20.9.06

El evangelio según Bergoglio

Por Fernando Neira

Los que estámos en la profesión de periodistas, sabemos que ante la falta de noticias relevantes o “de tapa”, tal como se dice en la jerga, los diarios optan por inflar hechos o sucesos de muy poco interés para sus lectores. Y uno de los títulos del diario Clarín del domingo pasado parecía ser un fiel reflejo de estos casos.

¿A que me refiero? a la denuncia que la Iglesia realizó sobre la venta de tierras nacionales a empresarios extranjeros y que, a contramano de su propia historia, la acompañó con una proclama en favor de los derechos de los aborígenes.
En principio, esto podría ser un hecho más de los que ocupan centímetros en las columnas dominicales cuando no hay más novedad que la suspensión de un partido de fútbol. Sin embargo, la noticia tenía una segunda lectura bastante interesante que me llevó a considerarlo el tema la editorial política de la semana.

Ustedes saben que la Iglesia es prescindente en materia política, tampoco está inscripta ante la justicia electoral. Salvo esto, cuenta con estructura y cuadros dignos de un partido de masas. La curia tiene todos los elementos para, como se dice, meter los pies en el barro: ideología, operadores, doctrina, punteros, jefes, medios de comunicación (122 radios y 1 canal de televisión), asesores, organizaciones sociales, puestos de campaña y, lo más importante, un presupuesto que supera los 200 millones de pesos. Y como si esto fuera poco, ahora también tiene sus propios candidatos.

Si señores, el jefe de la Iglesia Católica Argentina, el cardenal Jorge Bergoglio cumplió uno de sus grandes anhelos: tener un candidato oficial de la institución eclesiástica en las próximas elecciones. En un hecho sin precedentes en nuestra historia, el obispo de Misiones, Joaquín Piña, se postulará a congresal constituyente de su provincia.
Con el respaldo de una de las mayores estructuras políticas del país, este señor nacido hace 76 años en España podría transformarse en, por el momento, la única oposición sustentable del terreno hoy comandado por el candidato K, Carlos Rovira.

Los primeros síntomas de esta postulación divina se reflejaron en la visita que el diputado radial Jorge Galeano le efectuó al obispo Bergoglio en su despacho del microcentro porteño. ¿quién es este integrante de la cámara alta?, nada menos que el dirigente que organiza el Frente Unidos por la Dignidad (FUD), coalición que llevará a la cabeza de su lista a monseñor Piña, cuyo eje de campaña es sumar fuerzas para impedir una reforma constitucional que avale la reelección al actual gobernador.

En sus últimos discursos, el cardenal Bergoglio expresó ideas que ya se transformaron en hechos concretos y reales. Ex integrante de la nómina de candidatos a suceder al fallecido Papa Juan Pablo II y sospechado de colaboracionista de la represión ilegal de la última dictadura militar argentina (recomiendo el libro El Silencio escrito por el colega Horacio Vertbisky, tema aparte en este momento) fue: “si la Iglesia no tiene candidatos laicos que la representen, debemos representarnos nosotros mismos”, ¿un hombre de palabra, no les parece?.

Recién calificamos a la postulación de monseñor Piña como un hecho sin precedentes, aunque en términos electorales no es nuevo el vínculo de la Iglesia con la política.
La Curia participó de todas las convenciones de la Nación desde la construcción misma de la Argentina: en la Junta de Mayo de 1810, en el congreso de Tucumán en 1816, en la Asamblea Constituyente de 1853 y hasta fue veedora de la reforma de 1994, la del Pacto de Olivos ¿se acuerdan?. Y por supuesto no hay que olvidarse de su participación anticonstitucional al intervenir activamente a favor de los últimos golpes de Estado.

Les cuento una anécdota que viene al caso y es interesante, en el año 1974, los que se inscribían en el seminario debían firmar un documento donde los futuros curas se comprometían “a no meterse en política”. Toda una paradoja, incluso algunos párrocos recuerdan una frase tremenda: “El que siembra vientos recoge tempestades” en clara alusión a la represalia tomada contra el padre Carlos Mugica, asesinado a tiros por la Triple A cuando salía de dar misa.

Ahora, volviendo a la candidatura puntual de Piña, si le va bien en Misiones, el obispo Bergoglio ya tiene programado sus próximos pasos. En las últimas semanas algunos obispos provinciales criticaron los intentos re-eleccionistas de sus gobernadores, por ejemplo: Luis Villalba despotricó contra José Alperovich en Tucumán; Marcelo Palentini y Pedro Olmedo hicieron lo mismo contra Eduardo Fellner en Jujuy. El accionar de los empleados del Vaticano es muy similar al del misionero Piña, y a esta altur de las circunstancias ya no creemos en las casualidades.

Más allá de un eventual éxito electoral en Misiones, las aguas mesiánicas más difíciles de atravesar para Bergoglio es saber cómo financiará su modelo partidario de la forma más transparente posible.
Con la merma de ingresos y donaciones que sufrió la Iglesia, los aportes provendrían mayoritariamente del Estado Argentino (un dato al margen: después del apoyo incondicional que la Iglesia le brindó al ex presidente Carlos Saúl Menem durante los 10 años que estuvo en el sillón de Rivadavia, la asistencia a misa cayó un 30 por ciento). Será una tarea compleja para Bergoglio hacer un uso discrecional de los ingresos para destinarlos a proselitismo electoral, algo difícil pero no imposible. Para esto la máxima autoridad de la Iglesia en el país ideó allá por el año 1997 el Plan Compartir, con la intención de reunir números y rendir cuentas de los gastos para generar una autogestión, pero a nueve años de iniciado el proyecto solo la mitad de las diócesis acató la orden. Parece ser que a los obispos no les gustó mucho la idea de mostrar los balances y redistribuir las ganancias. Así que ese es un tema pendiente para Bergoglio que veremos próximamente como lo resuelve.

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