13.12.06

Los dueños de la carne

Por Fernando Neira

Lamento decepcionarlos si pensaban que hoy les explicría cómo fue que la instalación de las papeleras se transformó en un conflicto mayusculo entre Argentina y Uruguay con hipótesis bélica incluida. Porque para los grandes medios de comunicación ya es casi natural hablar de esta escalada, hasta escribieron titulares similares a un acto irracional de la dictadura militar del ex general Jorge Rafael Videla cuando a fines de los ‘70 nos puso al borde de la guerra con nuestros hermanos chilenos por el canal de Beagle. En fin, esta incapacidad política la dejamos para otro momento.

Tampoco les hablaré de la muerte de Nora Dalmasso, la empresaria cordobesa asesinada en un exclusivo barrio cerrado de Rió Cuarto, una ciudad de 150 mil habitantes y con más de 50 clubes nocturnos o, para quienes peinan canas, boliches bailables clase C.

El tema de la editorial de hoy surgió gracias a la frase de un dirigente rural que adhirió al paro que la gente del campo realizó en disconformidad con la política ganadera del presidente Kirchner. ¿Qué dijo? “Los dirigentes del campo no tenemos porque financiar el bife con lomo a los pobres de la provincia de Buenos Aires


Los lectores habituales de Babilonia sabrán que lejos está este sitio de ser oficialistas, sin embargo, no podemos dejar pasar así como así semejante barbaridad, una declaración que describe la situación planteada por quienes aún se sienten patrones de estancia.
Me parece acertada la definición patrones de estancia porque se entiende que no hablamos en contra de los chacareros, los pequeños y medianos emprendedores y, mucho menos, de los jornaleros que laburan la tierra, sino contra los grandes terratenientes. Esa gente que cuando alguien opina del campo y su economía, lo descalifican por considerarlo sin autoridad en el tema. Como si solo los futbolistas pudieran opinar de fútbol, y los políticos de política.

Y ante esta defensa con ribetes mediáticos de la gente de campo yo les contesto que no es necesario trabajar la tierra para entender que el 3 por ciento de los productores de la Argentina cosechan el 70 por ciento de la soja del país. Tampoco se necesita manejar un tractor para saber que tan sólo 2 empresas –si, nada más que 2 empresas- exportan el 93 por ciento de los granos al exterior.

Y los verdaderos tipos que se desloman en el campo están metidos en una encrucijada, porque ellos están representados por la Federación Agraria, una entidad que históricamente estuvo en contra de los grandes terratenientes por las condiciones de trabajo que le imponen a la gente, pero que ahora esa rivalidad no parece no ser tal.

El domingo se cumplieron 23 años de la restauración de la democracia. Sabemos que durante este tiempo el pueblo tomó conciencia sobre el terrorismo de Estado y las atrocidades cometidas, entre otros, por los Massera; los Martínez de Hoz y los Galtieri. A pesar de las leyes de obediencia debida y punto final, más los inconstitucionales indultos, muchos de ellos fueron juzgados y no pueden caminar tranquilos por las calles que, hace dos décadas, ellos mismos tiñeron de sangre y probreza.

Pero en estos 23 años hay algo que aún no cambió. Los que se mantienen inalterables son los verdaderos propietarios de la Argentina. La injusticia social fue y es uno de los pilares de cualquier política económica aplicada desde la restauración de la democracia, porque los dueños de las milanesas, de las vacas y de los bifes de lomo siguen siendo los mismos de siempre.

Se fue un tipo extraordinario

Su documento de identidad decía que mi viejo nació un 25 de agosto de 1933, aunque en realidad su cumpleaños era el 23 de agosto, se ve que ...