo certifican. Si bien sus acciones venían en baja para las autoridades de la radio, que es manejada por el Grupo Prisa de España, abiertamente enfrentado al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, el primer llamado para reconvenir su salario fue el lunes 29 de junio, un día después de las elecciones.Convocado por un gerente colombiano recién llegado a la Argentina, Apo escuchó el primer disparate: “¿Usted es periodista?”, le preguntó el ejecutivo.
A partir de ahí se sucedieron un par de reuniones más en las cuales Apo, que estaba sin contrato, propuso distintas variantes que incluían hasta un acuerdo económico para dejar la emisora en la cual llevaba 14 años como una de sus figuras principales. El lunes último, Apo le planteó al directivo –definido como gerente de cirujías– que advertía que en realidad la intención de la radio era no contar más con él. Al otro día, lo aguardaba un escribano.Esas idas y vueltas desde que Apo fijó su postura a favor de la Ley de Radiodifusión –y que incluyó un duro cruce al aire con Víctor Hugo Morales y Jorge Lanata–, generaron otra actitudes como el levantamiento del programa Con Afecto, que va los sábados de 13 a 16, y que obligó a los directivos de Continental a rever la postura ante la presión de los oyentes.
Apo también había perdido un pedazo de su espacio nocturno con el programa Donde quiera que estés (que pasó de lunes a viernes, de 23 a 1), que fue a parar a Paulino Rodrigues, un feroz crítico del kirchnerismo, que compra un espacio en el que buena parte de sus anunciantes son sectores vinculados con el campo.A diferencia de lo ocurrido hace unos meses en Radio Del Plata con Nelson Castro, los grandes medios de la Argentina callaron este despido. Clarín, incluso, de rotunda postura opositora, ni lo mencionó en la página de Medios que publica todos los viernes y que firma Miguel Wizñaki. Como ya es costumbre, la nota central se refirió a un abonado al semáforo rojo de la página 2, el presidente venezolano Hugo Chávez, y lo que Clarín entiende como censura.Más aún, el Grupo Clarín rápidamente le encontró nuevo espacio a Nelson Castro en otros de sus medios. Ya estaba en TN y se incorporó a Radio Mitre.
Afecto a lo popular. Alejo Apo no tenía el peso de estrellato de Magdalena Ruiz Guiñazú y Víctor Hugo Morales, las dos caras visibles de Continental, pero era un emblema de la radio no sólo a través de sus dos programas, sino como comentarista del principal partido de fútbol de la fecha.En todo este tiempo, Víctor Hugo Morales y Apo formaron una dupla de excepción, una marca registrada y líder dentro de las transmisiones radiales de fútbol. De allí, por ejemplo, surgió la famosa expresión de Apo: “¡Tengo miedo, Nene!”.
Con respecto a Víctor Hugo Morales, Apo salió a reivindicarlo de las críticas que recibió en algunos sitios de internet por no haber salido en defensa de su compañero de trabajo. En realidad, fue el uruguayo quien anunció en la tira Competencia el despido de Apo.Ocurre que la ola de despidos en Continental –siempre silenciada, como todo conflicto gremial dentro de los medios– también alcanzó al equipo de Víctor Hugo Morales. En el programa del viernes, el uruguayo habló de Apo con un cariño especial y la tira giró en varios momentos a la situación de temor que se vive en la emisora.
Apo impuso en la radiofonía un estilo propio, en el que logró unir al fútbol con la literatura. Desde las transmisiones y, fundamentalmente, desde el programa Todo con Afecto, que dio paso a la rica experiencia Y el fútbol contó un cuento, una obra que recorrió los teatros de casi todo el país.Bohemio, dueño de un estilo único y querido por todo el ambiente en casi cuatro décadas de trayectoria, Alejandro Apo acaba de ser víctima de un proceso en Radio Continental que amenaza con llevar a cabo unos 50 despidos.
Cuando huelen sangre

Por Eduardo Aliverti

Hubo una postal en estos días: la interna de la CGT quedó notablemente relegada de los primeros planos gracias a la meteorología antártica que invadió el país hasta que, el viernes, el acostumbramiento al frío le cedió su lugar al teleteatro gremial.

