17.5.18

“Hay gente que se desborda porque no hay algo que le haga borde”

Suele decirse que es un trastorno de esta época, pero Freud ya lo mencionaba con otro nombre. Aquí, el médico psiquiatra y psicoanalista explica sus características. Pánico y angustia, la aptitud discursiva, la realidad circundante.

Por Oscar Ranzani (*)


El ataque de pánico es un trastorno que se presenta con miedos intensos o terror. No tiene que ver con una enfermedad orgánica ni se debe a factores tóxicos o abstinencia de sustancias. Tampoco responde a amenazas de peligros reales. Los síntomas que permiten dar cuenta de que una persona estuvo atravesando un ataque de pánico son fundamentalmente la alteración del ritmo cardíaco, sensación de ahogo, opresión o malestar torácico, y síntomas cognitivos como el miedo a perder el control y sensación de muerte inminente, entre los más comunes. Suele decirse que el ataque de pánico es un trastorno de esta época. Sin embargo, no es novedoso porque Freud ya hablaba del mismo con otra denominación. “Freud hablaba de crisis de angustia y tiene varias nociones de angustia a lo largo de toda su obra. Esto está descripto por Freud, letra a letra, en lo que llamó crisis de angustia”, señala Juan Carlos Cosaka, médico psiquiatra, psicoanalista, Magíster en Psicoanálisis y autor de Ataque de pánico. Una lectura psicoanalítica (Editorial Letra Viva). “Mi idea parte también de cierta observación de lo que es la crisis de angustia porque entre los ítems que cuentan las personas que han padecido esto, está el hecho de decir: ‘Sentí que me moría’; es decir, la sensación de muerte. Es interesante porque eso no podría estar en la memoria de nadie. Es paradojal. Me llevó a pensar que si bien Freud hablaba de desrealización, eso da la pauta, o por lo menos una sospecha de que lo que está en juego es una salida de la subjetividad”, agrega Cosaka. 
–¿Qué diferencias podría establecer entre pánico y angustia?
–Freud llegó, incluso, a decir que la angustia es angustia frente a algo. Ese “ante algo” quiere decir que hay quien se posiciona frente a ese algo. En la angustia hay quien elabora la señal de displacer, como dice Freud, y entonces se posiciona respecto de algo como una respuesta ya sea corporal o la huida, o lo que sea. Pero hay alguien. La angustia es un dato del sujeto. Incluso una señal que siente el sujeto. Es decir, hay un sujeto presente que siente la angustia. Yo lo propuse como un momento fuera de la posibilidad de elaborar la angustia. 
–Usted habla de que hay un impedimento de la aptitud discursiva en ataque de pánico.
–Sí. Hay una alusión a Lacan en la idea de que, de alguna manera, todos somos débiles mentales porque la debilidad mental es para dar cuenta de la excitación. A diferencia del animal que tiene el circuito del instinto, el ser humano lo encaja en el ensamble que es la pulsión y, entonces, da una respuesta. Freud dice que hay una prosecución directa de la pulsión; es decir, no hace el circuito pulsional que nos permita dar una respuesta a esta intensidad que nos habita. Entonces, la debilidad mental sería, a diferencia de la debilidad mental orgánica, puntual y reversible. La cuestión del pánico sería, debido a la debilidad mental, elaborar una posición subjetiva como la de la angustia. Después, hay una recomposición subjetiva en la mayoría de los casos en el momento en que pasó, cuando se relata qué pasó: transpiración de manos, palpitación, sudoración; es decir, son todas referencias corporales. Por eso, lo que me parece más original es que el pánico no es mucha angustia.
–Es un más allá de la angustia...
–Sí, es un más allá. O una imposibilidad de elaborar la angustia como una respuesta.  
–El ataque de pánico es un trastorno del campo de la neurosis y no de la psicosis, ¿no?
–Uno podría decir que, tal vez, es factible que se den cuestiones en el cuerpo en la psicosis, porque ésta tiene que ver esencialmente con un cuerpo que, a veces, se maneja solo. Cuando los psicóticos tienen locura de angustia, digamos, el cuerpo les responde por todos lados. Estamos hablando de la psicosis clásica, donde aparecían catatonías: un tipo que se pasaba con la mano levantada una semana o no dormía cinco días. Hoy en día, con la psicofarmacología, eso cede. Pero de todas maneras, siempre que hay cosas en el cuerpo, estamos pensando en una psicosis, no en una conversión histérica, por ejemplo.
–¿El ataque de pánico siempre está acompañado por la sensación de muerte inminente?
