20.1.06

La Intelectualización del fútbol

Por Fernando Neira

El fútbol se convirtió por algún motivo desconocido en una emergente actividad intelectual. Cada vez es más frecuente escuchar en boca de periodistas, entrenadores o de los propios jugadores cosas como: “especular con el resultado”, “desenvolverse bien dentro del área”, “capacidad para definir” o “leer el juego”. Es decir, los nuevos viejos términos para interpretar al popular deporte de los pies.

El termino “especulativo” en el deporte a adquirido connotaciones peyorativas y claramente negativas si se advierte la nobleza que la palabra alcanza en el ámbito de la Filosofía. Especular alterna en ese terreno con palabras como reflexionar o meditar, entonces alguno de ustedes imaginan a un jugador meditando o reflexionando durante un partido de fútbol. Aclarando la situación podemos decir entonces que para los “filósofos” del balompié aquel que especula con el resultado es el que hace circular la pelota con escasas intenciones de convertir algún gol o de acercase al arco rival.

A la vista de las inclinaciones especulativas, tampoco resulta paradójico que un entrenador pida para su equipo un jugador de las siguientes características: “Que se desenvuelva bien en el área y que tenga capacidad para definir”. Sin dudas que estamos delante de una joyita si encontramos a un jugador que culmine las especulaciones mediante las definiciones pertinentes. Sin embargo sospecho que cuando de refieren a definir, este término nada tiene que ver con lo lingüístico o filosófico, ni tampoco con la necesidad de delimitar el campo de juego, lo que estaría en plena consonancia con la etimología latina de la palabra. Simplemente lo que los entendidos quieren decir es: que el futbolista resuelva la jugada con la acción suprema del fútbol: haciendo un gol, claro.

A la hora de leer el partido, entramos en otro lugar común de los comunicadores deportivos. Partiendo de la base que al 90% de los jugadores de fútbol no les gusta leer, en todo caso miran televisión, juegan al pool y al Play Station durante las concentraciones. Entonces cómo van a dedicar parte de un partido de fútbol, (su horario de trabajo) en hacer algo que no les justa y por lo que no les pagan. Simplemente se puede solucionar esto explicando que un jugador que lee el juego es: aquel que tiene la picardía o inteligencia necesaria de saber cuando es útil para su equipo hacer circular el balón.

Pero la pregunta central es: ¿por qué el fútbol se intelectualizó?, Si siempre el mundo erudito a tenido una actitud despectiva y arrogante contra este deporte y contra lo que desata como pasión colectiva en las sociedades.

Acaso el fútbol no fue condenado por intelectuales de derecha y de izquierda tal cual lo define el escritor Eduardo Galeano. Por la derecha, porque dicen que el pueblo piensa con los pies y por la izquierda, porque dicen que el fútbol es el culpable de que la gente no piense.
Existe una tradición universal que trata acerca del divorcio entre la cabeza y el resto del cuerpo. Y dice que: “aquello que no sirve para pensar merece desprecio”. Este pensamiento tiene gran aceptación en los intelectuales que aman a la humanidad pero desprecian a la gente.

Más allá de las nuevas maneras de interpretar las circunstancias de un partido de fútbol y su contradicción histórica cultural, estamos en un proceso de cambio. Las transmisiones de los encuentros de fútbol dejaron de ser las típicas crónicas de una batalla épica, para convertirse en una autentica lucha dialéctica, donde siempre el que más lee, especula y define durante un partido, es el que se lleva los tres puntos.

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