29.10.10

Néstor Kirchner 1950-2010


Por Fernando Neira



La forma que encontré para canalizar mis sensaciones, y brindar mi apoyo al gobierno y su proyecto:



Nosotros

Por Pablo Marchetti (*)

En el final de la cola, unos ocho metros antes del féretro, en uno de los corredores de la Casa Rosada, una piba llora. Sí, una piba: 16, 17 años, como mucho. Divina, cándida, antelical. Una chica que bien podría uno imaginarse llorando así con una novela del Cris Morena Group o con la llegada de los Jonas Brothers, aunque un poco más hippona. Si Néstor Kirchner hubiera sabido que lo iba a llorar una piba así capaz que no se moría.

Ok, lo que acabo de decir es una reflexión machista, pelotuda, lo que quieran. Olvídense. Pero a ver si queda claro: la plaza de Mayo y sus alrededores se llenó de pendejas y pendejos divinos, pibes muy chiquitos, adolescentes y jóvenes conmovidos por la muerte de Kirchner. Pibes que transformaron en hit el canto “andate Cobos, la puta que te parió”, o su versión extendida: “Andate Cobos y llevate a la Carrió”. O sea, pibes y pibas que hicieron su lectura política del asunto. Pibes y pibas militantes.

Todos putos

Un pibe escribe con aerosol, en el piso, sobre la avenida de Mayo, casi Bernardo de Yrigoyen, Néstor VIVE, y sobre cada una de las V de la palabra VIVE escribe una K, reemplazando la P peronista del PERÓN VUELVE. Me río: se lee KK. O sea, caca. Evalúo por un momento la posibilidad de compartir mi hallazgo con el pibe que escribe con aerosol. Y lo imagino contestándome: “De caca te voy a llenar la cabeza, puto”. Pero no, descartado. El pibe no diría eso. Parece más un pibe que pudo estar tomando un colegio anteayer. Más rockero que cumbiero. Clase media porteña, laburante. El pibe de la fotocopiadora, ponele. Hasta es probable que ni sea peronista. Nada de “eh, puto”. Y menos ahora que a su lado pasa una columna (bueno, un grupito con pancarta), unas treinta personas que llevan orgullosas el cartel que dice “Putos peronistas”.

Sí, los putos y las travas también. En la fila, a ocho cuadras de Plaza de Mayo, está Marlene Wayar, la hermosa Marlene, altísima, flaca, ojos enormes, sonrisa transparente, la voz más lúcida de la diversidad sexual, el pensamiento más sexy del país, una travesti que no cree en el matrimonio pero cree en la igualdad. Quién lo hubiera dicho, Marlene en la fila para ver a Néstor. ¿O debo decir “en la cola”? Sí, Marlene en la cola de Néstor, que esta noche es también promiscua y libertina. Que esta noche es todos con todos, todas con todas, todos con todas, todas con todos, todo con todo. Esta noche, la del pastiche que supimos conseguir. Unámonos. Abracémonos. Te amo, Marlene. Qué bueno que estés acá.

Noche de abrazos

Esta es una noche de abrazos. Me abrazo con Marlene, me abrazo con Claudia Acuña (bueno, con Claudia siempre nos abrazamos), me abrazo con Mariana Collante, me abrazo con Eduardo Anguita (sí, aquí estoy, Eduardo, ¿dónde iba a estar?), me abrazo con Dani Tavarone (Dani, qué linda sorpresa, tanto tiempo), me abrazo con Maxi Vecco (responsable de los videos de ¡Mueva la patria!), me abrazo con mi compadre falopero Felcho Marquestó (nos encontramos de casualidad; él fue a la plaza con Ramón, su hijo de 8 años), me abrazo con el gran Poroto D’Addario, exquisita pluma chabona de Página 12, que está haciendo la cola a la altura de Bernardo de Yrigoyen entre Avenida de Mayo y Rivadavia, me abrazo con Juampi Pichetto, a quien hace años que no veo, y en qué andás, y me cuenta que está haciendo Clase Turista, y me alegro, qué buen programa, y nos fumamos esa tuca que queda, qué bueno vernos, pensamos, y claro, cómo no íbamos a estar acá.

Aquí estamos. Con esa bola de nervios, esa bola de cagazo y esa bola de emoción al vernos, al constatar eso, que aquí estamos. Somos bien distintos y de repente nos damos cuenta de que también podemos ser bien iguales. O que, bueno, esto es lo que nos une. Que no debería haber rencores a partir de esto. Que sí, después da para discutir, para cagarnos a puteadas, a bardearnos, a mandarnos a la concha de nuestras madres o a la puta que nos parió, que si ya llegaron los putos es probable que en cualquier momento también lleguen las putas peronistas, y tampoco tengamos miedo a volvernos un poco trogloditas (o a seguir siendo peronistas, como prefieran), ahora que todos estamos aprendiendo a ser más correctos. Pero siempre teniendo en cuenta esta noche. A bardear, a discutir, pero sabiendo cual es nuestro lugar en el mundo, dónde vamos a marchar cuando las cosas se pongan pesadas. Pensemos en Néstor.

Pensemos

Eso, pensemos en Néstor. No por obligación, sino porque eso es lo que nos sale: pensar, reflexionar, intentar hacer política. Porque después del abrazo, del reconocernos, de la certeza a mitad de camino entre el “qué bueno que estás acá” y el “claro, cómo no ibas a estar acá”, llega la discusión, la reflexión. Si hay algo para lo que sirvió esta noche es para constatar un par de cosas que, hasta hoy, no eran más que cuestiones que se afirmaban sobre la intuición. Ahora nos damos cuenta que era verdad, que la política había vuelto, que la militancia había vuelto. Y esta, la noche del Chau Néstor es la noche de la política y la noche de la militancia.

La vuelta de la política. La vuelta de la militancia. La vuelta de los pendejos a la militancia. Pensemos en Néstor. No, no fue Néstor quien construyó todo esto. Si Néstor fue apenas un gobernador peronista de los 90. Un gobernador de una provincia petrolera que estuvo en la primera línea de combate de la privatización de YPF. Un aliado de Menem y Cavallo. Un tipo al que, antes de llegar a ser presidente, jamás le importó lo que decían los movimientos de derechos humanos, que jamás se preocupó por los crímenes de la dictadura y que, encima, era el candidato de Duhalde.

Sin embargo, Néstor no sólo no defraudó, sino que sorprendió. Uno no esperaba casi nada y el tipo se mandó con varias cosas inéditas y esperanzadoras. Y siguió, aunque todas podrían resumirse en una: no tengo claro si Kirchner era mi amigo, pero estoy seguro de que irritaba a mis enemigos. No sé si a todos (las críticas que tuve, tengo y tendré tienen que ver con eso, con aliados impresentables), pero sí a muchos. Demasiados para los que nos tenía preparada la historia argentina. Y estas cosas sólo se pueden medir en perspectiva histórica.