–Sí, porque esa sensación de muerte inminente es la pérdida de la posibilidad subjetiva. No hay un sujeto ahí. 
–¿Tiene causas sociales el ataque de pánico o hay que ver cada caso en su singularidad?
–Uno podría decir que, habida cuenta de la cuestión psicoanalítica, siempre es uno por uno. Creo que lo que puede pensarse desde el campo cultural es la caída no sólo de la autoridad. Muchos dicen: “El lugar del padre”. Al perder la palabra, hay una tensión agresiva generalizada y un eufemismo generalizado. No me voy a meter, pero usted debe saber lo que es vivir en este mundo y en Buenos Aires, donde alguien le pega un tiro al vecino porque discutieron por un perro. O las cosas que pasan en el campo social. Sí podríamos decir que hay determinantes culturales-sociales que logran que haya una tensión agresiva generalizada. Freud dice que en la masa uno pierde la singularidad y la conciencia de sí y, por lo tanto, se hace más agresivo. Podríamos dar el ejemplo de un tipo de familia profesional que está en la cancha de fútbol y le pega un botellazo a alguien que está por ahí. Entonces, estos ejemplos y leer los diarios todos los días dan la pauta de que ya no es que viene la autoridad y todo el mundo se calla la boca. Hoy en día frente a un delito que alguien hizo, la familia va y quema la comisaría. El mando es que alguien lo tiene y todos deben obedecer, mientras que la autoridad te la confiere el grupo. Eso hoy en día tambalea. Basta leer los diarios: “El señor policía maneja un prostíbulo”.
–¿El pánico se produce más en las clases altas y adineradas o es un prejuicio que suele haber en los medios en relación a esto?
–En realidad, se produce universalmente. Alguien que tiene más aptitud discursiva estaría más protegido, pero eso según la fórmula. Uno podría decir que tener un ataque de pánico no es lo mismo que tener hemorroides, por ejemplo. Lo que habría más por un ataque de pánico, en términos de clase social, es la consulta. 
–Alguien que no puede acceder a un tratamiento clínico no significa necesariamente que no vaya a tener un ataque de pánico. Simplemente que no lo va a poder consultar ni tener un tratamiento para curarse. O se lo suele confundir con otras cosas, como por ejemplo, con problemas cardíacos, como cuando recién se conoció el ataque de pánico. 
–Empezó por problemas de cardíacos. En el siglo XVII, un médico de guerra dijo que habría una especie de taquicardia de los soldados y llamó a eso “pánico”. Se puede dar el caso de que alguien de una clase humilde que tiene eso, va a los evangelistas y le dicen que tiene el demonio adentro o que le hicieron un daño. O la bruja le dice que la cuñada le hizo un daño. Entonces, le da un sentido. Yo tuve un pacientito hace muchos años que iba a estas cosas evangelistas. El evangelismo es una religión respetable como cualquiera, pero que tiene muy en cuenta la cuestión del demonio y de la posesión demoníaca. Entonces, por ahí, el tipo tiene una crisis pánica y le dan otro sentido. 
–En su fantasía le generan una lógica del miedo.
–A veces, hasta le acomodan el delirio. Pero en relación a si hay una elección de clase, yo creo que hay más detección en el campo del trabajo clínico. 
–En ese sentido, ¿hay más casos de ataque de pánico en esta vida moderna y urbana, donde todos viven como alocados, o ahora se conocen más los síntomas? Mucha gente habla del ataque de pánico como si fuera un fenómeno de época pero, en realidad, lo que puede estar sucediendo es que hay más información al respecto. ¿Cómo lo observa?
–Como múltiple determinado. En principio, se habla de ataque de pánico por un montón de cosas. Es fácil decir: “Tenés un ataque de pánico”. Me mandan muchos pacientes para la consulta y lo que tienen son momentos de angustia. Hoy en día no tendría tanto marketing como la bipolaridad. La psiquiatría pasaría por momentos de modas. Las cuestiones del estrés postraumático, por ejemplo, si los norteamericanos tienen soldados en Afganistán y en otros lados, vienen todos los papers para la psiquiatría con “estrés postraumático”. En otra época, sería el ataque de pánico. Atento a lo que usted dice, en la vida moderna y en una ciudad como ésta, la gente se encuentra con momentos de atención de demandas múltiples. Suelo decir que si el personaje de Michael Douglas en Un día de furia llegara a vivir en Buenos Aires se moriría. O mataría más. Hay gente que se desborda porque no hay algo que le haga borde.
(*) Artículo publicado originalmente en Página 12