Podría pensarse que las razones de espectacularidad mediática siempre estarán por delante de las cuestiones políticas-macro; pero no deja de ser sugestivo que un hecho como el cegetista, al que una mayoría de opiniones confirió carácter de decisivo para la suerte del Gobierno, haya quedado tan fácilmente secundarizado por la nieve y sus perspectivas (que de paso le sirvieron a la televisión para descubrir a la gente que vive en la calle). La circunstancia puede ser aprovechada a fin de corroborar que la heladera es en verdad el lugar que la sociedad le destina al conflicto de la burocracia sindical. “Y a mí qué con ese culebrón de atorrantes y mafiosos”, puede leerse sin temor a equivocarse en el espíritu popular. Es un dato seguro que revalida la pérdida de representatividad (¿o credibilidad, mejor?) que sufren las grandes corporaciones dirigenciales, desde antes de comienzos de siglo y con 2001/2002 como expresión contundente.
Sin embargo, esa constatación no significa que la cosa pase por sí misma. La obviedad es que el hartazgo masivo frente a los modos y concreciones de la política no resuelve nada y que, mucho más aún, resulta funcional a los peores intereses de sector. La interna entre “Gordos”, “Independientes” y “Moyanistas” corre la cortina respecto de una puja de poder y negocios que ante todo consiste en eso, es cierto, y que se inscribe en el sismo producido por la derrota electoral de los K.
Cuando el peronismo huele sangre, las manadas de hienas se hipersensibilizan y sólo a un tonto puede ocurrírsele que eso es simplemente una tenida conductiva. Porque hablar de lo que sucede en el peronismo –y en el caso de lo gremial es de lo único que puede hablarse– es hacerlo sobre la fuerza, imaginario, voluntad, estructura, como se quiera, sin los cuales no se puede gobernar este país. En consecuencia, aislarse de lo que acontece allí es una mirada anímicamente aceptable, pero políticamente frívola. El frío y la nieve pasan. Para suerte o desgracia, según cada quien desee verlo, el peronismo siempre está.

La lucha por su apropiación, al cabo de los resultados electorales, atraviesa todos los parámetros de la realidad realmente existente. Esa suerte de recreación de la Alianza que es el Acuerdo Cívico y Social (lo único metido como cierta cuña) ya está partido antes de arrancar en el Congreso y no consigue salir de su papel de conjunto de opinadores, incluyendo la inercial entronización de Cobos y, en forma que parece eterna, la capacidad de Carrió para destruir todo lo que construye. De modo que, otra vez, se ratifica que es hacia dentro del peronismo donde se juega lo que ocurrirá, sin que eso signifique acertarle a qué quiere decir. Hay un “diálogo” institucional al que los radicales van a comentar cosas. Por lo demás, solamente se trata de cómo el Gobierno gana tiempo después del sacudón y de cómo se posiciona el resto del peronismo.
Esas dos mitades (o esos dos tercios, si quiere apreciárselo en cifras nacionales) tienen por ahora el volumen como para bombardear a la otra y nada más. La mitad o el tercio kirchnerista conserva poder de fuego para dividir al peronismo, y la mitad o el tercio disidente para acabar con los K. Se supondría, entonces, que el beneficiado es el tercio (pan)radical, pero eso tropieza claramente –visto en prospectiva de elecciones presidenciales– no ya con su división interna sino con una ausencia de liderazgo que aparece, apenas disimulada, bajo la imagen de una reproducción de De la Rúa.
Más luego, Macri no quiere malquistarse con el Gobierno porque actúa que lo necesita para allegarse fondos. Reutemann, fiel a su estilo, es casi un autista procedimental que exaspera a todos. De Narváez es intragable para todos los compañeros que lo juzgan un producto publicitario, desconfiable en exceso. En definitiva, un griterío de confusos que juegan a rondas dialoguistas, en las que todo se remite a decirse con dibujo de protocolo lo que vienen diciéndose hace años; a reclamar la despedida de Guillermo Moreno (que es lo último a lo que aspiran, por supuesto, porque se quedarían sin monigote en el cual anclar discurso); y a tensar –no mucho– temas tan apasionantes como el Consejo de la Magistratura, o tan creíbles como la pobreza y la desigualdad en boca de Macri y De Narváez.
Mientras tanto, los Kirchner conquistaron su tiempo de marcar agenda, con las patas cortas de cómo se seguirá tras estos ímpetus artificiales. ¿Qué hay previsto en la economía? ¿Qué sobrevendrá con el parate o la retracción, qué con la pobreza, qué con la pérdida de fuentes laborales, qué con la falta de crédito?