Juan Domingo K

Más allá de las críticas que puedo tener, creo que Néstor Kirchner (él y Cristina) fue el mejor presidente de la Argentina en los últimos 50 años. O, más precisamente, el mejor desde Perón, desde el primer peronismo, el de los 50. O, para decirlo en términos más constatables, fue el que más se enfrentó a mis enemigos y a los enemigos de toda la gente que vino esta noche. Por eso hay tanta gente que dice “yo no lo voté, pero aquí estoy”, “yo no soy peronista, pero aquí estoy” o “yo soy de izquierda, pero aquí estoy”, como me dijo el pibe que subía al lado mío por las escaleras mecánicas del subte E, cuando llegué a la plaza el jueves a la tarde.

Sí, el mejor desde Perón. Juan Domingo Perón, para más datos. Un milico con simpatías por el Eje durante la Segunda Guerra Mundial, que participó en los primeros golpes de Estado de la Argentina, como oficial del Ejército. Un tipo del que no había mucho que esperar, o más bien de quien se podía esperar lo peor. Sin embargo…

Como Perón, Kirchner hizo mucho más que lo que se esperaba de él. Pero hay algo más que identifica a ambos líderes, a ambos presidentes. Está claro que el peronismo es algo mucho más trascendente, mucho más complejo y mucho más rico que la figura de Juan Perón. Pues bien, si el kirchnerismo es esta plaza, si son esos pibes (y también esos señores, esas señoras, esos laburantes, esos viejitos, esos putos, esos fumones, esos oficinistas, esos fans de 678, esos flacos que se están tomando una birra, toda esa gente que hace seis, ocho, diez horas que está haciendo la cola para pasar 30 segundos a cinco metros del ataúd cerrado donde está el ex presidente), está claro que ese movimiento político y social trasciende con creces a Néstor Kirchner.

No, Néstor no construyó todo esto, pero Néstor fue quien lo leyó. El emergente y, al mismo tiempo, quien abrió el juego. Olvidémonos de la lista de virtudes (Corte Suprema, estatizaciones, juicios a los represores de la dictadura, asignación universal, integración continental) y defectos (pejotismo, mineras, petroleras). En otro momento podemos discutir todo eso. Ahora es el momento de centrarse en el principal logro de este Gobierno: la militancia.

A lo chori

Chipa, chipa”, grita la paraguaya, sentada en un banquito, con su puestito improvisado donde vende el modesto manjar guaraní. Chipa y no chipá, que quede claro. Acaba de llegar, son las once de la noche. “A la rica chipa”. A su lado, una mujer vende pósters con la foto de Néstor y Cris, y papeles y fibrones. ¿Para qué? Lo aclara en el papel que tiene escrito: “Néstor, siempre con vos”, dice el papel, escrito con fibrón. Que cada uno escriba lo que quiera, pero que todo el mundo sepa que puede escribir cosas como esa, como una forma de hacer catarsis o de romper el cerco mediático de Clarín.

Más allá, un tipo comienza a prender la parrilla. “El chori y el paty salen como piña”, me dice un parrillero que está prendiendo otro fuego porque ya agotó stock y va por el ballotage. Se venden también banderas, cintas negras, escarapelas. Y para beber, gaseosas, cerveza, café. Me cuenta Mariano Lucano (estoy caminando por avenida de Mayo con él y con Flavia, su novia) que en el entierro de Alfonsín (no, no fui) no había choris ni nada de eso. Pero que, a cambio, el McDonalds de enfrente del Congreso estuvo abierto toda la noche.

Acá los negocios están cerrados. Los bares bajaron sus persianas después de la medianoche y sólo quedan algunos, poquísimos, maxikioscos. Por eso a la una de la mañana se siguen prendiendo parrillas. Puede parecer liturgia peronista, pero acá los compañeros tienen hambre. Y el chori se cobra, eh. No se regala, eh. Que acá no hay micros, no hay aparato, loco, eh. Nadie vino por el chori y la Coca. Ni siquiera vino por Néstor. Acá la gente, la mayoría de la gente, vino a hacer el aguante y a no sentirse tan sola. Vino a tratar de dejar claro que esta vez no, no nos van a volver a cagar.

Qué grande sos

Sí, claro, los pendejos. Sí, claro, la clase media progre. Sí, claro, los zurdos, los intelectuales, los universitarios, los profesionales. Por supuesto, todos ellos están. Pero también está el peronismo. También está la gente que se tuvo que tomar tres bondis para ver el cajón. Está Zulema, que vino de San Justo. Está la gente del Docke y otros que vinieron desde las provincias. También están (en primera línea) los militantes peronistas de veintipico, de treintaipico, esos productos tan típicamente Néstor que volvieron a sentir orgullo de ser peronistas. Que cantan la Marcha y se emocionan y hacen emocionar a quienes alguna vez nos emocionamos cantando la Marcha.

Otros hits: “Olé, olé, olé/ Nestoooor… Nestoooor”, con acento en la “o” alargada final. Pero sobre todo uno, bien peronista, que advierte: “Che gorila, che gorila/ no te lo repito más/ si la tocan a Cristina/ qué quilombo se va armar”. Ese y el de Cobos son los más escuchados. Los pibes proponen, advierten. Nadie dice boludeces, ni nadie evoca fantasmas. Hay un mensaje concreto: no jodan. Y viendo toda esa gente, sintiendo la emoción y la onda que hay en el aire, por un momento da para el entusiasmo, da para pensar que quien sabe, tal vez…

Oficialitis

Néstor irritó a nuestros enemigos y más allá de las diferencias, más allá de las medidas y aliados impresentables, más allá de la minería y el pejotismo, el espanto que generaban esos enemigos siempre pudo más. Y cada vez que alguno de estos enemigos mostraba los dientes y las uñas daba ganas de volverse más K que Orlando Barone. Sí, lo confieso: muchas veces, escuchando a Biolcatti, leyendo a Morales Solá o a Mariano Grondona o viendo algunos títulos de Clarín me dieron ganas de pasar por la galería Bond Street, tatuarme la cara de Néstor y Cris en la espalda y después salir, ir al estudio de Canal 7 donde se graba 678 y decir: “Mirá, Barone, a que vos no tenés un tatuaje así, soy más oficialista que vos”.