Quién fue Julieta Lanteri

La historia de la mujer cuyo nombre denomina la nueva estación del subte H

Por Mariana Carbajal (*)


Es una de mis heroínas preferidas. Tal vez le hubiera calzado mejor que se rebautice con su nombre la estación Congreso de la línea A, por ser protagonista indiscutida de la lucha por el sufragio femenino en el país.
Julieta Lanteri votó en 1911 en una elección de la Ciudad de Buenos Aires y en 1919 se presentó como candidata a diputada nacional por su Partido Nacional Feminista. Hizo campaña en las calles, y también en los intervalos de las funciones del cinematógrafo. Y hasta empapeló la ciudad con sus afiches: “En el Parlamento una banca me espera, llevadme a ella”, fue su slogan. Consiguió 1730 votos, obviamente todos masculinos, entre ellos el del escritor Manuel Gálvez que “como no quería votar por los conservadores ni por los radicales” –según su propia confesión– prefirió apoyar a “la intrépida doctora Lanteri”.
No le decían feminazi en aquella época, pero los medios la descalificaban con burlas y tildándola de loca.
Una de las historiadoras que investigó y rescató su memoria es Araceli Bellota, en su libro La Pasión de una mujer (Planeta, 2001). “Le tomaban el pelo, la tomaban por loca. Pero ella lograba salir en los diarios”, me comentó varios años atrás Bellota. Julieta había nacido en un pueblo del Piamonte italiano, el 22 de marzo de 1873 y llegó a la Argentina con sus padres a los 6 años. Bellota también me contó que siempre iba de impecable traje blanco. Se alineó con la corriente del librepensamiento, no era respetuosa de la religión, ni comulgaba con la figura tradicional de familia. En una época en que muy pocas mujeres entraban a la universidad, en 1896 eligió la Facultad de Medicina y terminó la carrera en 1907, convirtiéndose en la sexta graduada en el país.
Otra gran historiadora de las mujeres, Dora Barrancos, la incluyó en su libro Inclusión/Exclusión. Historia con mujeres (Fondo de Cultura Económica, 2002). “No hay dudas de que la habita un anticipado sentimiento de la diferencia que hará de ella uno de los seres más incisivos en materia de reclamos de igualdad entre los sexos”, la describe Barrancos.
Un dato que me fascina: A los 36 años, cuando era vista como una solterona, Julieta se casó con un hombre 14 años menor que ella y completamente desconocido. Sus compañeras feministas habían elegido pareja de otra manera. “Fenia Chertkoff se casó con el dirigente socialista, doctor Nicolás Repetto. Su hermana, Mariana Chertkoff, con Juan B. Justo, fundador del partido de su concuñado, quien, luego de enviudar, se unió con Alicia Moreau a la que doblaba en edad; Elvira Rawson, con Arturo Dellepiane, también médico”, diferenció Bellota en su biografía.
Julieta quiso especializarse en salud mental e intentó una adscripción como docente en la Cátedra de Psiquiatría. La rechazaron “con la excusa de su condición de extranjera, pero la verdad debe hallarse en el hecho de ser mujer”, advirtió Barrancos. Tozuda, de una gran inteligencia, Julieta se presentó entonces a reclamar la ciudadanía argentina a la Justicia, un ámbito al que recurriría insistentemente en su gran cruzada por la igualdad. Logró un fallo favorable en primera instancia, pero el procurador fiscal lo desestimó al señalar que se trataba de una mujer casada y como tal requería del permiso del esposo para iniciar la causa judicial. La batalla duró ocho meses, pero finalmente la ganó.