Un laberinto de este tamaño precisa de una aptitud simple, pero enorme, para mensurar cuáles son los bloques y alianzas sociales que están en danza. De lo contrario, todo quedará subsumido en el desconcierto y el agotamiento que provoca la visión politiquera. Hay un arco constituido por la facción agraria, con respaldo en las corporaciones mediáticas, capaz de haber convencido a vastos sectores medios de que las necesidades de aquélla son las propias. Por razones que –aquí– no vienen al caso, los “Doña Rosa” urbanos de la pampa húmeda creen que las banderas de la Sociedad Rural les pertenecen. El problema es que carecen de conducción política convincente salvo por haber tenido algo a mano para castigar al kirchnerismo, por motivos que bailan entre el rechazo al estilo gubernamental e intereses de clase. Sin embargo, ese conglomerado (al que acaba de sumarse el pliego de condiciones de la Asociación Empresaria Argentina) intuye, probablemente, que no en vano el país estalló gracias a las políticas de su preferencia; y que por lo tanto les es imprescindible un liderazgo firme que los figurones opositores están lejos de garantizar.
A su turno, la alianza que por acción y defección se erigió en torno del kirchnerismo está golpeada. Una clase media-baja que más o menos se levantó al recuperarse puestos de trabajo; una media-media que volvió a sentirse tal tras las amenazas de catástrofe, y un universo marginado que en los primeros tiempos de la gestión asomó un par de pelos de abajo del agua gracias al asistencialismo, se encuentran hoy con que el Gobierno ya no parece tener las fuerzas necesarias para reimpulsarse.

¿Cuál de los esquemas prevalecerá? Difícil saberlo, porque el destino no siempre o nunca está marcado y en política suele quedar patas para arriba hasta por el influjo de imponderables. Pero hay unas preguntas de aproximación. ¿De qué se está más cerca? ¿De que lo que expresa el kirchnerismo se recomponga o de que lo que expresa a la derecha se junte?
(*) Artículo publicado en el diario Página 12
Un poco obsceno

Por Rafael Spregelburd (*)

Cada cultura marca los límites de su irrepresentabilidad. Así como los griegos no soportaban ver morir a los personajes trágicos en escena (todos se iban a morir afuera, en lo obsceno, como si fuera lo más normal del mundo), ¿cuántas cosas habrá que no soportamos ver hoy sin darnos cuenta? Cada año, al comenzar un curso, pregunto a mis alumnos: ¿qué es irrepresentable? El abanico de respuestas es sorprendente. La muerte. El vacío. El tiempo. La falta de deseo. El sexo explícito. A veces tienen razón, a veces no la tienen. Pero es atroz pensar que casi todo se puede “representar”. No “hacer”, pero sí “representar”.
Los grandes festivales son buenas excusas para ver si se ha dilatado el límite de nuestra representabilidad, porque suelen ser pródigos en escándalos. Un escándalo no es una obra “mala”; casi siempre es –para el común de la gente– una obra mala hecha por un artista muy famoso. Salgo de ver Purgatorio, de Romeo Castellucci, en el Grec, de Barcelona. Vaya despropósito económico. La escenografía (que casi no se usa, o que se usa poco, bah, es largo de explicar) debe haber costado ¿tres? millones de euros. Entre muchas cosas, hay un robot Mazinger Z de cuatro metros de alto que aparece unos escasos dos minutos y que hace muy poco, si bien sospechamos que tiene mucho que ver con el todo.
¿Cuál es la curva económica de costo/beneficio que legaliza el disparate? A mí, que las obras de este porte ni me van ni me vienen, me resulta más simpático que a mis amigos catalanes. Si la misma obra fuera de un colega argentino, tal vez estaría bramando como ellos. ¿A quién se le ocurre gastarse este dinero en una obra que –además de ser irritante– no se entiende mucho al principio y después demasiado al final? Los europeos deben tener ese dinero para gastarse, pienso. ¿Que esa plata podría haberse usado en Italia para la reconstruir L’Aquila? Puede ser. Supongo que vendría de partidas diferentes.
No tengo ni idea de cómo se administra la caja berlusconiana. ¿Es esto obsceno para los italianos? Veamos: hay fuerte competencia. Hoy mismo, una amante de Berlusconi publica en la Web unas grabaciones de sus conversaciones telefónicas. En una le pregunta al presidente qué ha hecho en el día y él, con una suavidad infantiloide que eriza la piel de mis anfitriones italianos, responde: “No mucho. Inauguré una exposición. Di un discurso. Me aplaudieron mucho”. La escena –que carece de lo elemental y sobra en detalle– parece escrita por el mejor Pinter. Pero no; son las chanchas conversaciones, a partir de hoy a un clic de distancia para cada ciudadano. Yo veo lo de Castellucci (un artista complicado), veo derroche, y –en tanto no es mi dinero– puedo ver la obra y abordar lo que pasa en ella. Seguro que hago mal.
Supongo que ese teatro es producto de unos sistemas económicos muy complejos, que se permiten tirar la cosecha de naranjas italianas porque conviene que las naranjas se cosechen en Andalucía. O construir megamuseos y armar megafestivales cuando los patrimonios culturales o las salas independientes agonizan. Un megasistema, que se quiere representar a sí mismo en un megateatro. Lujo irracional, derroche, bacanal, vaticano.
Un teatro que en definitiva debe ser tranquilizante para el europeo medio: ¡tan mal no estaremos si podemos permitirnos esto! A mis sensatos amigos catalanes ahora les resulta obscena (irrepresentable) la agonía de la razón económica. El gasto inútil. La belleza sin carteras. ¿Será lo que llaman crisis? Porque hasta hace tres o cuatro años me parece que esta misma obra les habría encantado.