Desde el miércoles, cuando Néstor la quedó en Calafate, las bestias comenzaron a mostrar los colmillos. Son los mismos simios gigantes que quisieron dictarnos lecciones republicanas impresentables luego del velorio de Alfonsín, sin olvidar que ellos habían odiado a Alfonsín. Pero claro, Alfonsín se quedó ahí. Lo intentó tibiamente, arregló, no supo. Sí, por supuesto, vivió modestamente, no como estos millonarios santacruceños. Pero políticamente terminó devorado por sus enemigos, sin siquiera haber atinado a pelear como es debido. Se confió, actuó como una persona y, como tal, creyó en la humanidad de las bestias que lo rodeaban.

No, Néstor no era de esa estirpe. Néstor peleaba. Por eso, como bien dice Beatriz Sarlo, prefirió no convertirse en patriarca y morir luchando. Por eso, en su despedida, no hubo ningún Biolcatti, ningún Cobos, ningún Morales Solá, ningún Duhalde. Sí, claro, nadie se alimenta de vidrio: sí hubo un Scioli o un Gioja. Pero otra vez: se podrá criticar a los amigos, pero nunca se dudará de la calaña de los enemigos. Porque lo mejor de Néstor era cuando no dialogaba con quienes reclamaban diálogo pero en realidad querían exigir, y cuando se peleaba con quienes merecían que los cagaran bien a trompadas.

No se trata aquí de comparar entierros. Pero no sólo es necesario dejar en claro que a Néstor lo despidió por lo menos el doble de la gente que le dio el último adiós a don Raúl. También sería bueno recordar que entonces hubo algunos imbéciles que destacaron lo masivo del entierro de Alfonsín (que lo fue) y presagiaban una muerte en soledad para Néstor. Que la chupen, que la sigan chupando. Vos, gorila republicano, la tenés adentro. ¡Vamos todos! “Tomala vos/ dámela a mí/ el que no salta/ es de Clarín”.

9 años no es nada

Camino con Mariano Lucano y de repente tengo un dejà vu. ¡Esto parece el 2001! Cuando también caminé con Mariano, por estas calles, dos años antes de Barcelona. Bueno, no, nada que ver: todo está tranquilo, no hay represión, ni siquiera un poquitín de clima tenso o jodido, ni siquiera una pizca de paranoia. Hay miedo, sí, pero es un miedo por el devenir político, no por el presente, no por la caminata por estas calles. Y hay que decirlo aunque suene pelotudo o inocente: hay esperanza. Por lo demás, estamos como entonces. Nueve años no son nada. Somos los mismos que entonces. Y algunos otros, más pendejos, que podrían haber estado ahí.

Mariano me cuenta que ayer se cruzó con Diego Parés (el dibujante que mejor retrató el 20 de diciembre de 2001) y con el Niño Rodríguez. Me imagino que deben estar (como Mariano, como yo) descosiéndose el cerebro pensando en qué carajo van a decir, qué corno es lo que van a dibujar de todo esto. A mí se me enquilomba todo. No puedo parar de pensar, como todos los que estamos aquí. Como no podemos (sí, lo bueno de esto es lo fácil que es pasar del “yo” al “nosotros”) dejar de sorprendernos y emocionarnos, como todos los que estamos aquí.

Gracias totales

Aquí abunda el análisis político al paso. Lo admito, no puedo parar de hablar con todo el mundo. Charlo, discuto (ya lo dije, ¿no?). Por supuesto, se habla de quién ocupará el lugar de Néstor. Quién se bancará al PJ, quién evitará el aluvión Scioli, cómo hacer para no cagarla en este momento político que, bien manejado, puede ser bastante favorable para una salida digna. O sea, para evitar que el Mal Mayor se haga cargo del asunto. Y para neutralizarlos por un buen rato. El precio a pagar puede significar el convencimiento casi religioso de que aquello que considerábamos el Mal Menor se transforme de repente en un Bien Aceptable. O al menos que mude su domicilio a los suburbios del Bien, a pocas cuadras del Riachuelo o la General Paz del ideal ideológico.

Más allá de la especulación macro política, el verdadero desafío es ver cómo articular todo esta voluntad colectiva, este montón de ganas, de abrazos y de emoción al margen de toda especulación electoral. Por supuesto, lo electoral existe y es relevante. Pero nadie piensa en Máximo o en Alicia por aquí. Ya se verá si el hijo presidencial puede realmente ser una opción y si eso realmente puede ser bueno. Por el momento, parece tener menos carisma que Fabián Matus, pero estos momentos suelen hacer milagros. Si no, mírenlo a Ricardito Alfonsín.

Lo que realmente importa ahora es cómo salir de esta plaza. Y lo más importante, cómo hacer para volver a encontrarnos todos aquí, con esta misma emoción, con esta misma fuerza. Cómo tener la certeza de que, si nos joden, aquí vamos a estar. Aguantando los trapos. No los de Néstor ni los de Cristina. Los nuestros, los de los montones de personas que no queremos que nos rompan las pelotas. Los de todos aquellos que estuvimos horas y horas esperando para ver durante 30 segundos un ataúd cerrado, porque sabíamos que allí adentro había un tipo especial.

Un tipo que no fue ni un héroe revolucionario, ni un gran ideólogo, ni siquiera alguien muy parecido a nosotros. Sin embargo, ese tipo fue quien hizo el milagro de juntarnos, de hacernos tomar conciencia de que somos un montón y de darnos cuenta de que hay ciertas cosas que no vamos a permitir. Bueno, no exageremos, que somos frágiles. Pero al menos ahora sí tenemos claro que hay cosas con las que no se jode. Por eso, aunque sólo sea por eso, gracias Néstor.

(*) Director Revista Barcelona

28.10.10

Los muertos que vos matáis


Por Eduardo Aliverti

No quiero escribir desde el resentimiento, aunque siento que, en realidad, el verdadero rencor es el de aquellos a cuyo cinismo apuntará. Algunas cosas hay que sacarlas bien de adentro bajo pena de traicionarse a sí mismo si acaso, por razones de ¿elegancia? periodística, de ser modesto con los conceptos en horas de dolor y de respeto, se las guarda. Supongo, además, que varios de los conceptos a verter serán parecidos y hasta idénticos a muchos de los que acompañan las opiniones de esta edición. Mejor. Uno se sentirá reforzado con la gente, los colegas de este diario, y otros, que piensan igual o muy parecido y habrán escrito en consecuencia. En momentos como éstos, lo que justamente hace falta es juntarse más que nunca con la gente que piensa y dice y pregona como uno. Ayer, a muy poco de conocerse la noticia, me tocó encabezar la transmisión especial de AM 750. Muchos testimonios, mucho oyente, mucho correo, muchas sensaciones. Uno tiene en esto demasiados años de entrenamiento auditivo, de saber reconocer las entrelíneas de las declaraciones, de descubrir qué hay detrás de los tonos de voz y hasta de cada inflexión. Y entonces percibe, registra enseguida, no se le escapan ni las respiraciones. Percató en consecuencia la angustia auténtica de la gente común que llamaba a la radio; la que conforma lo definible desde hace un tiempo como la “minoría intensa” de la sociedad, contra la presunta mayoría invertebrada que está festejando la muerte de Kirchner. Sin embargo, a la par llamó la atención de quien firma la cantidad de llamados del tipo “no soy peronista, no soy kirchnerista, no quiero a este gobierno, pero...”. Ese pero. Ay, ese pero. Cuánto que hay en ese pero de “me parece que me di cuenta ahora, con la muerte, de que no hay nada real mejor que esto, por más que no me guste”.

