13.6.07

LENGUAJE EN CRISIS


CRECE LA MODA DE HABLAR SIN DECIR NADA


Por Daniela Pasik


UNA TENDENCIA ACTUAL QUE SE NOTA NO SÓLO EN LA ORALIDAD DE LOS JÓVENES, SINO TAMBIÉN EN LA TELEVISIÓN, LA RADIO, LAS PUBLICIDADES Y HASTA EN LA PASADA CAMPAÑA ELECTORAL POR EL GOBIERNO DE LA CIUDAD. EN EL MUNDO, 400 MILLONES DE PERSONAS HABLAN ESPAÑOL Y, SIN EMBARGO, CADA VEZ DECIMOS MENOS CON LAS PALABRAS QUE ELEGIMOS USAR.


“Tipo que no da, pero bueno... nada”, dice él; ella responde: “Buena onda, todo bien”, y finalmente cierran la charla con un “Dale”. Cada uno siente que el otro entendió lo que estaba diciendo, ambos consideran incluso que ellos mismos entendieron lo que querían decir. “Los que estamos en crisis somos nosotros, los que abrimos las puertas a los saqueadores de ese petróleo último del habla que es el lenguaje, los que pretenden erradicarlo de la conciencia colectiva porque temen su vitalidad, su creatividad, su capacidad de juego y de denuncia, todo lo que nos aparte del triste mercado de bienes inútiles y suntuarios con que se nos persigue y aplasta cotidianamente”, expone la lingüista y poeta Ivonne Bordelois en uno de sus libros de ensayos sobre el tema, El país que nos habla.

Filósofos y pensadores varios aseguran que los intereses económicos del mundo globalizado fueron abogando por una masa aletargada, como dormida, para que haga caso sin chistar, trabaje sin quejarse y compre todo lo que le quieran vender. “Para eso se usa un lenguaje básico de dos o tres mil términos y se nos lava la cabeza constantemente”, explica Bordelois y agrega, rotunda: “Si nos asentamos en las riquezas naturales del lenguaje, nos constituimos en una gran amenaza”.

El idioma español tiene casi 400.000 palabras y sólo se utiliza una ínfima parte de ellas, según Emilio Rojas, científico de la ortografía española. Buenísimos, boludos, obvios, o seas, poneles y trascas van rellenando los discursos cotidianos.

“A ver”, “todo mal”, “onda que” y otros lugares comunes del mismo estilo vacío, cada vez más, se escuchan en publicidades, programas de tevé y hasta en campañas políticas. “Va a estar bueno Buenos Aires”, reza el eslogan con problemitas gramaticales con el que el empresario Mauricio Macri intenta convencer a los electores para que lo elijan jefe de Gobierno y continúa así su tendencia de la nada misma iniciada con “Esto es PRO”.

El críptico “a + Buenos Aires” con que Jorge Telerman se hizo cargo de su ascenso después de la destitución de Aníbal Ibarra les quitó el sueño a varios: ¡A + Buenos Aires!, cayeron finalmente algunos y otros tantos lo harán al leer estas líneas. Frases como “Dar el asiento es buena onda” o “Buenos Aires es de todos los vecinos” acompañan los pósters al estilo Andy Warhol que pregonan que él es “El único que tiene la Ciudad en la cabeza”.

Muchos lingüistas aseguran que la tendencia a vaciar las palabras de contenido se comenzó a evidenciar en los 90 en todo el mundo. Particularmente en Argentina, la vida menemista de “sushi y pizza con champán” trajo un aturdimiento farandulero, después De la Rúa encarnó el paradigma de la retórica sorda (“Dicen que soy aburrido”, declaraba monótonamente, cual zombi) y ahora, la era K encarna una aparente honestidad brutal basada en la sencillez del discurso que, en realidad, tapa más de lo que muestra.

La idea de “la nada” fue el desvelo de tantos y, quizás, el principio mismo de la filosofía. Para los griegos era la negación del ser; y a partir de ahí Kant, Hegel, Heidegger y Sartre, entre otros, pensaron al respecto. Hoy la nada es enunciada más que nunca y tal vez por eso nos encontramos varados, cual existencialistas, ante la incógnita de poder o no definirla. Pero bueno, nada. ¿Qué vamos a hacer?


SON FÓRMULAS VACÍAS

Por Eliseo Verón


Se habla simplemente para saber si el otro esta ahí. Entonces surgen frases como “¿me entendés?” o “¿viste?”: son puntuaciones que sirven para asegurarse, chequear la presencia del interlocutor. En semiótica tiene que ver con el puro contacto. Es un viejo fenómeno de todas las lenguas que evoluciona constantemente. Lo que va cambiando son las expresiones que elige la gente y en general vienen de los jóvenes, sobre todo ahora con el uso de Internert, que ha generado nuevas maneras de hablar. El uso de este tipo de frases es espontáneo y está presente en todas las sociedades. Tanto los publicitarios como los políticos hablan también así porque la juventud es el target al que apuntan. Si un político está falto de ideas, puede usar esto para disfrazar su carencia, pero aun con ideas se ve obligado a usar este recurso, porque genera cercanía. Hay que recurrir a esto para atraer la atención. Decir mucho la palabra “nada” no implica... nada, porque dentro de dos años va a ser otra la que todo el mundo esté usando. Son fórmulas vacías, no tienen contenido. “Boludo” era un insulto, pero ya no significa algo ofensivo. Lo que la sociedad use para el contacto se va a vaciar de contenido. El resultado siempre va a ser un vaciamiento.

Se fue un tipo extraordinario

Su documento de identidad decía que mi viejo nació un 25 de agosto de 1933, aunque en realidad su cumpleaños era el 23 de agosto, se ve que ...