8.8.06

DEAN REED

YANQUI COME HOME

Por Laura Kopouchian

En pleno auge de la música de Palito Ortega y El Club del Clan, aterrizó en Argentina Dean Reed, el rockero que inspiró a Tom Hanks para su próxima película. El extraño derrotero de un yanqui marxista, desde Buenos Aires a su misteriosa muerte tras la Cortina de Hierro hace veinte años, con testimonios exclusivos.
El mundo se acordó de Dean Reed. Después de años en que los medios de su país oscilaron entre ignorarlo y tratarlo de traidor a la causa americana, el actor Tom Hanks, quien se declaró fascinado por la figura del cantante, compró los derechos para filmar una película sobre su vida. Al mismo tiempo, se reeditó Camarada Rockstar, la biografía escrita por la periodista Reggie Nadelson (Walker & Company, Nueva York, 2006).
La historia de Dean Reed podría haberse rodado en Argentina, donde el artista vivió, trabajó y obtuvo mucho más reconocimiento que en su propia patria. Reed era un personaje imposible de encasillar. Tenía la imagen del típico muchachito norteamericano: rubio, de ojos azules y enorme sonrisa blanca, pero su conducta nunca respondió a ese estereotipo. Su personalidad era una caja china, que conjugaba al aspirante a actor de Hollywood con el cantante de rock, el adalid de la causa revolucionaria latinoamericana, el vaquero de los spaghetti westerns y el showman que enloqueció a los jóvenes comunistas durante la Guerra Fría.
Inventó un género musical del cual es el único representante: mezcla de temas setentosos onda Alta Tensión con la canción de protesta de la izquierda latinoamericana. Una muestra es su bizarro hit "Somos los revolucionarios", donde entonaba, con acento inglés, el siguiente texto: "San Martín ya nos mostró cuál rumbo hay que seguir/ También tú debes luchar, tu destino construir", y alentaba al público a unirse al estribillo al grito de "Everybody now!".
El rival de Palito

Nació en 1938 en Lakewood, Colorado, y pasó los primeros años de su vida en un trailer, de una ciudad a otra, junto a sus padres y sus hermanos Dale y Vernon. A los veinte años decidió dedicarse a la música, contrariando el mandato paterno, y a fines de los 50 se mudó a Hollywood, donde fue contratado por la Warner y grabó su primer disco con la compañía Capitol.
El mundo de Hollywood, al que calificó de "casa de putas", no era lo que él imaginaba, y pronto buscó nuevos horizontes. "Cuando Dean se enteró de que sus discos se vendían mejor en Sudamérica que en Estados Unidos, se fue a vivir al Sur", dice Dale, su hermano mayor, ingeniero retirado de 70 años.
El cantante llegó a Buenos Aires en 1964 junto con su primera esposa Patricia, actriz y madre de su hija Ramona. En ese año fue coprotagonista de Violeta Rivas y Néstor Fabián en la comedia televisiva "Todo es amor". "Enseguida tuvo una gran aceptación entre el público, porque era muy carismático", afirma Rivas. "Le encantaba la Argentina y había aprendido a hacer asados. Era simpatiquísimo y realmente muy humilde, una persona como cualquiera de nosotros".
Filmó dos películas aquí: "Mi primera novia", donde le disputaba los favores de Evangelina Salazar a Palito Ortega (1966), y "Ritmo nuevo, vieja ola", con Mercedes Carreras (1964). Editó en el país diez discos simples y tres LPs, y en sus recitales era capaz de conciliar melosas baladas románticas y canciones de rock con temas combativos. Sus discos, "Dean ‘Simpatía’ Reed" o "El cantante prohibido", incluían títulos tan dispares como "Hippy, hippy, shake" y "Si se calla el cantor", de Horacio Guarany.
Parte de la revolución

Lo más importante que América latina le dio a Dean Reed fue que despertó su conciencia política. Poco antes de venir a Argentina pasó por Chile, donde la visión idealista de su propio país se desvaneció. La leyenda "Yanquis go home" pintada en los muros lo sorprendió y lo lastimó. Hasta ese momento, Reed tenía la idea ingenua de que Estados Unidos era el muchacho bueno de las películas, el benefactor de los países pobres, y aquí descubrió la otra cara de la moneda. Como declaró en un documental: "Sudamérica cambió mi vida. Allí se ve la justicia y la injusticia tan claramente que hay que tomar partido. Yo no era ni capitalista ni ciego, así que me transformé en un revolucionario". Cantó en apoyo de los mineros en Chile, del Frente Amplio en Uruguay, de los indios amazónicos. Participó en la campaña de Salvador Allende y en el Festival de la solidaridad Chile-Vietnam en 1973, junto a Víctor Heredia, Zitarrosa y Quilapayún.
Sus actitudes le trajeron problemas con los gobiernos autoritarios de entonces y estuvo preso en Argentina, Uruguay y Chile. Su ex esposa Patricia relata: "Era una época muy tumultuosa en la Argentina. Algunos de nuestros amigos fueron asesinados por sus ideas políticas, lo que nos afectó muchísimo. Al final de nuestra estadía nuestras vidas estaban en peligro, y nos aconsejaron que dejáramos el país." Finalmente, en 1966, la dictadura de Onganía lo expulsó. "En el aeropuerto había alrededor de 20 mil personas que habían ido a despedirnos. Fue un verdadero regalo de amor, y nuestra gratitud a ese pueblo es eterna. Nunca lo olvidé, tampoco Dean", recuerda Patricia.
El Elvis de la Plaza Roja