Al día siguiente, el 16 de julio de 1911, fue a inscribirse al padrón electoral de la Ciudad de Buenos Aires, aprovechando que había un reempadronamiento. Quería votar en las elecciones que se aproximaban para renovar el Concejo Deliberante. Cuenta Bellota que su osadía sorprendió al empleado. Julieta le mostró su carta de ciudadanía y una copia de la ley 5098 que disponía que se renovara el padrón de la Capital Federal cada cuatro años y que en su artículo 7º establecía como condiciones para inscribirse en el registro: ser ciudadano mayor de edad, saber leer y escribir, presentarse personalmente a realizar el trámite, haber pagado impuestos comunales por valor de 100 pesos como mínimo o ejercer alguna profesión liberal dentro del municipio y tener domicilio en la Ciudad por lo menos desde un año antes. Julieta reunía varios de los requisitos y el hombre no pudo negarse.
 Así se convirtió en pionera. Imagínense esta escena: Con su vestido blanco se presentó en la iglesia de San Juan, en una fila masculina, en una época en la que era impensado que una mujer sufragara. Fue el 23 de noviembre de 1911. Faltaban casi cuarenta años para la sanción del voto femenino.
En vísperas de los comicios nacionales de 1919 descubrió que su nombre no figuraba en los padrones y volvió a recurrir a los tribunales, pero su reclamo fue rechazado con el argumento de que debía exhibir la libreta de enrolamiento, un documento exclusivamente masculino. Decidió dejar esa batalla para más adelante. Encontró que la Constitución nacional vedaba la posibilidad de votar a las mujeres pero no la de ser elegidas. Entonces, creó su propia agrupación, el Partido Nacional Feminista, en abril de 1919, y se presentó como candidata a diputada. Nuevamente sería pionera.
En 1920 organizó junto con Alicia Moreau de Justo un simulacro de votación femenina en el que participaron más de 4000 porteñas. Siguió presentándose como candidata hasta 1930. En el ínterin reclamó en los cuarteles y hasta frente al ministro de Guerra de Yrigoyen que le permitieran hacer el servicio militar para poder así conseguir libreta de enrolamiento e incorporarse al padrón. Murió dos años después, el 23 de febrero de 1932, en un extraño accidente. La atropelló un auto en la esquina de Diagonal Norte y Suipacha a las 3 de la tarde. Tanto Bellota como la periodista Ana María de Mena, que publicó en 2002 un libro sobre Lanteri, pudieron recabar indicios como para sospechar –dicen– que pudo tratarse de un asesinato político. Julieta tenía 59 años. Dos días antes había asumido el general Agustín P. Justo como nuevo presidente.
(*) Artículo publicado originalmente en Página 12

Las torturas a soldados en Malvinas

La fiscalía federal de Río Grande consideró que los crímenes contra los soldados fueron delitos de lesa humanidad, por lo que no prescriben. Fundó su pedido en los numerosos casos de estaqueamientos y en la política de ocultamiento de los hechos.