Sea así o más o menos así, esa gente, esos peros, se sintieron legítimos, audaces, compungidos. Atención con esa tomada de nota de que ahora se corre peligro de retroceder, tanto que lo putearon. No tengo cómo justificar la elevación de los llamados a una radio a la categoría de sondeo representativo... salvo por eso del oído entrenado, de la medición automática de percepciones. Y también como quiera que sea, en cualquier caso es mucha gente con una honestidad intelectual, o sentimental, infinitamente mayores que las disfrazadas por los temporarios acomodaticios de las condolencias. Cobos, traidor, capaz de decir que se nos fue un gran líder. Andate Cobos, por favor. Andate. Pero no del Gobierno del que formás parte a la vez de denostarlo. Andate a tu casa, directamente. Por un instante de tu vida tené mínima conciencia del ridículo. Sólo eso, Cobos. Sólo eso. Vos y todos los demás que ahora descubrieron en Kirchner al tipo que llevaba la política en la sangre, al militante tiempo completo, al apasionado que deja un vacío enorme, al hombre de convicciones. Vos y todos los demás que hasta las 10 de la mañana de ayer definían esos flamantes méritos del muerto como la expresión del crispado que violentó a este país, del autoritario que nos volvió a las catacumbas de los ’70, del enajenado que nos lleva al caos institucional. Y vos, Van der Kooy, que a los veinte minutos de la muerte ya tenías subida tu columna gozosamente mal disimulada. Y vos, Fraga, Rosendo Fraga, asesor de Viola, del general Viola, del asesino Viola, que te permitiste elevar, con el muerto fresco, las condiciones a las que debe sumirse Cristina ahora que puede ejercer el Poder. Vos, Fraga, venís a cerrar el circuito que inauguró José Claudio Escribano, el mandamás de La Nación, cuando apenas asumido Kirchner en 2003 le puso en tapa el pliego de bajezas a que debía rendirse si quería completar el primer año de mandato: reacomodar las relaciones con el FMI, amnistiar a los milicos, romper con Cuba. Con Kirchner inaugurado, primer pliego. Con Kirchner muerto, también enseguida, el segundo: que Cristina se saque de encima a Moyano, a Moreno y a quien haga falta para demostrar que no es igual que el marido. Hasta un tipo de derechas como Federico Pinedo, pero con sensibilidad perceptiva –digamos que un caballero– le dijo al aire al suscripto “y, sí, es un poco apresurado el análisis”.

Pero no, no es apresurado. Son sus instintos más bajos, más pornográficos, de intereses de clase. Cabe reconocerles su impudicia explícita. E incluso prodigarles el reconocimiento de que además de ser así son inhábiles para solaparlo. Dejan todo más claro. Ese es, quizás y no importa si por convencimiento o por lectura especulativa de la realidad al cabo de 2001/2002, el legado más interesante y efectivo que deja Kirchner. Por las razones íntimas que fueran, partió aguas. Obligó a ponerse de un lado o de otro, cuando ya parecía imposible que la pasión política se reinstalara en la Argentina devastada de la rata. Más aun, por estas horas también se desnudan como de cocodrilo feroz las lágrimas y lamentos de quienes se allanaron a hacerle el juego a la derecha con chamuyo de izquierda cinematográfico-nacionalista. ¿Y por qué eso también es símbolo? Porque esa partida de aguas que significó y significa esta rara pero apasionante experiencia también compelió a que cada quien mostrara su vocación de poder. Algunos de la derecha explícita sacaron los tanques mediáticos, pero otros de la izquierda piripipí copiaron a Carrió, compararon a Kirchner con Menem y hace unas horas se manifiestan condolidos ¿de qué? ¿No es que eran iguales?

Por unas semanas como muchísimo, si es que se aguantan, el establishment más concentrado, el gorilaje recalcitrante y sus funcionales nac&pop se llamarán a silencio de expectación. Concluido el duelo de las buenas formas, medirán cuánto tiempo se requiere para que seguir atacando no se les vuelva boomerang. Tensarán que Cristina puede usufructuar, o que le serviría, la imagen de mujer enhiesta en medio de un drama de todo tipo, sola contra todos. Y encima, en medio de ese karma que los sigue regenteando: sus candidatos son horribles, no se les cae una idea alternativa convincente y están a años luz de potenciar a algún referente que demuestre capacidad de mando.

Si lo piensa bien, la derecha atraviesa un problema con la muerte de Kirchner: él venía a ser una suerte de reaseguro para continuar insistiendo contra el “aplastamiento de las instituciones”, el “clima de confrontación”, la “división de la sociedad” y todo el resto de pelotudeces tras cuyo parche se oculta, pésimamente, que no aguantan la afectación de emblemas con que sintieron tocados su alma y su culo. Y la de ciertos privilegios que manotearon sus bolsillos.

Ayer a la noche, el clima de congoja cedía lugar a una efervescencia, tan contenida como callejera, que detrás del dolor avisaba lo siguiente: si hay lugar de retrocesos en lo recuperado para los intereses populares, no les va a resultar fácil. La potencia política de Kirchner ya no estará, Cristina es candidata única y habrá que comprobar si su estoicismo aguanta la presión. Pero es irrebatible que queda una fuerza muy considerable que, cualesquiera sean los avatares electorales, no permitirá así nomás que se vuelva para atrás en ciertas conquistas que a la vuelta de la esquina eran extravíos utópicos.

En síntesis, eleven neo-pliegos de condiciones, festejen, gorileen, viven a las coronarias de Kirchner como antes a sus carótidas y al cáncer de Eva, supongan que se acabaron la ley de medios y que la yegua no debería soportar semejante tensión. Pero, por las dudas, uno les aconsejaría que adviertan la ya masa de gente joven politizada y movilizada y el número de los que se plantean lo que hay enfrente de lo que putean.

Murió Néstor Kirchner

Néstor Kirchner, ex presidente de Argentina entre 2003 y 2007, diputado y marido de la actual presidenta, Cristina Kirchner, murió este miércoles a los 60 años en El Calafate de un infarto, informó el médico presidencial Luis Buonomo.