(*) Publicado en Diario Perfil
UN JUEZ LIBERÓ LA NOTA QUE DEJÓ EL DR. RENÉ FAVALORO ANTES DE SUICIDARSE



Si se lee mi carta de renuncia a la Cleveland Clinic, está claro que mi regreso a la Argentina (después de haber alcanzado un lugar destacado en la cirugía cardiovascular) se debió a mi eterno compromiso con mi patria. Nunca perdí mis raíces..


Volví para trabajar en docencia, investigación y asistencia médica. La primera etapa en el Sanatorio Guemes, demostró que inmediatamente organizamos la residencia en cardiología y cirugía cardiovascular, además de cursos de post grado a todos los niveles. Le dimos importancia también a la investigación clínica en donde participaron la mayoría de los miembros de nuestro grupo. En lo asistencial exigimos de entrada un número de camas para los indigentes. Así, cientos de pacientes fueron operados sin cargo alguno. La mayoría de nuestros pacientes provenían de las obras sociales. El sanatorio tenía contrato con las más importantes de aquel entonces. La relación con el sanatorio fue muy clara: los honorarios, provinieran de donde provinieran, eran de nosotros; la internación, del sanatorio (sin duda la mayor tajada).

Nosotros con los honorarios pagamos las residencias y las secretarias y nuestras entradas se distribuían entre los médicos proporcionalmente. Nunca permití que se tocara un solo peso de los que no nos correspondía. A pesar de que los directores aseguraban que no había retornos, yo conocía que sí los había. De vez en cuando, a pedido de su director, saludaba a los sindicalistas de turno, que agradecían nuestro trabajo. Este era nuestro único contacto. A mediados de la década del 70, comenzamos a organizar la Fundación. Primero con la ayuda de la Sedra, creamos el departamento de investigación básica que tanta satisfacción nos ha dado y luego la construcción del Instituto de Cardiología y cirugía cardiovascular.

Cuando entró en funciones, redacté los 10 mandamientos que debían sostenerse a rajatabla, basados en el lineamiento ético que siempre me ha acompañado. La calidad de nuestro trabajo, basado en la tecnología incorporada más la tarea de los profesionales seleccionados hizo que no nos faltara trabajo, pero debimos luchar continuamente con la corrupción imperante en la medicina (parte de la tremenda corrupción que ha contaminado a nuestro país en todos los niveles sin límites de ninguna naturaleza).. Nos hemos negado sistemáticamente a quebrar los lineamientos éticos, como consecuencia, jamás dimos un solo peso de retorno. Así, obras sociales de envergadura no mandaron ni mandan sus pacientes al Instituto. ¡Lo que tendría que narrar de las innumerables entrevistas con los sindicalistas de turno! Manga de corruptos que viven a costa de los obreros y coimean fundamentalmente con el dinero de las obras sociales que corresponde a la atención médica.