El fiscal federal Marcelo Rapoport pidió la detención e indagatoria de 26 oficiales y suboficiales por torturas cometidas contra conscriptos durante la Guerra de Malvinas. El magistrado reafirmó que se trata de delitos de lesa humanidad, por ende imprescriptibles, y destacó en sus fundamentos tanto la extensión de la práctica de enterramientos y estaqueamientos de soldados que reaccionaban ante el hambre –derivada a su vez del pésimo planeamiento militar–, como la política de ocultamiento de crímenes por parte de las Fuerzas Armadas, que continuó tras el fin de la dictadura. El escrito del fiscal, producto de una investigación coordinada por la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad, está ahora en manos del juez federal subrogante de Río Grande, Federico Calvete.
A 36 años de los hechos y a once años de la denuncia pionera que presentó el entonces secretario de Derechos Humanos de Corrientes, Pablo Vassel, el de Rapoport es el primer pedido de detenciones formulado por el Ministerio Público Fiscal por delitos de lesa humanidad en Malvinas. La acusación se circunscribe a 22 hechos de torturas ocurridos en la Isla Gran Malvina, específicamente en el ámbito de la Fuerza de Tareas Yapeyú. Allí se desempeñó el Regimiento de Infantería 5, dependiente de la Brigada de Infantería III y que tenía cinco compañías subordinadas.
El imputado de mayor jerarquía es el general Omar Edgardo Parada, jefe de la brigada. Los jefes del regimiento (coronel Juan Ramón Mabragaña y coronel Norberto Fernández) murieron, en tanto sí están vivos e imputados los otros miembros de la plana mayor: el teniente Santiago Cadelago, el capitán Emilio Terán y el mayor Miguel Angel Garde. El resto de los acusados eran jefes de compañías, jefes de secciones y subalternos.
La misma dictadura que “dirigió el plan de persecución y exterminio contra la población” fue la que “decidió, improvisada y precipitadamente, la recuperación de las islas con enormes déficits de capacitación, equipamiento y logística en materia de víveres, abrigo y armamento”, recordó el fiscal. Una consecuencia necesaria fue “el incremento deliberado y exponencial de los riesgos de privaciones y padecimientos de inclemencias propios de toda guerra librada en un territorio tan inhóspito”, razonó. “La aplicación generalizada de tormentos a la tropa resultó entonces la represión ilegal con la que las autoridades militares hicieron frente a los actos desesperados con que los conscriptos –verdaderas víctimas de la hambruna– reaccionaron ante tremendas penurias”, destacó Rapoport.
Además de la “extensiva práctica” de tormentos, el fiscal consideró central para fundamentar el concepto de delitos de lesa humanidad “la política estatal posterior orientada a ocultar esos crímenes”, circunstancias “compatibles con la idea de un ataque generalizado contra los miles de soldados conscriptos trasladados a la guerra”. Esa política para controlar la información incluyó “medidas de acción psicológica sobre soldados” e “inteligencia ilegal sobre combatientes y organizaciones que los nuclearon”, entre otras razones para evitar la presentación de denuncias.
A fines de 1982, el jefe del Ejército, Cristino Nicolaides, ordenó que ante presuntas “infracciones” en Malvinas las investigaciones no excedieran “el ámbito disciplinario, dentro de pautas de mesura, guardando la adecuada reserva, de modo tal de evitar su conocimiento en el frente externo y preservar la tranquilidad del frente interno”. Para lograrlo era “de particular importancia la selección de las medidas probatorias”, advirtió. La directiva que se replicó a todas las unidades que participaron en la guerra “establecía que las denuncias relevadas en el proceso de vuelta de los soldados quedaran dentro de la institución, que no salieran al ‘exterior’ y que fueran contenidas en el marco de una sanción disciplinaria”, apuntó el fiscal.
Un ejemplo de esas tareas ilegales que se prolongaron en democracia es un informe de 1989 sobre el Centro de ex combatientes Islas Malvinas (Cecim) de La Plata, que acababa de publicar el libro Informe Rattenbach, el drama de Malvinas. La inteligencia militar definió a la organización como “izquierdista”, respaldada por partidos, organizaciones de solidaridad y de derechos humanos, y desmenuzó los antecedentes de todos los miembros del consejo directivo y de cada actividad realizada.
Ernesto Alonso, referente de esa organización, celebró ayer la decisión del fiscal y la consideró “un gran paso en el camino de la memoria, la verdad y la justicia”. Estimó que el pedido de detenciones “marca el camino para que se abra una megacausa por las torturas” en Malvinas. “Esperemos que el juez actué con rapidez y libre rápidamente los pedidos de detención”, dijo. “El fiscal aplica el criterio de la línea de mando y se remite por ahora a un sólo regimiento. Lo que pasa es que hay muchos más casos y hechos denunciados y por eso decimos que puede tratarse de una megacausa”, explicó.
El Cecim participó el 7 de mayo de una reunión con funcionarios del Gobierno en el marco de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en Santo Domingo, para exigir que el Estado dé una respuesta satisfactoria al pedido de reparación formulado por ex combatientes por los abusos que sufrieron de parte de sus superiores. “Todas las acciones que impulsamos van en el sentido de que se haga justicia con los soldados. Nos presentamos en la CIDH para que esta investigación no se caiga”, explicó el abogado Jerónimo Guerrero Iraola.