El ex presidente se encontraba con su esposa en la residencia familiar en esa localidad de la provincia de Santa Cruz, cuando sufrió una descompensación y debió ser trasladado a un hospital de urgencia.


Kirchner tenía dos hijos, Máximo de 32 años y Florencia de 19, fruto de su matrimonio con Cristina, a quien conoció mientras ambos estudiaban Derecho en la Universidad de La Plata.


El diputado, líder del gobernante partido Justicialista y secretario general de Unasur, ya había sido intervenido en febrero pasado de urgencia por una afección en la arteria carótida derecha y en setiembre sufrió una obstrucción en una arteria coronaria.


Su muerte produjo reacciones de consternación en Latinoamérica. "Ay mi querida Cristina... Cuánto dolor!", escribió el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en su cuenta de Twitter (@chavezcandanga).


"Qué gran pérdida sufre la Argentina y Nuestra América! Viva Kirchner para siempre!!", añadió el mandatario venezolano, un cercano aliado de los Kirchner.


"Siempre tuve en Néstor Kirchner un gran aliado y fraternal amigo. Fueron notables su papel en la reconstrucción económica, social y política de su país y su empeño en la lucha común en la integración sudamericana", recordó el presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, que decretó tres días de luto oficial.


"Estoy impactado por la sorpresiva muerte de un amigo y compañero de la construcción de una América Latina sin exclusiones", dijo en Asunción el presidente paraguayo Fernando Lugo.


En el mundo del rock también hubo repercusiones, desde su blog, Andrés Calamaro posteo la siguiente carta:


Tengo suficiente argentinidad y memoria capacidad de análisis y corazón … estoy seguro que la historia va a confirmar que Néstor fue el mejor presidente argentino de los último cincuenta años y quizás en argentina cincuenta años sean… siempre el único que atendió a madres y abuelas y el único que madres y abuelas respetaron y quisieron quien anuló los indultos que perdonaron el horror de la dictadura y sus crímenes Néstor, que devolvió la ilusión a un pueblo herido, inestable y crítico el único que enfrentó al empresariato y a los poderes que históricamente habían pactado con dictaduras criminales y con expolio imperial, el de la Argentina que enamora a los visitantes que llegan y quieren quedarse y respirar país … personalmente conocí poco a Néstor K quizás poco pero suficiente … me recibió como un ciudadano y amigo, recibí una llamada de Néstor un 30 de diciembre sólo para contarme de su emoción húmeda al leer la carta de mi hermana Hebe recordando la militancia de los artistas en los setenta “el flaco de pelo largo y anteojos” que ayudaba a mi hermana preñada de mi sobrino juan fue amable y cariñoso con mi padre y con mi hermano tenía un proyecto para el país heredó una crisis violenta; la catástrofe social del 2001 (odisea en el espacio) y devolvió la esperanza y Argentina volvió a caminar con Néstor … una mañana viajé en al avión del presidente elegí que mi relación con la dirigencia K sea una cuestión personal con la cercanía que brinda el respeto y la lealtad … el proyecto Kirchner, con lo peor de Argentina en contra no tanto en el terreno de la opinión, porque somos libres de expresión … no tenemos suerte con la política en Argentina y se me llena el corazón de pena entre tanto rigor y habiendo perdido, la piel se nos curte pero siento que se fue alguien cercano viva Kirchner para siempre!”.


Kirchner será trasladado a Buenos Aires para el velatorio habitual que reciben los ex mandatarios en el Congreso de la Nación.

26.9.10

DIME DÓNDE ESTÁS Y TE DIRÉ TODO LO DEMÁS

`PLACES`, LA NUEVA APLICACIÓN DE FACEBOOK

Por Mariano Blejman

Cuando hace unos días Facebook presentó la aplicación Places (lugares) –que permite saber el lugar donde se encuentra un usuario de la red social– lo primero que publicaron los organismos defensores de la privacidad fueron consejos para “desconectarlo”. No por apocalípticos, sino porque, se sabe, la política de privacidad de la red social más grande del planeta creada por Mark Zuckerberg, que ya tiene 500 millones de usuarios, ha sido expresamente confusa desde sus inicios. Para Zuckerberg, claro, todo debería ser público. De hecho, las actualizaciones realizadas a través de los años parecieran haber tenido siempre la intención de marear al usuario con opciones cada vez más complejas. Según el Electronic Privacy Information Center, “la configuración por defecto de Places viola la privacidad en una larga lista de formas, y no es inmediatamente clara para los usuarios”. Por ahora, el servicio sólo está disponible en Estados Unidos y no se sabe cuándo será liberado para Sudamérica.

Hasta ahora, las aplicaciones de geolocación (que permiten saber dónde están los usuarios) que explotaron por los teléfonos inteligentes han permitido mantener un grado más o menos consciente de privacidad, ya que –en principio– se trata de servicios que los usuarios deciden instalar por su cuenta: Foursquare, por ejemplo, es una aplicación para móviles que permite encontrarse con amigos y descubrir lugares, la red social Twitter tiene una opción de “Location”, la red Weegoh también permite ubicar a personas conocidas, la agenda Tasktopía cambia de “cosas para hacer” según el lugar donde se encuentra el usuario. Incluso, la geolocación es usada en algunos teléfonos de Motorola con la aplicación Blur, que les permite a los usuarios saber dónde se encuentra el teléfono en caso de robo, y permite borrar los datos de la agenda a distancia.

Pero la gran diferencia con Places de Facebook (basada en Foursquare) es que la base de datos de usuarios preexiste a la intención de estos usuarios de usar la geolocación, y su configuración viene por defecto “encendida”. Hay dos críticas centrales a la configuración inicial de Places: por un lado, un usuario que no ha autorizado el uso de Places puede ser taggeado (marcado) en una foto por otro usuario que sí usa la aplicación. Y las empresas pueden acceder a los lugares “descubiertos” por otros usuarios, aunque lo haga de forma “privada”. “Tus ‘amigos’ pueden postear en un mapa dónde estás, sin tu permiso”, contó Bridget Carey en el Miami Herald.

Así, los primeros informes de los medios estuvieron dedicados a dar instrucciones para borrar los permisos de la aplicación, antes que difundir la noticia del Facebook Places. Mientras Foursquare maneja una política de estímulos para convertir a los usuarios que más visitan un lugar en majors del lugar, lo de Facebook Places se mete en el uso cotidiano –sobre todo las capas jóvenes– que convive con Facebook como una extensión de su vida.