Lo mismo ocurre con el PAMI. Esto lo pueden certificar los médicos de mi país que para sobrevivir deben aceptar participar del sistema implementado a lo largo y ancho de todo el país. Valga un solo ejemplo: el PAMI tiene una vieja deuda con nosotros, (creo desde el año 94 o 95) de 1.900.000 pesos; la hubiéramos cobrado en 48 horas si hubiéramos aceptado los retornos que se nos pedían (como es lógico no a mí directamente).


Si hubiéramos aceptado las condiciones imperantes por la corrupción del sistema (que se ha ido incrementando en estos últimos años) deberíamos tener 100 camas más. No daríamos abasto para atender toda la demanda. El que quiera negar que todo esto es cierto que acepte que rija en la Argentina, el principio fundamental de la libre elección del médico, que terminaría con los acomodados de turno. Los mismo ocurre con los pacientes privados (incluyendo los de la medicina prepaga) el médico que envía a estos pacientes por el famoso ana-ana , sabe, espera, recibir una jugosa participación del cirujano.

Hace muchísimos años debo escuchar aquello de que Favaloro no opera más! ¿De dónde proviene este infundio?. Muy simple: el pacientes es estudiado. Conclusión, su cardiólogo le dice que debe ser operado. El paciente acepta y expresa sus deseos de que yo lo opere. 'Pero cómo, usted no sabe que Favaloro no opera hace tiempo?'. 'Yo le voy a recomendar un cirujano de real valor, no se preocupe'. El cirujano 'de real valor' además de su capacidad profesional retornará al cardiólogo mandante un 50% de los honorarios! Varios de esos pacientes han venido a mi consulta no obstante las 'indicaciones' de su cardiólogo. '¿Doctor, usted sigue operando?' y una vez más debo explicar que sí, que lo sigo haciendo con el mismo entusiasmo y responsabilidad de siempre.


Muchos de estos cardiólogos, son de prestigio nacional e internacional. Concurren a los Congresos del American College o de la American Heart y entonces sí, allí me brindan toda clase de felicitaciones y abrazos cada vez que debo exponer alguna 'lecture' de significación. Así ocurrió cuando la de Paul D. White lecture en Dallas, decenas de cardiólogos argentinos me abrazaron, algunos con lágrimas en los ojos. Pero aquí, vuelven a insertarse en el 'sistema' y el dinero es lo que más les interesa. La corrupción ha alcanzado niveles que nunca pensé presenciar. Instituciones de prestigio como el Instituto Cardiovascular Buenos Aires, con excelentes profesionales médicos, envían empleados bien entrenados que visitan a los médicos cardiólogos en sus consultorios.

Allí les explican en detalles los mecanismos del retorno y los porcentajes que recibirán no solamente por la cirugía, los métodos de diagnóstico no invasivo (Holter eco, camara y etc., etc.) los cateterismos, las angioplastias, etc. etc., están incluidos. No es la única institución. Médicos de la Fundación me han mostrado las hojas que les dejan con todo muy bien explicado. Llegado el caso, una vez el paciente operado, el mismo personal entrenado, visitará nuevamente al cardiólogo, explicará en detalle 'la operación económica' y entregará el sobre correspondiente!. La situación actual de la Fundación es desesperante, millones de pesos a cobrar de tarea realizada, incluyendo pacientes de alto riesgo que no podemos rechazar. Es fácil decir 'no hay camas disponibles'.

Nuestro juramento médico lo impide. Estos pacientes demandan un alto costo raramente reconocido por las obras sociales. A ello se agregan deudas por todos lados, las que corresponden a la construcción y equipamiento del ICYCC, los proveedores, la DGI, los bancos, los médicos con atrasos de varios meses.. Todos nuestros proyectos tambalean y cada vez más todo se complica. En Estados Unidos, las grandes institu ciones médicas, pueden realizar su tarea asistencial, la docencia y la investigación por las donaciones que reciben. Las cinco facultades médicas más trascendentes reciben más de 100 millones de dólares cada una! Aquí, ni soñando. Realicé gestiones en el BID que nos ayudó en la etapa inicial y luego publicitó en varias de sus publicaciones a nuestro instituto como uno de sus logros!.