Leonardo Malgor sobre el impuesto a los instructores de running en Mar del Plata: “Antes deberían poner baños en la costa”

Al reconocido entrenador le parece mal que “antes de lanzar el proyecto no se hayan ocupado de brindar servicios”.


Me parece increíble que nos preocupemos por cuánto va a ser la tasa que le cobremos al instructor de un movimiento que tiende a la salud de la población, en vez de estar atentos a que la persona que elige la actividad física al aire libre tenga un baño en la costa de Mar del Plata“, disparó el entrenador Leonardo Malgor sobre el proyecto del concejal del PRO, Guillermo Volponi, que busca “establecer medidas de seguridad y control” para los grupos de personas que realizan actividad física en lugares públicos.
A través de un proyecto de ordenanza, el edil advirtió sobre la necesidad de regular las prácticas deportivas comerciales al aire libre, lo cual implicaría establecer “un ordenamiento del uso de los espacios públicos y medidas de seguridad”, además de la creación de un registro de grupos de entrenamiento físico y entrenadores físicos personales, con el objetivo de “garantizar la aptitud profesional de los instructores y de sus conocimientos en primeros auxilios y reanimación cardio pulmonar”.
Los entrenadores deberán tramitar un permiso emitido por el Emder para poder coordinar actividades físicas en espacios públicos y al aire libre. Por ese permiso, los instructores deberán abonar lo dispuesto en la ordenanza fiscal aprobada semanas atrás en el Concejo Deliberante.
En diálogo con Radio 10 Mar del Plata, Malgor consideró: “Yo estoy a favor de que se haga un registro, se nos cobre una tasa y además se sepa a quiénes somos y con qué título contamos, porque nosotros ejercemos una actividad comercial”.
“Pero es increíble que un movimiento que tiende a la salud de la población y que elige la actividad física al aire libre no tenga un baño en la costa de Mar del Plata”, remarcó el reconocido entrenador local sobre la propuesta de Volponi y agregó: “Me parece mal que antes de lanzar el proyecto no se hayan ocupado de brindar servicios”.
“Parece que acá el tema somos los líderes de los grupos de running”, aseguró Malgor y se preguntó: “Quién controla a los equipos de rugby, fútbol o hockey que destrozan el parque primavesi. O a los grupos de roller, surf o paddle surf”
(*) Artículo publicado originalmente en el portal parabuenosaires.com

La provincia de Buenos Aires registró la tasa de mortalidad infantil más baja de la última década

Descendió cuatro puntos entre 2007 y 2017. También disminuyó la mortalidad materna.