Sin embargo, el uso de la “geolocación” todavía no es demasiado aceptado por el usuario promedio en Estados Unidos. Aunque Google, Foursquare, Gowalla, Shopckick y Facebook ofrecen habitualmente servicios vinculados al reporte físico de los usuarios y aunque según la National Venture Capital Association se han invertido cerca de 115 millones en start-ups vinculadas a la geolocación, sólo el 4 por ciento de los estadounidenses ha usado algún servicio basado en geolocación y menos del uno por ciento lo usa semanalmente, según la consultora Forrester Research. Hasta ahora, Foursquare tenía “apenas” cuatro millones de usuarios. Apenas un puñado, si se comparan con los 145 millones de Twitter, y mucho menos con los 500 millones de Facebook.

De allí que el salto exponencial que producirá la llegada de Facebook Places a todo el planeta ha puesto en emergencia a las ONG dedicadas a la privacidad. Los creadores del sitio PleaseRobMe.com han llevado la idea al paroxismo: el sitio permitía (fue discontinuado) seguir a un usuario que comparte información on line para saber cuándo puede ser “robado”. “El peligro es decirle a todo el mundo dónde está uno. Si le decimos a todo el mundo cuándo y dónde nos vamos de vacaciones, le estamos diciendo a todo el mundo que no estamos en casa”, dicen. Hasta hace poco, el sitio hacía un seguimiento en vivo de Foursquare junto a información de Twitter para detectar cuándo un usuario no estaba, y avisaba sobre las “oportunidades” para robar una casa. “Nuestra intención jamás fue hacer que alguien sea robado, sino alertar sobre el problema de la privacidad”, reza el sitio. La realidad no tarda en llegar: la semana pasada una banda de ladrones electrónicos fue desarmada en New Hampshire, usando una técnica similar a través de Facebook.

La Electronic Frontier Foundation lanzó una guía de alerta para que se mejoren las aplicaciones basadas en la locación. “La criptografía ofrece formas de no dejar rastros del lugar donde uno está y aun así poder usar aplicaciones de geolocación. Los ingenieros deberían trabajar para mejorar la privacidad”, dicen. Otro emprendimiento para mejorar cuestiones de la privacidad es Diaspora, la red social de código abierto, que liberó su código a la comunidad la semana pasada, pero que ha dicho que usará un sistema de encriptación y permitirá al usuario tener control total sobre los datos. Lo más irónico es que, enterado de la nueva empresa, el fundador de Facebook donó 150 mil dólares.


1.6.10

Existencialismo

Aprender es desaprender.
Es imposible incorporar cuando
no hay lugar para el saber.
Pensar no pensando.
Aprender a comprender.
Ensayar mirar un objeto/sujeto e intentar pesar
en que piensa ese objeto/sujeto de nosotros
y replantearnos que pensamos previamente al mirar.
Comprobar si entendemos la posibilidad
de la contraposición de pensamientos
sin exacerbarnos y volvernos por eso
violentos con el entorno.
Entender que el sentido de las cosas
son las mismas cosas.
Que las respuestas están siempre
implícitas en las preguntas bien expuestas.
Comprender que las cosas no significan,
existen y ya.


Fernando Neira

28.5.10

El móvil de Hansel y Gretel

Por Hernán Casciari


Anoche le contaba a la Nina un cuento infantil muy famoso, el Hansel y Gretel de los hermanos Grimm. En el momento más tenebroso de la aventura los niños descubren que unos pájaros se han comido las estratégicas bolitas de pan, un sistema muy simple que los hermanitos habían ideado para regresar a casa. Hansel y Gretel se descubren solos en el bosque, perdidos, y comienza a anochecer. Mi hija me dice, justo en ese punto de clímax narrativo: “No importa. Que lo llamen al papá por el móvil”.

Yo entonces pensé, por primera vez, que mi hija no tiene una noción de la vida ajena a la telefonía inalámbrica. Y al mismo tiempo descubrí qué espantosa resultaría la literatura —toda ella, en general— si el teléfono móvil hubiera existido siempre, como cree mi hija de cuatro años. Cuántos clásicos habrían perdido su nudo dramático, cuántas tramas hubieran muerto antes de nacer, y sobre todo qué fácil se habrían solucionado los intríngulis más célebres de las grandes historias de ficción.

Piense el lector, ahora mismo, en una historia clásica, en cualquiera que se le ocurra. Desde la Odisea hasta Pinocho, pasando por El viejo y el mar, Macbeth, El hombre de la esquina rosada o La familia de Pascual Duarte. No importa si el argumento es elevado o popular, no importa la época ni la geografía.

Piense el lector, ahora mismo, en una historia clásica que conozca al dedillo, con introducción, con nudo y con desenlace.

¿Ya está?

Muy bien. Ahora ponga un teléfono móvil en el bolsillo del protagonista. No un viejo aparato negro empotrado en una pared, sino un teléfono como los que existen hoy: con cobertura, con conexión a correo electrónico y chat, con saldo para enviar mensajes de texto y con la posibilidad de realizar llamadas internacionales cuatribanda.

¿Qué pasa con la historia elegida? ¿Funciona la trama como una seda, ahora que los personajes pueden llamarse desde cualquier sitio, ahora que tienen la opción de chatear, generar videoconferencias y enviarse mensajes de texto? ¿Verdad que no funciona un carajo?

La Nina, sin darse cuenta, me abrió anoche la puerta a una teoría espeluznante: la telefonía inalámbrica va a hacer añicos las nuevas historias que narremos, las convertirá en anécdotas tecnológicas de calidad menor.

Con un teléfono en las manos, por ejemplo, Penélope ya no espera con incertidumbre a que el guerrero Ulises regrese del combate.

Con un móvil en la canasta, Caperucita alerta a la abuela a tiempo y la llegada del leñador no es necesaria.

Con telefonito, el Coronel sí tiene quién le escriba algún mensaje, aunque fuese spam.
Y Tom Sawyer no se pierde en el Mississippi, gracias al servicio de localización de personas de Telefónica.

Y el chanchito de la casa de madera le avisa a su hermano que el lobo está yendo para allí.
Y Gepetto recibe una alerta de la escuela, avisando que Pinocho no llegó por la mañana.

Un enorme porcentaje de las historias escritas (o cantadas, o representadas) en los veinte siglos que anteceden al actual, han tenido como principal fuente de conflicto la distancia, el desencuentro y la incomunicación. Han podido existir gracias a la ausencia de telefonía móvil.