Envié cuatro cartas a Enrique Iglesias , solicitando ayuda (¡tiran tanto dinero por la borda en esta Latinoamérica!) todavía estoy esperando alguna respuesta. Maneja miles de millones de dólares, pero para una institución que ha entrenado centenares de médicos desparramados por nuestro país y toda Latinoamérica, no hay respuesta. ¿Cómo se mide el valor social de nuestra tarea docente? Es indudable que ser honesto, en esta sociedad corrupta tiene su precio. A la corta o a la larga te lo hacen pagar. La mayoría del tiempo me siento solo. En aquella carta de renuncia a la C. Clinic , le decía al Dr. Effen que sabía de antemano que iba a tener que luchar y le recordaba que Don Quijote era español! Sin duda la lucha ha sido muy desigual.

El proyecto de la Fundación tambalea y empieza a resquebrajarse. Hemos tenido varias reuniones, mis colaboradores más cercanos, algunos de ellos compañeros de lucha desde nuestro recordado Colegio Nacional de La Plata, me aconsejan que para salvar a la Fundación debemos incorporarnos al 'sistema'. Sí al retorno, sí al ana-ana. 'Pondremos gente a organizar todo'. Hay 'especialistas' que saben como hacerlo. 'Debés dar un paso al costado. Aclararemos que vos no sabés nada, que no estás enterado'. 'Debés comprenderlo si querés salvar a la Fundación' ¡Quién va a creer que yo no estoy enterado! En este momento y a esta edad terminar con los principios éticos que recibí de mis padres, mis maestros y profesores me resulta extremadamente difícil. No puedo cambiar, prefiero desaparecer. Joaquín V. González, escribió la lección de optimismo que se nos entregaba al recibirnos: 'a mí no me ha derrotado nadie'. Yo no puedo decir lo mismo. A mí me ha derrotado esta sociedad corrupta que todo lo controla.

Estoy cansado de recibir homenajes y elogios al nivel internacional. Hace pocos días fui incluido en el grupo selecto de las leyendas del milenio en cirugía cardiovascular. El año pasado debí participar en varios países desde Suecia a la India escuchando siempre lo mismo. '¡La leyenda, la leyenda!' Quizá el pecado capital que he cometido, aquí en mi país, fue expresar siempre en voz alta mis sentimientos, mis críticas, insisto, en esta sociedad del privilegio, donde unos pocos gozan hasta el hartazgo, mientras la mayoría vive en la miseria y la desesperación. Todo esto no se perdona, por el contrario se castiga.
Me consuela el haber atendido a mis pacientes sin distinción de ninguna naturaleza. Mis colaboradores saben de mi inclinación por los pobres, que viene de mis lejanos años en Jacinto Arauz. Estoy cansado de luchar y luchar, galopando contra el viento como decía Don Ata. No puedo cambiar. No ha sido una decisión fácil pero sí meditada. No se hable de debilidad o valentía. El cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable, con ella me voy de la mano. Sólo espero no se haga de este acto una comedia.

Al periodismo le pido que tenga un poco de piedad. Estoy tranquilo.. Alguna vez en un acto académico en USA se me presentó como a un hombre bueno que sigue siendo un médico rural. Perdónenme, pero creo, es cierto. Espero que me recuerden así. En estos días he mandado cartas desesperadas a entidades nacionales, provinciales, empresarios, sin recibir respuesta. En la Fundación ha comenzado a actuar un comité de crisis con asesoramiento externo. Ayer empezaron a producirse las primeras cesantías. Algunos, pocos, han sido colaboradores fieles y dedicados. El lunes no podría dar la cara. A mi familia en particular a mis queridos sobrinos, a mis colaboradores, a mis amigos, recuerden que llegué a los 77 años. No aflojen, tienen la obligación de seguir luchando por lo menos hasta alcanzar la misma edad, que no es poco. Una vez más reitero la obligación de cremarme inmediatamente sin perder tiempo y tirar mis cenizas en los montes cercanos a Jacinto Arauz, allá en La Pampa.Queda terminantemente prohibido realizar ceremonias religiosas o civiles.

Un abrazo a todos.-

René Favaloro


Se fue un tipo extraordinario

Su documento de identidad decía que mi viejo nació un 25 de agosto de 1933, aunque en realidad su cumpleaños era el 23 de agosto, se ve que ...