La pareja emigró a España y Reed fue invitado a un tour de 3 meses por la entonces Unión Soviética. El éxito fue total: estadios de 60 mil personas que lo aclamaban, la grabación de más de diez discos que establecieron récords de ventas. Dean fue el primero en cantar temas de Elvis y los Beatles del otro lado de la Cortina de Hierro y llegó a superarlos en popularidad, ya que le dio a la juventud rusa la oportunidad de escuchar rock en vivo, hecho inédito en el Este.
Viajó a Alemania Oriental para filmar varios spaghetti-westerns en coproducción con Italia. Allí conoció a su última mujer, la actriz Renate Blume, y en 1971 decidió establecerse con ella en el lado Este de Berlín. Desde allí realizó giras por la URSS durante seis años. Filmando aprendió a dirigir, y realizó la película "El cantor", un homenaje al chileno Víctor Jara, que Reed admiraba y había conocido en Chile antes de que fuera asesinado por la dictadura de Pinochet.
Mientras que Reed era venerado en los países del Este, parte de Europa y América Latina, en Estados Unidos se lo ignoraba por completo. El realizador estadounidense Will Roberts lo conoció en un viaje por Rusia, quedó deslumbrado por este personaje insólito y filmó una crónica de su vida titulada "American Rebel", que se exhibió en Estados Unidos.
El precio de la sinceridad

En 1984 la estrella de Reed en el Este se extinguía. Era la época de la apertura política, y emergían nuevas figuras locales en la música. Dean Reed había perdido el atractivo de la novedad y comenzaba a ser cosa del pasado. Esto provocó en el artista el deseo de lanzar su carrera en Estados Unidos, después de 25 años de ausencia. Planeaba filmar una historia de amor con el trasfondo del levantamiento indígena de Wounded Knee, en 1973.
Su carta de presentación en su país natal sería una entrevista sobre su vida para el programa "60 minutos", pero esto resultó un fracaso ya desde el título: "El desertor". Durante el programa, que salió al aire en abril de 1986, Reed cometió los peores pecados que un estadounidense puede cometer: defendió el muro de Berlín, dijo que el presidente ruso Gorbachov era más moral y pacifista que Reagan, y elogió a los peores cucos para el sistema: Fidel Castro y Daniel Ortega. El público estadounidense, todavía bajo la tensión de la Guerra Fría, quedó horrorizado y mandó una catarata de cartas de protesta al programa tratando a Reed de traidor y espía, y calificándolo de artista mediocre que sólo podía triunfar del otro lado del muro.
Evidentemente, no fue la bienvenida a su tierra que el artista soñaba. Dale Reed sigue aún enojado con ese programa y defiende a su hermano: "Dean jamás fue un desertor. Siempre valoró su nacionalidad y soñaba con un retorno heroico a su país algún día. Era un defensor de la paz y la libertad".
Muerte y misterio

Dean Reed desapareció de Berlín en la noche del 12 de junio de 1986, el día anterior al comienzo del rodaje de su película. Su cuerpo fue encontrado cuatro días después en un lago cercano a su casa, con restos de un somnífero en el estómago. Él era un excelente nadador y el lago era poco profundo. Esto dio lugar a todo tipo de elucubraciones: que había sido asesinado por los servicios secretos de Alemania o de Rusia porque manejaba demasiada información, o que, por el contrario, lo había eliminado la CIA para impedir que retornara a Estados Unidos.
El veredicto oficial fue que se trataba de un accidente. Después de la caída del Muro de Berlín, un diario alemán publicó una carta de suicidio presuntamente escrita por Reed, donde se lamentaba de sus problemas matrimoniales. La misiva había sido ocultada, según el premier alemán en la época de su muerte, Eric Hoenecker, para ahorrarle sufrimientos a la mujer del cantante.
Dale cree que su hermano se suicidó. "Después de esa horrible entrevista en ‘60 minutos’ Dean vio muy limitadas sus posibilidades de futuro, en contraste con lo excitante que había sido siempre su vida. Me lo imagino parado junto al lago, tirándose y nadando para alejarse del muelle, sabiendo que sus pesadas ropas le impedirían volver a la orilla. Quizá haya sido un impulso momentáneo, y no un hecho planeado de antemano." Dale describe, además, antecedentes familiares de suicidio: "Nuestro padre se pegó un tiro en la cabeza cuando vio que ya no podía manejarse por sí solo. Dos primos nuestros también se suicidaron. Yo, por mi parte, no pienso morir en un geriátrico ni en un hospital."
Está previsto que la película de Tom Hanks se titule Comrade rockstar, como la biografía de Reggie Nadelson escrita originalmente en 1991, sobre la que se basaría el argumento. Tom Hanks viajó a Berlín para hablar con amigos de Reed y le pidió asesoramiento a Patricia, quien a su vez está escribiendo un libro sobre la vida de su ex esposo.
Habrá que ver qué camino elegirá Hanks para contar la historia de Dean Reed: si insistirá en condenarlo por su ideología, o si explorará las facetas interesantes de un hombre que, más allá de discusiones sobre sus méritos artísticos, fue coherente con lo que pensaba, se comprometió con el mundo e intentó cambiarlo.

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