Ninguna historia de amor, por ejemplo, habría sido trágica o complicada, si los amantes esquivos hubieran tenido un teléfono en el bolsillo de la camisa. La historia romántica por excelencia (Romeo y Julieta, de Shakespeare) basa toda su tensión dramática final en una incomunicación fortuita: la amante finge un suicidio, el enamorado la cree muerta y se mata, y entonces ella, al despertar, se suicida de verdad. (Perdón por el espoiler.)
Si Julieta hubiese tenido teléfono móvil, le habría escrito un mensajito de texto a Romeo en el capítulo seis:


M HGO LA MUERTA,
PERO NO STOY MUERTA.
NO T PRCUPES NI
HGAS IDIOTCES. BSO.

Y todo el grandísimo problemón dramático de los capítulos siguientes se habría evaporado. Las últimas cuarenta páginas de la obra no tendrían gollete, no se hubieran escrito nunca, si en la Verona del siglo catorce hubiera existido la promoción “Banda ancha móvil” de Movistar.
Muchas obras importantes, además, habrían tenido que cambiar su nombre por otros más adecuados. La tecnología, por ejemplo, habría desterrado por completo la soledad en Aracataca y entonces la novela de García Márquez se llamaría ’Cien años sin conexión’: narraría las aventuras de una familia en donde todos tienen el mismo nick (buendia23, a.buendia, aureliano_goodmornig) pero a nadie le funciona el messenger.

La famosa novela de James M. Cain —’El cartero llama dos veces’— escrita en 1934 y llevada más tarde al cine, se llamaría ’El gmail me duplica los correos entrantes’ y versaría sobre un marido cornudo que descubre (leyendo el historial de chat de su esposa) el romance de la joven adúltera con un forastero de malvivir.

Samuel Beckett habría tenido que cambiar el nombre de su famosa tragicomedia en dos actos por un título más acorde a los avances técnicos. Por ejemplo, ’Godot tiene el teléfono apagado o está fuera del área de cobertura’, la historia de dos hombres que esperan, en un páramo, la llegada de un tercero que no aparece nunca o que se quedó sin saldo.

En la obra ’El jotapegé de Dorian Grey’, Oscar Wilde contaría la historia de un joven que se mantiene siempre lozano y sin arrugas, en virtud a un pacto con Adobe Photoshop, mientras que en la carpeta Images de su teléfono una foto de su rostro se pixela sin remedio, paulatinamente, hasta perder definición.

La bruja del clásico ’Blancanieves’ no consultaría todas las noches al espejo sobre “quién es la mujer más bella del mundo”, porque el coste por llamada del oráculo sería de 1,90€ la conexión y 0,60€ el minuto; se contentaría con preguntarlo una o dos veces al mes. Y al final se cansaría.

También nosotros nos cansaríamos, nos aburriríamos, con estas historias de solución automática. Todas las intrigas, los secretos y los destiempos de la literatura (los grandes obstáculos que siempre generaron las grandes tramas) fracasarían en la era de la telefonía móvil y del wifi.

Todo ese maravilloso cine romántico en el que, al final, el muchacho corre como loco por la ciudad, a contra reloj, porque su amada está a punto de tomar un avión, se soluciona hoy con un SMS de cuatro líneas.

Ya no hay ese apuro cursi, ese remordimiento, aquella explicación que nunca llega; no hay que detener a los aviones ni cruzar los mares. No hay que dejar bolitas de pan en el bosque para recordar el camino de regreso a casa.

La telefonía inalámbrica —vino a decirme anoche la Nina, sin querer— nos va a entorpecer las historias que contemos de ahora en adelante. Las hará más tristes, menos sosegadas, mucho más predecibles.

Y me pregunto, ¿no estará acaso ocurriendo lo mismo con la vida real, no estaremos privándonos de aventuras novelescas por culpa de la conexión permanente? ¿Alguno de nosotros, alguna vez, correrá desesperado al aeropuerto para decirle a la mujer que ama que no suba a ese avión, que la vida es aquí y ahora?

No. Le enviaremos un mensaje de texto lastimoso, un mensaje breve desde el sofá. Cuatro líneas con mayúsculas. Quizá le haremos una llamada perdida, y cruzaremos los dedos para que ella, la mujer amada, no tenga su telefonito en modo vibrador. ¿Para qué hacer el esfuerzo de vivir al borde de la aventura, si algo siempre nos va a interrumpir la incertidumbre? Una llamada a tiempo, un mensaje binario, una alarma.

Nuestro cielo ya está infectado de señales y secretos: cuidado que el duque está yendo allí para matarte, ojo que la manzana está envenenada, no vuelvo esta noche a casa porque he bebido, si le das un beso a la muchacha se despierta y te ama. Papá, ven a buscarnos que unos pájaros se han comido las migas de pan.

Nuestras tramas están perdiendo el brillo —las escritas, las vividas, incluso las imaginadas— porque nos hemos convertido en héroes perezosos.

14.4.10

De dones y maldones

Por Santiago Bilinkis (*)


Algunas personas nacen con dones maravillosos. Después, a veces, el ambiente en el que esa persona crece coopera para que ese don se exprese y desarrolle. Y en una tercera etapa, el agraciado portador de ese don puede, o no, poner su cuota de esfuerzo para llevarlo a límites superlativos.


Juan Román Riquelme es uno de esas personas tocadas por una varita al nacer. Él, igual que las demás personas que comparten su suerte, no hizo mérito alguno ni en recibir el don que recibió ni en que el ambiente le permitiera que se manifieste. Y por esa razón, todo don conlleva aparejada una responsabilidad: la de, en esa tercera etapa, poner lo mejor de uno para honrar el regalo recibido.


Martín Palermo es como vos, como yo. No tuvo la suerte de Román. Todo en sus logros es fruto de un esfuerzo obstinado, persistente, conmovedor. Es “patadura”. Y lo que es mejor de todo, él lo sabe. Siempre lo supo. Podría haber tirado la toalla. Podría haberse enojado con la vida, compartiendo el campo de juego con talentosos de la talla de Román pensando: “¿Por qué algunos reciben tanto y otros no?”. Pero no hizo nada de todo eso. Puso lo mejor de sí para hacer honor a su regalo, aún cuando fuera más modesto.


Pero este no es un post sobre fútbol. O no solamente… Este es un post sobre nuestra relación con nuestros propios talentos, la responsabilidad que implican y la importancia de honrarlos. Sobre la trascendencia de ser una buena persona. Sobre la vergüenza de quedar expuesto como un mezquino.