El gobierno de María Eugenia Vidal informó que el año pasado registró la tasa de mortalidad infantil más baja de la última década: fallecieron 9,5 bebés cada 1000 nacidos vivos en la provincia de Buenos Aires; en 2007, habían sumado 13,5. Si se la compara con los datos de 2016, disminuyó solo 0,4 puntos, es decir que hubo 229 casos menos de muertes de chicos de hasta un año.
Los datos fueron proporcionados por Vidal, quien afirmó que la cifra es histórica. “Nuestro equipo logró bajar la tasa de mortalidad infantil a la más baja de la historia en la provincia. También hemos disminuido la mortalidad materna. Todo esto es una muy buena noticia en dos semanas cargadas de información dura del ámbito económico”, dijo la gobernadora, junto a su ministro de Salud, Andrés Scarsi, al presentar las estadísticas.
En efecto, los números oficiales también indican que descendió 0,6 puntos la mortalidad materna; en términos absolutos, son 20 mujeres fallecidas menos. “Gracias al acceso a la información y al monitoreo continuo, como también a un trabajo intensivo en neonatología, en 2017 registramos bajas en ambas tasas. Esta es una tarea que se realiza en cada hospital y centro de salud cargando datos y acompañando a la madre y a los niños en sus controles periódicos”, dijo Vidal.
Según el ministro Scarsi, las estadísticas son fundamentales, pues permiten evaluar el sistema, formular las políticas sanitarias necesarias y trabajar para reducir las muertes maternas e infantiles. “Nosotros focalizamos el seguimiento en el 20% de las madres cuyos partos se pueden complicar. Las derivamos de inmediato a centros de salud de alta complejidad para evitar la muerte del bebé o de la mujer. Evaluamos su historia clínica, su desarrollo durante los nueve meses de embarazo y el posterior crecimiento del niño hasta el año”, dijo el funcionario.
Según los cuadros exhibidos, en 2007 la tasa de mortalidad infantil era de 13,5 en la provincia de Buenos Aires. En 2015, antes de asumir Vidal, ya había bajado a 9,9. En los dos años de la actual gestión, disminuyó a 9,5.
Las estadísticas del gobierno provincial precisan que en 2017 hubo 2461 defunciones, contra las 2690 registradas en 2016. Si bien los números presentados señalan una disminución de 229 muertes, no se informó cómo varió la cantidad de niños que nacieron de un año a otro.
En cuanto a la tasa de mortalidad materna (cantidad de mujeres fallecidas durante el parto o los 42 días posteriores cada 10.000 nacidos vivos), el análisis de la situación precisa que descendió de 3,4 en 2016 a 2,8 en 2017, “siguiendo la tendencia descendente e igualando el menor número en la provincia”, que fue en 2013. “Es decir que el año pasado se registraron 20 muertes maternas menos que en 2016; de 93 pasaron a 73”, dijeron.
Cuando iniciamos esta gestión asumimos un fuerte compromiso con la salud pública en la provincia, porque sabemos que los vecinos merecen un mejor servicio y esto tiene que ver con la atención de los profesionales, con los insumos y con la infraestructura hospitalaria”, dijo Vidal.
Scarsi explicó que entre las causas más frecuentes de mortalidad infantil se encuentran el bajo peso del recién nacido y el nacimiento prematuro. Recordó que una madre embarazada puede hacer su primera consulta en los centros de atención primaria de la salud (CAPS) -cuyo personal fue especialmente capacitado por el ministerio-, lugar donde se deriva a las futuras mamás a través de corredores sanitarios, según la dificultad de cada caso.
“Si un embarazo tiene posibilidad de ser riesgoso, es derivado a un hospital provincial con maternidad de alta complejidad. En el caso de los bebés prematuros se realiza un seguimiento durante los primeros seis meses de vida”, dijo, y reveló que solo el 20% de los nacidos tiene algún tipo de riesgo de vida.
El funcionario agregó que cuando se produce un fallecimiento, ya sea de la madre o del bebé, se instrumenta un programa a partir del cual un equipo especializado se hace presente en el hospital donde se produjo el deceso y realiza una auditoría para determinar cuál fue la causa o la raíz de la pérdida. 

Se fue un tipo extraordinario

Su documento de identidad decía que mi viejo nació un 25 de agosto de 1933, aunque en realidad su cumpleaños era el 23 de agosto, se ve que ...