29.3.06

El lado oscuro de la velocidad

En Puerto Madero, una estatua recientemente inaugurada, celebra a Juan Manuel Fangio. Lo trágico no es que se encuentre ubicada en la calle Azucena Villaflor, madre de Playa de Mayo asesinada en 1977, sino que nadie se haya acordado que el quíntuple campeón mundial coqueteó con la dictadura ni su cobarde rol en la desaparición de 14 obreros de Mercedes Benz cuando era presidente de la empresa.

Por Pablo Llonto, especial para Babilonia Periodística

Todos los días en algún lugar de la Argentina, alguien pretenderá dar una decente sepultura al pasado. Gran parte de los malpolíticos cumplen su rol de enterradores, como si respondiesen a un Dios, del que reciben órdenes.
Piensen en Scioli, por ejemplo. El vicepresidente que se jacta de mirar hacia otro lado cuando hay que hablar de lo ocurrido en la Argentina entre 1976 y 1983. Para Scioli, los desaparecidos durante la dictadura son poca cosa.
Los hacen también los empresarios cómplices a quienes los militares les sirvieron para eliminar de sus empresas a todos los sindicalistas honestos y luchadores. Esa mezcla de malpolíticos y empresarios cómplices inauguró, hace unos meses, una estatua a Juan Manuel Fangio, en Puerto Madero.
Llamativamente, el monumento se levantó en la calle Azucena Villaflor. Al descubrir la pieza, Scioli sonreía. Como no todos saben quién fue Azucena, vale aclararlo: madre fundadora de las Madres de Plaza de Mayo en 1977. Secuestrada por la dictadura, en la calle, cuando iba a comprar el diario para ver si habían publicado la solicitada en la que reclamaba por sus hijos y arrojada, junto a otras dos madres, a las aguas del cementerio más grande y vergonzoso que tiene nuestro país: el Río de la Plata.
Como no todos saben quién fue Fangio, vale recordarlo: cinco veces campeón del mundo, piloto excepcional y… uno de los tantos imbéciles que apoyó a la dictadura de Videla con el alma. No se trata de hacer leña con el muerto. Se trata de la verdad, nada más que la verdad.
La tapa de una revista gente de la época lo mostraba con el general de la muerte, cuando se prestó a acompañarlo a Venezuela para “propagandizar las buenas acciones del gobierno”. Pocos días después del viaje, Azucena era arrojada, por los hombres de Videla, a las aguas que, pensaban, eran las del olvido.
Pero Fangio tiene una más. Durante los años de plomo, fue el presidente de Mercedes Benz Argentina. Y, durante ese tiempo, desaparecieron 14 miembros de la Comisión Interna sindical de Mercedes Benz en el país. Catorce.
En Alemania, basados en una investigación periodística de Gabriela Weber, la Asociación Republicana de Abogadas y Abogados presentó, en septiembre de 1999, una denuncia penal por asesinatos, secuestros y lesiones graves contra miembros de la Junta Militar, contra el jefe de producción de la sucursal de Mercedes Benz en González Catán, Juan Tasselkraut, y contra los responsables de la empresa Daimler Chrysler (nombre actual de Mercedes Benz), que resultan responsables.
En la filial de Mercedes Benz de González Catán existía, desde 1974, una Comisión Sindical, independiente del sindicato oficial de SMATA. Luego del golpe del 24 de marzo, en muchas fábricas de automotores se instalaron oficiales y soldados con fusiles que portaban listas con nombres de sindicalistas “rojos”. Ocurrió en la Ford y sucedió en Mercedes.
Juan Martín, uno de ellos, fue detenido en la fábrica. Lo sometieron a interrogatorios en la comisaría de San Justo. “Me preguntaban –cuenta- por qué creaba problemas a mis superiores, por qué luchaba por los derechos de los trabajadores y si conocía a terroristas. Me torturaron con picana eléctrica. Sentí que mi cerebro volaba. Quería reconocer todo, con tal de que eso terminara. Pero yo no conocía a ningún terrorista. ¿Qué podía hacer?”.
Los trabajadores de la fábrica se movilizaron y se plantaron frente al cuartel de la Tablada para reclamar por la libertad de Martín. En soledad y sin que la prensa de entonces publicara nada, mantuvieron dos días de acampe en la Tablada. Fue uno de los gestos más dignos de aquellos oscuros años. Le salvaron la vida a Martín. “Cuando volví a la fabrica, todos los compañeros salieron a la calle, para saludarme. ¡Cuatro mil trabajadores! Los ojos se me llenaron de lagrimas”. Martín no quiso seguir en la empresa y solicitó una indemnización.
Esteban Reimer y Hugo Ventura integraban, junto a Martín, La Comisión Interna. Ambos fueron citados el 4 de enero de 1977 a la oficina central de la empresa en la avenida Libertador. (otra ironía: la sede actual de Chrysler se encuentra también en la calle Azucena, en Puerto Madero). Llevaban una lista con las reivindicaciones saláriales. Fueron escuchados y Reimer regresó a su casa con cierta alegría. Pero esa noche cuando el gremialista a su hija de un año a su cama, mientras su esposa, embarazada de cinco meses, lavaba los platos, escucharon golpes contra las ventanas y el grito de “!Policía!”.
Nueve bestias armadas asaltaron la vivienda. Traían una lista y le preguntaron si se llamaba Reimer. Cuando dijo sí, ordenaron que se vistiera mientras daban vuelta la casa, tiraban libros, discos y rompían fotos de Evita.
Su esposa lo buscó en comisarías de la zona. Silencio. A la mañana siguiente fue a la parada del colectivo, donde esperaban sus compañeros de trabajo. Ese día estaba convocada una asamblea para que los delegados informaran sobre las conversaciones con la patronal. Gran parte de los obreros no quería ir a la fábrica por temor. Para entonces ya era 5 los sindicalistas en manos de los represores.
Los nombres que aún hoy no tienen estatua son: Rubén Caddeo, desaparecido el 5 de abril de 1976, Miguel Grieco y José Vizzini, desaparecidos el 14 de diciembre de 1976, Esteban Reimer y Víctor Ventura, desaparecidos el 5 de enero de 1977, Charles del Carmen Grossi, desaparecido el 5 de agosto de 1977, Fernando Del Conte, desaparecido el 12 de agosto de 1977, Héctor Belmonte, Diego Núñez y Alberto Gigena, desparecidos el 13 de agosto de 1977 y Alberto Arenas, desaparecido el 19 de agosto de 1977.El caso Mercedes Benz permaneció oculto en nuestro país durante años. El caso Fangio también.

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