Hace rato que quería escribir sobre Riquelme. Porque encarna una relación con la vida, con los demás y con su propio talento que yo aborrezco. Pero me decidí a hacerlo ya cuando ví lo que hizo en el momento histórico en que Palermo convirtió su gol 219 y pasó a ser el mayor anotador de la historia de Boca. Lo que Román hizo en ese momento fue de una mezquindad, de una pequeñez tal, que resume en 15 segundos toda una manera de ser y epitomiza una carrera.
Para los que no conocen la historia, la resumo: Palermo y Riquelme se llevan mal hace tiempo. Hace semanas que Palermo venía intentando anotar el gol que le permitiera romper el record sin lograrlo. El lunes, Riquelme le dio un pase fenomenal que le sirvió el anhelado gol. Palermo anotó y corrió hacia Riquelme (lo normal es que quien hace la asistencia y quien convierte se abracen) pero Riquelme salió corriendo dándole la espalda para asegurarse de no saludarlo y dejarlo solo en el festejo de su momento más ansiado, en un desaire ostensible ante cientos de miles de personas.


Yo no sé si ustedes recuerdan cuán impresionante, cuán único era el talento futbolístico de Riquelme. Mirar
videos viejos de Riquelme jugando es una experiencia mística. La explosividad de su pique, el control de pelota en velocidad, su gambeta hacia adelante. Hoy el recuerdo de esa habilidad sublime queda tal vez oculto por el chispazo esporádico de un pase-gol magistral o por su opuesto, la larga letanía de performances deportivas mayormente mediocres. Si alguien que no lo conoce va a la cancha a verlo jugar, tal vez note que quien lleva la 10 de Boca es un jugador distinto, pero jamás podría adivinar que está ante una de las personas más dotadas que hayan pisado una cancha. Que está viendo a alguien de la talla de Kaká, de Xavi, de Zidane…


Después de ver la humildad de Ginóbili en TEDxBuenosAires hablando sobre su condición de “distinto” y su esfuerzo de años por exprimir cada gota de jugo a su talento, apena ver como para alguien recibir un gran don puede ser un “maldón”. Cómo puede fácilmente caer en pensar que por ser talentoso no es preciso esforzarse, entrenarse, tratar bien a los demás, mantener el agradecimiento por el “regalo” recibido.


Así es como Román fue corrido de todos los clubes donde estuvo salvo Boca, y terminó el lunes jugando contra Arsenal de Sarandí, en vez de contra Arsenal e Inglaterra.


El ejemplo de la historia de Riquelme y Palermo lleva un mensaje importante que es aplicable a todos los órdenes de la vida. Estoy seguro que todos, en diferentes lugares, se habrán topado con Riquelmes y Palermos y visto las consecuencias de ser de una u otra manera. Los dones hay que agradecerlos, cultivarlos, regarlos con esfuerzo. Sin eso, el resultado es ser apenas una caricatura de quienes podemos ser.


Muchos opinarán que Riquelme debería ir al Mundial y no estará. Nadie en su sano juicio pensaría que Palermo a a sus 36 años pudiera ir pero en una de esas… quién te dice, tiene su “revancha”: El patadura dedicándole un gol al talentoso desde Sudáfrica. Me encantaría que esta fábula termine con esa moraleja.


(*) Emprendedor serial

8.3.10

La Real Argentina es maravillosa y para nada secreta
Por Fernando Neira

Los patriotas de cotillón estamos de parabienes. La última semana no nos dio respiro a aquellos que tenemos los colores celeste y blanco impregnados en nuestros corazones. El maratón de alegrías comenzó el miércoles pasado, nada menos que en Alemania. Y fue de la mano de uno de unos de nuestros mejores embajadores, Diego Armando Maradona. El 10, el que humilló a los ingleses haciéndoles un gol con la mano vengándonos de Malvinas, el que criticó a la Iglesia y su riqueza, el que le dijo al mundo “que la chupen” sin ponerse colorado, junto con sus dirigidos le ganaron al conjunto germano por 1 a 0 con un tanto de Gonzalo Higuaín. Nada menos que el 9 titular del Real Madrid, el conjunto más importante de España. Si bien es verdad que el partido amistoso jugado en Munich no tuvo la relevancia de la final de la Copa del Mundo de México ´86, pero bien vale para llegar como candidatos a Sudáfrica, alejar fantasmas y dejar con el ánimo por el piso a los fríos alemanes que juegan pésimo, no como la Argentina del Dieeego.


Pero como por suerte la alegría no es sólo brasileña, y a está al atura está a la vista de todos, todavía teníamos más para disfrutar y regocijarnos frente al mundo que nos envidia. Era el turno de destacarnos y hacer saltar la banca en el denominado deporte de los blancos. Parada difícil la del equipo argentino de Copa Davis en Estocolmo. Llegábamos con un equipo muy debilitado, con las ausencias marcadas de los cobardes de Pico Mónaco y Juan Martín del Potro, que se bajaron por lesión, al menos es lo que excusaron. No tuvieron los huevos del Gran David, que recién operado y con problemas en los aductores decidió viajar igual para defender nuestros colores. El correntino Mayer hizo lo suyo el viernes derrotando a Joachim Johannson en 4 set. Pero el sábado empezó la verdadera hazaña criolla. Nalbandian salió a jugar el doble junto a Horacio Zeballos, y con la mística intacta que lo caracteriza en estas situaciones, el cordobés se calzó el traje de héroe y se llevó el punto fundamental para llegar 2 a 1 arriba al cuarto partido. Tras la derrota de Leo Mayer ante Robin Soderling del domingo, fue nuevamente David el que salió a la cancha con las lesiones a cuestas para pasar por arriba a un poderoso Andreas Vinciguerra. La excursión de la Legión argentina por Suecia dejó en claro que con huevos y patriotismo se puede pelear para conquistar la famosa ensaladera. Ahora nos espera Rusia, pero esa es otra historia que nos encargaremos de contar más adelante, en el caso de obtener una victoria histórica claro.


Pero como no sólo sobresalimos en el ámbito del deporte ahora es el turno de contar el logro del cine argentino en la madrugada del lunes en Los Ángeles. Nuestro film El secreto de sus ojos, dirigida por Juan José Campanella, ganó el Oscar de la Real Academia como mejor película extranjera por sobre la favorita La cinta blanca, que era alemana!!!, así que imagínense como deben estar los teutones con los argentos. Que manera de amargarles la semana por favor… Es nuestra segunda estatuilla después más de veinticinco años, la anterior fue la recordada La Historia oficial, de Luiz Puenzo, que reflejaba aquellos años oscuros de un país que por suerte ya no es, y que los optimistas grondonistas no quieren recordar. La única perlita que podemos mencionar en la entrega de los premios estadounidenses es que no hubo lugar para el "a comerla" del señor Guillermo Francella, pero bueno tampoco somos perfectos.

Que bueno es ser argentino, y aún más en los tiempos que corren….

Se fue un tipo extraordinario

Su documento de identidad decía que mi viejo nació un 25 de agosto de 1933, aunque en realidad su cumpleaños era el 23 de agosto, se ve que ...